No cabe la menor de las
dudas de que representantes de la extrema derecha anticubana y sus aliados
intentan por todos los medios –valiéndose incluso de perversos mercenarios que
no representan la voluntad del pueblo cubano– de presionar al presidente
electo, Donald Trump, para que modifique la política USA hacia Cuba, en una
amalgama de posturas que confluyen en el franco intento de viciar el proceso de
acercamiento diplomático entre ambas naciones y los diálogos que sostienen
ambos gobiernos.
Un claro ejemplo que
involucra al grupo mafioso anticubano representado, entre otros, por Ileana
Ros-Lehtinen y Mario Díaz-Balart en este empeño desesperado, se puso de
manifiesto cuando ambos miembros del congreso USA instaron a Trump para que
modifique la política norteamericana hacia Cuba, en una rueda de prensa
realizada en Miami. A su reclamo se sumó una figura que está encontrando
espacio mediático como representante de los más retrógrados intereses anticubanos
en esta coyuntura, el ex congresista por Florida Lincoln Díaz-Balart y
liderzuelo por herencia de la organización terrorista “La
Rosa Blanca”.
Sin temor a dudas
estos sectores coinciden en el temor de que Trump haya usado a la extrema
derecha anticubana de La Florida en un juego electoral para ganar votos y opte
por continuar las débiles políticas de acercamiento diplomático trazadas por
Obama.
No podía faltar, para bochorno de los dignos hijos de su pueblo, el vocero vil y asalariado, representado en esta oportunidad por el mercenario Antonio Rodiles quien participó en un panel nombrado "Cuba en una encrucijada: Cómo el presidente Trump puede apoyar la libertad en la Isla", realizado en el Lehrman Auditorium de la Heritage Foundation. Se hizo acompañar en este show de agoreros por los reconocidos enemigos de Cuba, los ex subsecretarios de Estado para Asuntos del Hemisferio Occidental, Roger F. Noriega y Otto Reich, así como José Cárdenas, asesor para América Latina y el Caribe de la USAID, tradicional financista de la subversión anticubana.
Rodiles, para ir a un
cuestionable extremo, auguró: "Tarde
o temprano en Cuba la situación se tornará violenta". No sé realmente
a qué tipo de violencia amenazante se refirió, pero bien es cierto que el
pueblo cubano no se dejará pacíficamente arrebatar sus conquistas por potencias
extranjeras y sus títeres rendidos ante el oportunismo político y el sucio
dólar. El cínico contrarrevolucionario urgió a los EEUU para garantizar un
tránsito pacífico, lo que obviamente presupone más desembolso de dinero para
financiar a una insignificante y sobredimensionada “oposición”.
Todos los
participantes en este panel, aunque desde distintos enfoques, coincidieron en
que la futura administración Trump debía reorientar la política norteamericana
hacia Cuba. Obviamente dejaron claro que se debe aumentar todo tipo de presión
contra la Isla.
Cuba no cambiará su
destino socialista y su pueblo tampoco traicionará el legado histórico de
Fidel. Si la nueva administración de Trump –que no lo creo– opte por volver a
la agresividad ineficaz de las administraciones anteriores, nuestro pueblo
resistirá y defenderá a toda costa su soberanía y su gobernabilidad.
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