Brasil espió hace 10 años a diplomáticos de Rusia, Irán e Irak en sus embajadas y residencias, así como instalaciones utilizadas por Estados Unidos en Brasilia, según un documento del organismo de inteligencia Abin al que accedió el diario Folha de Sao Paulo.
El documento señala que entre 2003 y 2004
fueron espiados militares rusos involucrados en la negociación de
equipamientos militares, así como también el excónsul general de ese
país en Rio de Janeiro Anatoly Kashuba.
Abin también monitoreó al entonces
embajador de Irán en Cuba, Seyed Davood Mohseni Salehi Monfared, que
visitaba Brasil entre el 9 y el 14 de abril de 2004.
Además, el gobierno brasileño espió a la
embajada de Irak poco después de la invasión de Estados Unidos a ese
país en 2003, dijo Folha en su edición de este lunes.
También fueron vigiladas salas alquiladas
por la embajada de Estados Unidos en Brasilia, que el gobierno
sospechaba eran utilizadas para operaciones de espionaje, añadió.
La ABIN concluyó que los estadounidenses
guardaban allí computadores, equipos de comunicación y de radio.
Consultada por Folha, la embajada estadounidense negó actividades de
espionaje y dijo que guardaba allí equipos de comunicación simple, como
walkie-talkies.
El espionaje brasileño, realizado al
inicio del primer gobierno del expresidente Luiz Inacio Lula da Silva
(2003-2010), tuvo una escala mucho menor al espionaje de la Agencia de
Seguridad Nacional estadounidense (NSA) revelado recientemente por el
exconsultor de inteligencia Edward Snowden, que monitoreó las
comunicaciones de millones de brasileños, de la estatal Petrobras e
incluso de la presidenta Dilma Rousseff.
A raíz de esas revelaciones, Rousseff
condenó el espionaje ante la Asamblea General de la ONU, pidió a la
organización que tome medidas sobre el derecho a la privacidad en la era
digital, y suspendió una visita de Estado a Washington programada para
octubre.
Los asuntos publicados por Folha de Sao
Paulo fueron "operaciones de contrainteligencia" ejecutadas hace diez
años, reaccionó este lunes la Presidencia de Brasil en un comunicado.
"Las operaciones citadas (...)
obedecieron a la legislación brasileña de protección de los intereses
nacionales. Como Folha prefirió no enviar copias de los documentos
obtenidos, el Gabinete de Seguridad Institucional (GSI) no pudo validar
su autenticidad", añadió la nota.
El diario señaló que realizó varias
entrevistas con exfuncionarios de inteligencia, agentes y militares para
confirmar la veracidad del documento.
La publicación de informes clasificados
como secretos "constituye un delito y los responsables serán procesados
según la ley", advirtió la presidencia brasileña.
(AFP)
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