Transcurrió abril de 2018 y este mes fue el escenario temporal de un recrudecimiento de la guerra sucia contra Cuba por parte de los Estados Unidos, la derecha internacional –particularmente la latinoamericana–, la mafia anticubana en el país norteño y el reducido grupo de mercenarios con los que estos actores pretenden subvertir el orden institucional en nuestro país. A ellos les han financiado, organizados en una falsa apariencia de unidad lastrada por el desmedido afán de protagonismo de unos y la búsqueda de dinero fácil de casi todos ellos.
Tal vez el hecho más
sobresaliente lo fue la VIII Cumbre de las Américas, espacio en que USA
pretendió demonizar a Cuba y a Venezuela bajo el manido y distorsionado
pretexto del tema de los derechos humanos y la democracia. Todo el tinglado
mediático a disposición de la contrarrevolución se puso al servicio de los
mismos, alcanzando amplios volúmenes de información viciada y retorcida. La mal
llamada Radio Martí, por citar un ejemplo, los grandes medios, la blogosfera
enemiga y las redes sociales se pusieron al servicio de brindar una cobertura especial al evento. El mensaje
estaba cocinado: destacar una supuesta represión, restricciones de viaje
impuestas por el gobierno cubano a una veintena de mercenarios internos que
pretendían asistir al evento y otras formas ya manidas de victimización. Por
otro lado, el discurso enemigo trató de desvirtuar a la verdadera sociedad
civil cubana presente en Lima y acusarlos de provocadores. Para ello, tanto el gobierno norteamericano, varios
mandatarios latinoamericanos y la OEA, ofrecieron total apoyo al reducido grupo
de mercenarios allí presentes, particularmente a Rosa María Payá –devenida en
vedette de turno– y a su campaña Cuba Decide.
Al igual que
aplaudieron el rechazo de los organizadores a la presencia del presidente
Nicolás Maduro, trataron de evitar infructuosamente que Raúl Castro fuera
invitado.
El circo programado
incluyó a varios personajes cuya misión fue dar visibilidad mediática a los
contrarrevolucionarios anticubanos: tres funcionarios norteamericanos les
recibieron –a saber John Sullivan, Secretario de Estado Interino de EUA; Mark
Green, administrador de USAID; y Francisco Palmieri, subsecretario de Estado
para asuntos del hemisferio occidental– a 9 mercenarios. A la par, otros 6 lo
hicieron con Marcos Rubio y Carlos
Trujillo, embajador de USA ante la OEA. Por último, el vicepresidente
Mike Pence recibió a la sobredimensionada señorita Payá. En todos los casos el
propósito de sus reclamos fue el mismo: desconocer al sucesor de Raúl Castro;
apoyo para lograr el derribo del gobierno revolucionario y la liberación de los
presos políticos; incrementar las sanciones políticas-económicas contra los
dirigentes, su élite y beneficiarios; condenar la represión contra los
opositores, particularmente contra las Damas de Blanco; proveer Internet libre
a la Isla para saltarse
el nivel de censura y el reconocimiento
de la oposición como legítimo actor político.
La delegación de
Asamblea de la Resistencia Cubana, suerte de nodriza de varios grupúsculos
radicados en Miami fue recibida por Luis Galaresta, Presidente del Congreso
peruano, en la sala presidencial del
legislativo. En el intercambio Sylvia Iriondo, René Bolio y Orlando Gutiérrez
Boronat, acusaron al Gobierno cubano por “crímenes de lesa humanidad”,
exponiendo la necesidad de un bloque unitario latinoamericano que respalde la
liberación de Cuba y Venezuela”, además de solicitar una iniciativa
parlamentaria de apoyo a los presos políticos cubanos. Posteriormente, la coalición
antes mencionada tuvo una reunión con Carlos Trujillo, embajador
de USA ante la OEA, a quien se hizo la misma petición. El circo alcanzó su clímax
con la tercera audiencia pública de la inventada Comisión Internacional
Justicia Cuba, que realizó su tercera audiencia pública de exposición de supuestos crímenes de lesa humanidad del gobierno
cubano.
Otro grupo de
mercenarios asistió a un taller sobre la inclusión de género en la política,
organizado por el Centro de Apertura y Desarrollo para América Latina (CADAL)
en Buenos Aires; a encuentros con el Partido VOX y la ONG Amnistía
Internacional, y a la entrega del Premio Especial Iberoamericano de Periodismo
Ambiental y Desarrollo Sostenible, en España. A su vez, otros asistieron a un supuesto
evento literario en Colombia.