Como hienas se han lanzado varios miembros de la
contrarrevolución interna, mediante cartas públicas, declaraciones en medios
enemigos y cualquier plataforma disponible, para tratar de presionar a la
administración Trump hacia un cambio radical de la postura norteamericana hacia
Cuba, apostando hacia un viraje hacia las antiguas posiciones de intolerancia y
desconocimiento de la gobernabilidad en la Isla. Desde las actitudes
cavernícolas de José Daniel
Ferrer y Antonio
Rodiles en las que solicitan prácticamente el desmontaje del proceso de
acercamiento diplomático a costa de un burdo e inaceptable chantaje al gobierno
cubano so pretexto del manipulado tema de los derechos humanos, hasta las
declaraciones de otros cabecillas como Rosa María Payá, Eliécer Ávila y Manuel
Cuesta Morúa, menos insidiosas aunque no menos perversas, es claro que la
contrarrevolución interna, incapaz de influir políticamente en nuestro pueblo,
acude lacayunamente al gobernante yanqui para que les saque las castañas del
fuego.
La espera del anuncio
en Miami, para el próximo viernes, sobre los cambios que podría hacer la actual
administración sobre Cuba ha generado todo tipo de especulaciones. Cuba, por su
parte, acostumbrada por décadas a la agresividad de EEUU, nada teme. Apuesta
por la comprensión, el respeto mutuo y la cooperación, pero no cambiará un
ápice en sus principios soberanos.
SI CONTINUAMOS CON MANOS BLANDAS CON ESOS ELEMENTOS , Q PONEN EN PELIGRO LA SEGURIDAD NACIONAL D LA ISLA , SEGUIREMOS D MAL EN PEOR.
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