En rigor, la primera
llamada de alerta se produjo en las elecciones de gobiernos seccionales de
febrero del 2014 en Ecuador. En esa ocasión la izquierda ecuatoriana, aunque
ganó, sufrió un frenazo y la derecha se recuperó en algo de los sucesivos
desastres que había venido sufriendo.
Luego vinieron la
derrota del Frente para la Victoria, en las presidenciales argentinas de 2015;
la del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), en las parlamentarias de
diciembre de ese mismo año; el resultado adverso para la izquierda
boliviana en la consulta popular de febrero de 2016 sobre la reelección
presidencial que, caso contrario, habría permitido la postulación de Evo
Morales para un nuevo mandato, a partir de 2020; y, finalmente, la destitución
de Dilma Roseff, en Brasil. No vamos a detenernos en analizar las causas,
porque ese no es el objetivo de este artículo. Pero la próxima batalla volverá
a ser en Ecuador, en las presidenciales y legislativas de febrero de 2017.
Pocos meses después
de los resultados de las seccionales en Ecuador, el Presidente Rafael Correa
alertó contra la “restauración conservadora”. En estos días, el mandatario ha
hablado de un nuevo Plan Cóndor, en alusión a la estrategia a la que recurre la
derecha en su propósito de recuperar el poder político en la región, tras las
contundentes derrotas que sufrió en las dos últimas décadas del Siglo XX. Texto completo
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