La desunión entre
contrarrevolucionarios, la pérdida de imagen, la carencia de impacto dentro del
pueblo, el servilismo oportunista como medida para ser apalancados, la carencia
de escrúpulos para sumarse con todo tipo de personajes –incluidos inescrupulosos
terroristas y mafiosos–, ha ido inclinando la pretensión preferencial de apoyo
de los enemigos de Cuba (al menos públicamente) hacia Rosa María Payá y su
llamada iniciativa Cuba Decide, en detrimento de otros proyectos electorales
subversivos con vistas a las elecciones cubanas del 2018, entre los que han
tenido cierto renombre mediático “Candidatos por el Cambio”, “Plataforma Ciudadana Otro 18”, “Proyecto
Un Cubano, un voto”,
“Proyecto Emilia”, “Movimiento Somos+” y “Proyecto Defensoría del Pueblo (DP)”, a los que
ya me referí en un artículo
anterior.
Varios son los evidentes pasos que han marcado
la apuesta de los enemigos anticubanos a favor de la Payá: el contar con el
apoyo de los congresistas mafiosos en EEUU –a pesar de que hipócritamente
pretendan dar su apoyo a los liderzuelos de otros grupúsculos–, el sostén
recibido por la misma por parte de varios ex presidentes latinoamericanos
involucrados en la guerra mediática anticubana, así como de la OEA y varios
partidos demócratas y liberales de la Unión Europea y de América Latina. Todo
puede ser, sin duda alguna un factor de distracción o un real abandono a varios
de sus asalariados.
El malestar en los otros
contrarrevolucionarios que pretenden infructuosamente “atacar” las urnas en Cuba es evidente e irá
en aumento. Ni el CID y sus infladas nóminas de adeptos en varias provincias
del país; ni Eliécer Ávila y su sobredimensionado Somos+; ni Manuel
Cuesta Morúa, con su Arco Progresista y sus socios de la MUAD; ni Julio Aleaga
Pesant y sus aliados europeos; ni la contrarrevolucionaria Rosa María Rodríguez
Gil y su remanente del MLC que involucra a
Tony Díaz Sánchez,
residente en Miami, actual presidente
del MCL, a la par que Carlos Payá ostenta la representación del MCL en
España; así como tampoco el gastado Oscar Elías Biscet; estarán contentos por
lo que aparecerá como una abierta traición de sus promotores y financistas.
No sorprende, pues, que la Fundación Bacardí,
representante de la extrema derecha en USA, mostrara hoy abiertamente su apoyo
a la damisela de turno y viajera soñadora de inventadas persecuciones –dueña de
una cara linda, poco pudor y escrúpulo y experta manipuladora–, aupada incluso
por el Congreso norteamericano. Por desgracia para ellos, es el pueblo cubano
quien tendrá la última palabra en estas elecciones.
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