Una nueva faceta de
la actual guerra ideológica y subversiva de la derecha norteamericana contra
las naciones progresistas en Latinoamérica parece estar saliendo a la luz. Dos conocidos
reaccionarios políticos norteamericanos –Roger Noriega y Otto Reich– están
amasando cuantiosas fortunas personales a cambio de usar su influencia para
provocar cambios hacia un supuesto cambio democrático en tres naciones de
nuestra región: Cuba, Venezuela y Nicaragua. Estas fortunas obtenidas de forma
secreta son independientes del dinero que les desembolsa el gobierno
norteamericano a través de la USAID, la NED, el IND, el IRI y otras tapaderas
para cumplir la misma finalidad. De hecho, es una burda mercantilización del
pretendido espíritu democrático que pretenden profesar. Aunque ambos son
enemigos jurados y guardan recelos el uno del otro, son socios de encomienda
común.
Roger Noriega recibe
en los últimos tiempos la asombrosa cifra de cerca de 400,000 USD mensualmente por
parte de influyentes venezolanos opositores a la Revolución Bolivariana y al
gobierno de Maduro radicados en EEUU y otras naciones latinoamericanas. Usa sus
vínculos con Kimberly Breier, asistente del Secretario para Asuntos del
Hemisferio Occidental, para conspirar y promover la subversión contra Venezuela.
Como especialista en Asuntos del Hemisferio Occidental y miembro visitante del American
Enterprise Institute, este republicano ultra conservador no tiene reparos en
conspirar y crear alianzas para influir en la política norteamericana hacia la
nación sudamericana.
Recuérdese que Roger
Noriega, peón eficiente de Reagan y Bush padre, fue designado por el presidente George W.
Bush, entre los años 2001 a 2005, como Secretario de Estado adjunto para Asuntos
del Hemisferio Occidental –luego de haber fungido como miembro de la Comisión de Relaciones Exteriores del
Senado y de la Comisión de Relaciones Internacionales de la Cámara de
Representantes, así como embajador de Estados Unidos en la Organización de los
Estados Americanos (OEA)– usando su nombramiento para impulsar la estrategia
gringa hacia la región. Este sujeto usó toda su influencia para redactar y
promover en 1996 la Ley Helms-Burton,
encaminada a fortalecer el criminal bloqueo contra Cuba.
Aunque ahora emplea
la tapadera de “consultor” y se presenta como un republicano anti Trump, apoya
la política diseñada por el Departamento de Estado hacia Latinoamérica y
mantiene fuertes vínculos con el Pentágono y la CIA para apuntalar sus enfoques
injerencistas, incluso mediante una agresión armada. En tal sentido exige un
mayor apoyo de EEUU a la OEA y al Grupo de Lima para derrocar a Maduro, según sus propias palabras en una entrevista de octubre de 2018 para The Washington Post: “Si no se atiende, este problema –refiriéndose
a Venezuela– puede convertirse en una crisis que solo una
respuesta militar de los Estados Unidos puede resolver”.
En su caso, Otto
Reich, connotado lobista, recibe mensualmente una cantidad superior –cerca de
500,000 USD mensuales– por parte de miembros poderosos económicamente dentro de la
contrarrevolución anti cubana radicada en Miami. Por su parte, para cumplir sus
planes, usa también a Kimberly Breier y a Mauricio Claver Carone
En sus últimas
apariciones públicas Otto Reich –quien
fuera un alto cargo en las administraciones de los presidentes Ronald Reagan,
George H. W. Bush y George W. Bush– ha apoyado la orden ejecutiva de Trump en
la que se declara a Nicaragua como una “amenaza para la seguridad nacional” y
autoriza al Departamento del Tesoro a sancionar a varios funcionarios del
gobierno de Daniel Ortega, a la par que lo vincula en un supuesto apoyo a organizaciones
de corte terrorista.
No obstante, siempre
ha mantenido una abierta postura contra las Revoluciones Cubana y Bolivariana,
aliándose o fabricando todo tipo de conspiración o acción conspirativa contra
Cuba y Venezuela. Su falta de escrúpulos lo hizo vincularse a la conspiración
Irán- Contra anteriormente y, hoy, en toda sucia tramoya conspirativa.
Reich actuó como
embajador en Venezuela y, dificultosamente logró ocupar brevemente el cargo de subsecretario
para Asuntos Latinoamericanos durante el gobierno de George W. Bush. Luego
fungió con el decorativo cargo de enviado especial del Departamento de Estado, recibiendo
el rechazo de varios gobiernos del Cono Sur por su carencia de tacto
diplomático y su apuesta por un descarado injerencismo. A la par, no pudo
evitar el avance del movimiento progresista en la región, el estancamiento del
TLCAN y del Plan Colombia, así como el repudio al ALCA y el surgimiento del
ALBA.
No obstante su
absurdo y errado proceder diplomático, aquejado hoy por la diabetis, Otto Reich logró mantener un fuerte
apoyo de la derecha radical anticubana por su papel como administrador
asistente para América Latina de la USAID durante el gobierno de Reagan. Su
odio irracional hacia la Revolución Cubana lo han mantenido como una ficha de
apuesta para los sectores más ultraderechistas en la definición de la política
norteamericana contra la Isla. Solo un político díscolo como Trump, así como un
halcón obsesivo como Mike Pompeo, aceptan que Otto Reich mantenga vínculos en
su diseño de políticas hacia Cuba a través de su asistente para el Secretario
para Asuntos del Hemisferio Occidental, Kimberly Breier. Tal vez su fanatismo
les sirva para mantener su irracionalismo en la política internacional.
Luego de ser cuestionado en su desempeño diplomático, Reich ha logrado un
mayor éxito como lobbysta y traficante
de influencias, no obstante su dirección de organizaciones dudosas como la Worldwide Responsible
Apparel Production (WRAP), involucrándose
en el descarado apoyo a terroristas de la catadura de Luis Posada Carriles y
Orlando Bosch Ávila, así como en la implementación de leyes que, como la Helms-
Burton, recrudecieron el bloqueo contra Cuba.
En mayo del año
pasado surgió la Venezuela Freedom Foundation dirigida por adinerados
conspiradores contra Maduro entre los que se encuentran Jean Pierre Chovet, así como Julio Rodríguez Salas, ex coronel
del Ejército, y Carlos Molina Tamayo, ex vicealmirante de la Marina. Los
dos últimos con experiencia golpista, tienen vínculos con gobernantes de
ultraderecha como Jair Bolsonaro, Iván Duque, Mauricio Macri y Sebastián
Piñera. Y eso es precisamente lo que la fundación ha buscado hacer. No es
un secreto que han mantenido a Otto Reich como lobbysta –aunque éste lo ha
negado públicamente y se limitó a encaminarlos con otros interesados en
ayudarles– para influir en el Congreso y la administración Trump para optar por
una acción armada para derrocar a Maduro.
No es casual que en
este contexto el hijo de Bolsonaro, ofreciera realizar en Brasil, en el marco
de la Cumbre Conservadora de las Américas, un supuesto juicio contra los
gobiernos de Cuba y Venezuela, haciendo gala de la continuada aplicación de la
lawfare como método para demonizar y derrocar gobiernos. Eduardo Bolsonaro fue
portavoz de una petición del provocador contrarrevolucionario Orlando Gutiérrez
Boronat, secretario general del Directorio Democrático Cubano.
Otro soporte de Otto
Reich dentro del gobierno de Trump es Mauricio Claver-Carone, recientemente ascendido
a director de Asuntos del Hemisferio Occidental en el Consejo de Seguridad
Nacional de la Casa Blanca, bajo la tutela del cavernícola emabajador John Bolton.
Claver-Carone, sin
lugar a dudas, es actualmente uno de los más peligrosos enemigos de la
Revolución Cubana y experto en el tema de instrumentar sanciones contra toda
aquella nación que no se alinee a los intereses de USA en el mundo actual. Usará
este redomado toda su influencia para supeditar las acciones de toda la
administración Trump para tratar de derrocar a los gobiernos de Nicaragua,
Venezuela y Cuba o, al menos, continuar con medidas que los asfixien
gravemente. No tiene el menor escrúpulo de estar asociado y asesorado por Otto
Reich.
Con la venia del
presidente Trump, estos sujetos pugnan entre sí por dos objetivos interrelacionados:
destruir a los procesos revolucionarios en Nicaragua y Venezuela mediante el
derrocamiento de los gobiernos de Daniel Ortega y Nicolás Maduro,
respectivamente, y que cese el apoyo de Cuba a los mismos. A la par, pretenden
igualmente lograr a toda costa un cambio político en la Isla.
¿Hasta cuándo
entenderán Trump y las administraciones que le precedieron que aspiramos, en
realidad, a un mismo propósito? ¿Hasta cuando continuará esa política absurda que les hace perder terreno frente a China y Rusia? Convivir en paz y hacer fuertes a nuestras
naciones, lo que valida el enfoque propuesto en los hastag de Twitter, como un urgente mandato y
sin pisotear a nadie: #MakeAmericaGreatAgain, #MakeLatinAmericaGreatAgain y #MakeCubaGreatAgain. Siempre, por supuesto,
sobre la base al respeto de la soberanía de cada nación y la no injerencia en los
asuntos internos de cada cual, lo que conlleva respetar a nuestros principios
solidarios y la promoción de la paz y el entendimiento entre las naciones.