domingo, 9 de diciembre de 2018

Roger Noriega y Otto Reich: animadversión mutua y encomienda común a favor del dinero y la falsa democracia.


Una nueva faceta de la actual guerra ideológica y subversiva de la derecha norteamericana contra las naciones progresistas en Latinoamérica parece estar saliendo a la luz. Dos conocidos reaccionarios políticos norteamericanos –Roger Noriega y Otto Reich– están amasando cuantiosas fortunas personales a cambio de usar su influencia para provocar cambios hacia un supuesto cambio democrático en tres naciones de nuestra región: Cuba, Venezuela y Nicaragua. Estas fortunas obtenidas de forma secreta son independientes del dinero que les desembolsa el gobierno norteamericano a través de la USAID, la NED, el IND, el IRI y otras tapaderas para cumplir la misma finalidad. De hecho, es una burda mercantilización del pretendido espíritu democrático que pretenden profesar. Aunque ambos son enemigos jurados y guardan recelos el uno del otro, son socios de encomienda común.
Roger Noriega recibe en los últimos tiempos la asombrosa cifra de cerca de 400,000 USD mensualmente por parte de influyentes venezolanos opositores a la Revolución Bolivariana y al gobierno de Maduro radicados en EEUU y otras naciones latinoamericanas. Usa sus vínculos con Kimberly Breier, asistente del Secretario para Asuntos del Hemisferio Occidental, para conspirar y promover la subversión contra Venezuela. Como especialista en Asuntos del Hemisferio Occidental y miembro visitante del American Enterprise Institute, este republicano ultra conservador no tiene reparos en conspirar y crear alianzas para influir en la política norteamericana hacia la nación sudamericana.
Recuérdese que Roger Noriega, peón eficiente de Reagan y Bush padre,  fue designado por el presidente George W. Bush, entre los años 2001 a 2005, como Secretario de Estado adjunto para Asuntos del Hemisferio Occidental –luego de haber fungido como miembro de  la Comisión de Relaciones Exteriores del Senado y de la Comisión de Relaciones Internacionales de la Cámara de Representantes, así como embajador de Estados Unidos en la Organización de los Estados Americanos (OEA)– usando su nombramiento para impulsar la estrategia gringa hacia la región. Este sujeto usó toda su influencia para redactar y promover en 1996 la Ley Helms-Burton, encaminada a fortalecer el criminal bloqueo contra Cuba.
Aunque ahora emplea la tapadera de “consultor” y se presenta como un republicano anti Trump, apoya la política diseñada por el Departamento de Estado hacia Latinoamérica y mantiene fuertes vínculos con el Pentágono y la CIA para apuntalar sus enfoques injerencistas, incluso mediante una agresión armada. En tal sentido exige un mayor apoyo de EEUU a la OEA y al Grupo de Lima para derrocar a Maduro, según sus propias palabras en una entrevista de octubre de 2018 para The Washington Post: “Si no se atiende, este problema –refiriéndose a Venezuela puede convertirse en una crisis que solo una respuesta militar de los Estados Unidos puede resolver”.

En su caso, Otto Reich, connotado lobista, recibe mensualmente una cantidad superior –cerca de 500,000 USD mensuales– por parte de miembros poderosos económicamente dentro de la contrarrevolución anti cubana radicada en Miami. Por su parte, para cumplir sus planes, usa también a Kimberly Breier y a Mauricio Claver Carone
En sus últimas apariciones públicas Otto Reich  –quien fuera un alto cargo en las administraciones de los presidentes Ronald Reagan, George H. W. Bush y George W. Bush– ha apoyado la orden ejecutiva de Trump en la que se declara a Nicaragua como una “amenaza para la seguridad nacional” y autoriza al Departamento del Tesoro a sancionar a varios funcionarios del gobierno de Daniel Ortega, a la par que lo vincula en un supuesto apoyo a organizaciones de corte terrorista.
No obstante, siempre ha mantenido una abierta postura contra las Revoluciones Cubana y Bolivariana, aliándose o fabricando todo tipo de conspiración o acción conspirativa contra Cuba y Venezuela. Su falta de escrúpulos lo hizo vincularse a la conspiración Irán- Contra anteriormente y, hoy, en toda sucia tramoya conspirativa.
Reich actuó como embajador en Venezuela y, dificultosamente logró ocupar brevemente el cargo de subsecretario para Asuntos Latinoamericanos durante el gobierno de George W. Bush. Luego fungió con el decorativo cargo de enviado especial del Departamento de Estado, recibiendo el rechazo de varios gobiernos del Cono Sur por su carencia de tacto diplomático y su apuesta por un descarado injerencismo. A la par, no pudo evitar el avance del movimiento progresista en la región, el estancamiento del TLCAN y del Plan Colombia, así como el repudio al ALCA y el surgimiento del ALBA.
No obstante su absurdo y errado proceder diplomático, aquejado hoy por la diabetis, Otto Reich logró mantener un fuerte apoyo de la derecha radical anticubana por su papel como administrador asistente para América Latina de la USAID durante el gobierno de Reagan. Su odio irracional hacia la Revolución Cubana lo han mantenido como una ficha de apuesta para los sectores más ultraderechistas en la definición de la política norteamericana contra la Isla. Solo un político díscolo como Trump, así como un halcón obsesivo como Mike Pompeo, aceptan que Otto Reich mantenga vínculos en su diseño de políticas hacia Cuba a través de su asistente para el Secretario para Asuntos del Hemisferio Occidental, Kimberly Breier. Tal vez su fanatismo les sirva para mantener su irracionalismo en la política internacional.
Luego de ser cuestionado en su desempeño diplomático, Reich ha logrado un mayor éxito como lobbysta  y traficante de influencias, no obstante su dirección de organizaciones dudosas como la Worldwide Responsible Apparel Production (WRAP), involucrándose en el descarado apoyo a terroristas de la catadura de Luis Posada Carriles y Orlando Bosch Ávila, así como en la implementación de leyes que, como la Helms- Burton, recrudecieron el bloqueo contra Cuba.
En mayo del año pasado surgió la Venezuela Freedom Foundation dirigida por adinerados conspiradores contra Maduro entre los que se encuentran Jean Pierre Chovet,  así como Julio Rodríguez Salas, ex coronel del Ejército, y Carlos Molina Tamayo, ex vicealmirante de la Marina. Los dos últimos con experiencia golpista, tienen vínculos con gobernantes de ultraderecha como Jair Bolsonaro, Iván Duque, Mauricio Macri y Sebastián Piñera. Y eso es precisamente lo que la fundación ha buscado hacer. No es un secreto que han mantenido a Otto Reich como lobbysta –aunque éste lo ha negado públicamente y se limitó a encaminarlos con otros interesados en ayudarles– para influir en el Congreso y la administración Trump para optar por una acción armada para derrocar a Maduro.
No es casual que en este contexto el hijo de Bolsonaro, ofreciera realizar en Brasil, en el marco de la Cumbre Conservadora de las Américas, un supuesto juicio contra los gobiernos de Cuba y Venezuela, haciendo gala de la continuada aplicación de la lawfare como método para demonizar y derrocar gobiernos. Eduardo Bolsonaro fue portavoz de una petición del provocador contrarrevolucionario Orlando Gutiérrez Boronat, secretario general del Directorio Democrático Cubano.
Otro soporte de Otto Reich dentro del gobierno de Trump es Mauricio Claver-Carone, recientemente ascendido a director de Asuntos del Hemisferio Occidental en el Consejo de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, bajo la tutela del cavernícola emabajador John Bolton.
Claver-Carone, sin lugar a dudas, es actualmente uno de los más peligrosos enemigos de la Revolución Cubana y experto en el tema de instrumentar sanciones contra toda aquella nación que no se alinee a los intereses de USA en el mundo actual. Usará este redomado toda su influencia para supeditar las acciones de toda la administración Trump para tratar de derrocar a los gobiernos de Nicaragua, Venezuela y Cuba o, al menos, continuar con medidas que los asfixien gravemente. No tiene el menor escrúpulo de estar asociado y asesorado por Otto Reich.
Con la venia del presidente Trump, estos sujetos pugnan entre sí por dos objetivos interrelacionados: destruir a los procesos revolucionarios en Nicaragua y Venezuela mediante el derrocamiento de los gobiernos de Daniel Ortega y Nicolás Maduro, respectivamente, y que cese el apoyo de Cuba a los mismos. A la par, pretenden igualmente lograr a toda costa un cambio político en la Isla.
¿Hasta cuándo entenderán Trump y las administraciones que le precedieron que aspiramos, en realidad, a un mismo propósito? ¿Hasta cuando continuará esa política absurda que les hace perder terreno frente a China y Rusia? Convivir en paz y hacer fuertes a nuestras naciones, lo que valida el enfoque propuesto en los  hastag de Twitter, como un urgente mandato y sin pisotear a nadie: #MakeAmericaGreatAgain, #MakeLatinAmericaGreatAgain y  #MakeCubaGreatAgain. Siempre, por supuesto, sobre la base al respeto de la soberanía de cada nación y la no injerencia en los asuntos internos de cada cual, lo que conlleva respetar a nuestros principios solidarios y la promoción de la paz y el entendimiento entre las naciones.

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