Siempre que surgen
preguntas sobre si es prudente seguir con un sistema de armamento costoso,
particularmente uno que se puso en marcha justo después de un programa que
presagiaba los mismos retrasos y problemas de financiamiento, es probable que
haya alguien en Washington dispuesto a señalar que los donativos de campaña
fueron la razón de que se autorizara.
Tres años tarde y
unos 200.000 millones de dólares sobre el presupuesto original, el programa del
Avión Caza de Ataque Conjunto F-35 (JSF, por sus siglas en inglés) por fin
iniciará operaciones este mes.
El avión de combate
estadounidense estuvo en desarrollo por casi 15 años, lo sometieron a seis años
de pruebas y sufrió múltiples fallas de hardware y software en el proceso. Una
vez que declaren que está listo para combate, será el sistema de armamento más
costoso de la historia.
También será la
aeronave más avanzada. Se dice que el F-35, al que también se conoce como Avión
Caza de Ataque Conjunto, es la aeronave más letal y versátil de la era moderna.
Combina capacidades avanzadas de invisibilidad, capacidades de bloqueo de
radar, velocidad supersónica, agilidad extrema y tecnología fusión de avanzada.
Pero después de
todo ese tiempo y dinero, los partidarios no han logrado apaciguar a los
detractores, quienes consideran que el F-35 es un desperdicio.
El avión de combate
indetectable de quinta generación se concibió en 2001 con el fin de actualizar
la flota táctica militar estadounidense y asegurarse de que los rivales no
desafíen a Estados Unidos en el aire.
“La superioridad
aérea es un principio esencial en nuestra estrategia de defensa nacional”, dijo
Jeff Miller, asambleísta republicano por Florida cuyo distrito electoral es
sede del principal centro nacional de adiestramiento para el F-35. “Tenemos
toda una gama de plataformas aéreas obsolescentes, algunas tienen tecnología
que data de las décadas de 1960 y 1970″.
Señaló que Rusia y
China son las principales razones por las que Estados Unidos ha estado tratando
de mejorar su poderío aéreo mientras retira las plataformas antiguas.
En vez de las
funciones especializadas de las aeronaves más antiguas, el F-35 de un solo
asiento puede ejecutar combates aire-aire, ataques aire-tierra, operaciones de
inteligencia, vigilancia y reconocimiento, según Lockheed Martin, el principal
contratista del programa JSF.
Se espera que las
fuerzas armadas anuncien este mes que la versión del F-35 para la Infantería de
Marina esté “listo para combate”, lo que significa que está lo suficientemente
desarrollado y que ha pasado las pruebas adecuadas para que lo vuelen en
misiones de combate. Aunque los Infantes de Marina no piensan desplegar el
avión hasta dentro de un año, la declaración es un hito para el programa porque
técnicamente está listo para el despliegue.
Además tiene varias
características innovadoras: el F-35 tiene un diseño único que permite que los
pilotos compartan datos con otros pilotos y con sus comandantes inmediatamente;
puede penetrar en territorio enemigo sin que los radares lo detecten, y su
cúpula da a los pilotos una vista de su entorno de 360 grados.
“El F-35 dará una
capacidad revolucionaria a Estados Unidos y sus aliados en las décadas por
venir”, dijo Michael Rein, portavoz de Lockheed Martin.
Los costos y los
reveses del programa
Sin embargo, el
costo de estos beneficios es de casi 400.000 millones de dólares (unos 25.000
millones de pesos) por 2,457 aviones, casi el doble del estimado inicial. El
mantenimiento y la operación del programa JSF a lo largo de su vida útil
costarán al Pentágono casi 1 billón de dólares (aproximadamente 16 billones de
pesos), según la Contraloría estadounidense (GAO, por sus siglas en inglés).
Este costo podría
aumentar ya que su entrada en operaciones se ha visto afectada por retrasos
programados y resultados decepcionantes en las pruebas… y podría haber más en
el horizonte.
El 29 de junio, se
publicaron en el sitio web War is Boring unos fragmentos de un informe filtrado
de un piloto de prueba que señalaba que el F-35 estaba “en clara desventaja en
cuestión de energía” en una simulación de combate aéreo que se llevó a cabo en
enero; señaló que era incapaz de virar lo suficientemente rápido como para
enfrentar al avión al que se espera que reemplace, el F-16.
Lockheed Martin
señaló que el informe que War is Boring presentó está incompleto e insistió en
que la aeronave que se usó en esta prueba no estaba equipada con el software,
el sistema de armamento ni el recubrimiento indetectable con el que cuentan los
aviones F-35 actuales.
“La tecnología de
los F-35 está diseñada para enfrentar, disparar y eliminar a su enemigo desde
distancias largas, no necesariamente en situaciones de ‘combate aéreo’ visual”,
señaló la empresa en un comunicado en el que subrayó las “numerosas ocasiones”
en las que el JSF ha derrotado al F-16 en simulaciones de combate.
Sin embargo, la
aguda crítica del piloto de pruebas es solo una parte de la más reciente ronda
de malas noticias.
En 2014, toda la
flota de F-35 quedó varada en tierra luego de que ocurriera un incendio en los
motores durante las pruebas y el programa tuvo problemas constantes con el
software que frenaron las pruebas de la misión y causaron retrasos.
También hubo
reveses en momentos clave, tales como el inicio del programa de vuelos de
prueba, la entrega de la primera aeronave lista para la producción en masa y
las pruebas de sistemas esenciales para las misiones, según la GAO.
“No creo que
estuviéramos preparados para la cantidad de problemas que iban a surgir en las
pruebas, ya fueran pruebas de la estructura, del fuselaje, de los motores, de
la integración del software o de los sistemas de armamento”, dijo Jerry
Hendrix, investigador sénior del Centro para la Nueva Seguridad Estadounidense.
El informe de la
GAO de abril indica que se pueden esperar futuros problemas técnicos que
probablemente eleven aún más los costos, ya que aún debe completarse casi el
40% de las pruebas de desarrollo del programa.
La lista de fallas
y defectos es larga, de acuerdo con la asambleísta demócrata por California,
Jackie Speier. Dijo que el sistema de logística del F-35 es poco confiable, la
estabilidad de sus motores es “sumamente deficiente” y el sistema electrónico
del casco de 400.000 dólares (unos 6.4 millones de pesos) hecho a la medida de
cada piloto actualmente es incapaz de distinguir entre un aliado y un enemigo.
“En el mejor de los
casos, cuando se declare la ‘capacidad de operación inicial’ a mediados de este
año, estaremos lanzando un avión inestable que no podrá ejecutar muchas de sus
misiones esenciales durante muchos años”, dijo Speier. “En el peor de los
casos, habrá gente herida o lo dejaremos guardado en el hangar y gastaremos
miles de millones de dólares en adaptaciones”.
El vocero de
Lockheed, Michael Rein, se ofendió con las afirmaciones de Speier.
“Nosotros vemos un
programa F-35 muy diferente. Nuestros principales líderes (en el Pentágono)
señalan que el avión tiene buen desempeño y cambiará la forma en la que
libraremos las guerras futuras”, dijo.
Agregó que cree que
la mayoría de las dificultades técnicas quedaron atrás.
“No hay problemas
técnicos que retrasen el programa”, dijo al señalar que la Infantería de Marina
está a punto de declarar que su versión del F-35 está lista para operar en
julio como se tiene programado.
El avión tiene
configuraciones y capacidades ligeramente diferentes para cada rama de las
fuerzas armadas, así que aunque la versión de los Infantes de Marina se declare
operativa a mediados de este año, no estará disponible para combate por al
menos dos años más y varias ramas estarán listas para usarlo hasta un tiempo
después.
“Nadie ha declarado
la victoria”, dijo Rein a CNN refiriéndose a la cantidad de pruebas y de
desarrollo que aún deben completarse. “A final de cuentas, no estamos
construyendo este avión para ir a exhibiciones aéreas y tomar fotos lindas. Se
construye para defender a Estados Unidos y a sus aliados si fuera necesario”.
¿F-22 = F-35?
Lo que acrecienta
la frustración de quienes han visto las dificultades del programa F-35 y los
costos crecientes es que el Pentágono ya ha visto esta película antes.
Los expertos y los
contratistas coinciden en que siempre surgen problemas inesperados en la fase
de pruebas de cualquier sistema de armamento que tiene como objetivo integrar
tecnología de punta, pero algunas personas dicen que los desafíos que se han
vivido con el F-35 podrían haberse evitado si los fabricantes y los
legisladores aplicaran lo aprendido del desarrollo de su otro avión de combate
de quinta generación, el F-22.
Y no solo del F-22.
“No solo se trata
de recordar al F-22 y los desafíos que enfrentamos con el F-22″, dijo Hendrix,
quien subrayó que siempre hay un “riesgo elevado” de que haya algunos problemas
de producción cuando se implementa tecnología nueva de esa clase. “Hay
problemas mayores relativos al diseño de la estructura y de la misión que se
remontan a varias décadas y que, francamente, deberíamos haber previsto
también”.
El objetivo del
F-22, predecesor del F-35, inicialmente era reemplazar a las aeronaves tácticas
obsolescentes que se habían usado desde la década de 1980. El Pentágono
planeaba reemplazar estas aeronaves más antiguas con una cantidad menor de
aviones indetectables más costosos, pero más capaces, según un informe de la
GAO de 2007.
Luego de que
iniciara el desarrollo del F-22, las condiciones de amenaza cambiaron, se
agregaron requisitos de ataques terrestres y de recopilación de información de
inteligencia y los costos unitarios subieron más del doble, según la GAO.
Mientras enfatizaba
que el F-22 y el F-35 eran “grandes logros” y “saltos cuánticos” en cuanto a
tecnología y capacidades, el director de Adquisiciones de Sistemas de Defensa
de la GAO, Michael Sullivan, dijo que los fabricantes se toparon con problemas
cuando empezaron la producción de ambas aeronaves, antes de que la tecnología
se hubiera desarrollado.
Esta estrategia de
producir antes de que la tecnología estuviera disponible, como se hizo con el
F-22 y el F-35, se conoce como concurrencia. Con esta estrategia se producen
menos aviones y se prueban en una etapa temprana del proceso de desarrollo.
Luego, se incrementa la tasa de producción cada año conforme madura la
tecnología.
Luego es necesario
hacer algunas modificaciones a estas aeronaves de acuerdo con los resultados de
los vuelos de prueba, pero Lockheed Martin señaló que esta estrategia les
permite entregar los aviones más pronto a cada rama de las fuerzas armadas.
Speier difirió con
Lockheed Martin respecto a que la concurrencia ayude a expeditar el proceso de
producción y afirmó que era el principal factor en el incremento del costo del
programa.
“Corrimos a comprar
una aeronave que tenía gran concurrencia durante las pruebas y luego ocultamos
los costos futuros al postergar las pruebas, las actualizaciones y las
adaptaciones”, dijo Speier, refiriéndose al F-22. “El resultado fue un programa
que tuvimos que cancelar luego de que se fabricaran 555 aviones menos de los
que la Fuerza Aérea quería inicialmente”.
Speier dijo que es
evidente que hay una tendencia similar con el F-35.
“La magnitud de
estos retrasos es abrumadora”, dijo. “El precio de agregar todas las pruebas,
las adaptaciones y las capacidades que la oficina encargada del programa ha
diferido será mayor que el costo total del programa F-22″.
El Pentágono gastó
casi 67,000 millones de dólares (aproximadamente un billón de pesos) en el
diseño, fabricación y despliegue de 187 naves F-22 entre 1997 y 2012.
Sin embargo, el
precio promedio de cada avión alcanzó los 412 millones de dólares (unos 6,600
millones de pesos) para 2014 por los costos agregados de modernización que a
final de cuentas provocaron que se detuviera la producción, según la GAO.
Aunque el costo
total del programa JSF ya supera lo que costó el programa F-22, se espera que
se obtengan considerablemente más aviones a un costo promedio de 135 millones
de dólares (unos 2,100 millones de pesos) por unidad, según cálculos de la GAO.
Sin embargo, la GAO
advirtió sobre los riesgos de los futuros aumentos de costos y los retrasos del
F-35 en vista de la magnitud de la concurrencia que hay en el programa.
Pero Lockheed
Martin defiende la forma en la que usa la concurrencia. En vez de detener por
completo la producción durante cada etapa de pruebas, la cadena de suministro
de Lockheed Martin ha logrado madurar al paso de la tecnología, dijo Rein. “Por
eso es una mejor estrategia que el método lineal de construir un poco, hacer
unas cuantas pruebas y luego tratar de empezar de nuevo”.
Sea como sea, los
reveses en los programas F-22 y F-35 tuvieron repercusiones en toda la
estrategia del Departamento de Defensa de Estados Unidos (DOD, por sus siglas
en inglés) en cuanto a la modernización de su poderío aéreo táctico, según el
informe de la GAO de 2007.
El informe indica
que los retrasos y la reducción en la cantidad de aeronaves compradas significa
que los recursos tuvieron que dedicarse a modificar las aeronaves existentes
para que siguieran siendo relevantes en términos operativos.
Donativos de
campaña
Siempre que surgen
preguntas sobre si es prudente seguir con un sistema de armamento costoso,
particularmente uno que se puso en marcha justo después de un programa que
presagiaba los mismos retrasos y problemas de financiamiento, es probable que
haya alguien en Washington dispuesto a señalar que los donativos de campaña
fueron la razón de que se autorizara.
“El JSF es un
programa importante para los contratistas y no querían que se cancelara”, dijo
Viveca Novak, del Centro de Políticas Receptivas, quien señaló que los
contratistas tienen la ventaja de que pueden apelar a varios legisladores
porque las partes de los aviones se construyen en muchas partes del país.
Los contratistas en
defensa usualmente son los principales donadores de las campañas, ya que los
comités de acción política que representan a estas empresas reparten millones
de dólares a los miembros de las campañas de los líderes de ambos partidos.
Estos donativos han
aumentado considerablemente desde que empezó el desarrollo del JSF en 2001 y
los partidarios del F-35 en el Capitolio usualmente están ligados a algunos de
los personajes más importantes de la industria militar.
Según la
organización de Novak, 2014 fue un año récord en cuanto a contribuciones del
principal contratista del JSF, Lockheed Martin (4.1 millones de dólares), así
como para los subcontratistas del programa, Northrop Grumman (4.1 millones de
dólares), United Technologies ($2.1 millones de dólares) and BAE ($1.4 millones
de dólares).
La Comisión de
Servicios Armados y la Comisión de Presupuesto de la Asamblea de
Representantes, así como la Comisión de Presupuesto del Senado, fueron los
objetivos principales de todas estas empresas; los legisladores que forman
parte de esas comisiones recibieron en total 1.7 millones de dólares, 1.3
millones de de dólares y 658,499 dólares, respectivamente, según el análisis
del Center for Responsive Politics.
“Al parecer los
contratistas buscan a los legisladores muy poderosos”, dijo Novak. “En vista de
que el programa ha tenido muchos problemas, podría ser que la intención de las
contribuciones es superar los defectos evidentes en el sistema”.
El principal
receptor de los donativos de campaña de Lockheed Martin fue Mac Thornberry,
asambleísta republicano por Texas y presidente de la Comisión de Servicios
Armados de la Asamblea, quien recibió 75,900 dólares (cerca de 1.1 millones de
pesos) de parte del gigante de la industria militar en 2014. Su campaña también
recibió 29,000 dólares más de parte de Northrop Grumann ese mismo año.
El líder de la
mayoría en el Senado, Mitch McConnell, de Kentucky; el asambleísta republicano
por Ohio y presidente de la Subcomisión de Vigilancia de los Servicios Armados
de la Asamblea, Michael Turner, y el asambleísta por Washington y principal
demócrata de la comisión, Adam Smith, también recibieron contribuciones
considerables.
Thornberry,
McConnell, Turner y Smith no respondieron a las solicitudes de comentarios y
declinaron hablar con CNN oficialmente.
El comité de
campaña del asambleísta por Florida, Jeff Miller, recibió 11,000 dólares de
Lockheed Martin y BAE Systems en 2014.
Miller ha sido
constante partidario del JSF y también fue esencial para establecer la Base
Eglin de la Fuerza Aérea en su distrito, que sería el principal centro de
adiestramiento para el F-35 en Estados Unidos según su sitio web.
Miller, miembro de
la directiva de la Comisión de Servicios Armados de la Asamblea, se opuso
firmemente a una reforma que Speier propuso en abril, con la que se eliminarían
seis aviones F-35 de la orden de compra de la Fuerza Aérea.
“Estoy a favor de
un sistema de rendición de cuentas transparente que permita a los electores
saber quién ha respaldado la campaña de un funcionario electo”, dijo Miller
cuando se le preguntó sobre la influencia de los donativos de campaña en las
prioridades políticas. “Siento que la mayoría de los donadores esperan
encontrar a un funcionario electo que haga su mejor esfuerzo para que el
gobierno funcione y que usará su criterio para tomar decisiones políticas y
legislativas”.
Muchos legisladores
y miembros del personal piensan, igual que Miller, que los donativos de campaña
no dictan directamente las decisiones políticas ni inclinan considerablemente
los objetivos políticos a costa del pueblo estadounidense.
“Esa clase de
acusación (muestra) la ignorancia respecto a la historia de la Comisión en el
tema del F-35″, dijo a CNN un asistente de la Comisión de Servicios Armados
quien habló bajo anonimato en respuesta a las críticas de Novak; señaló que la
comisión ha promovido los informes de las investigaciones de la GAO.
“Los miembros están
muy concentrados en las consecuencias de una política errónea, particularmente
en temas de seguridad nacional”, dijo el asistente. “Hay una preocupación
abrumadora por los soldados y por mantener a salvo al país”.
El futuro del JSF
Sin importar cuál
sea el efecto de las contribuciones de campaña, está claro que muchos expertos
y legisladores que estaban preocupados por el plan de negocios del programa
F-35 cuando empezó en 2001 aún tienen dudas, lo que provoca que pongan en tela
de juicio la viabilidad a largo plazo del JSF.
“Tras sufrir años
de crecimiento de costos y de retrasos inaceptables, parece que el programa
empezó a estabilizarse. Con todo, persisten los desafíos en cuanto a costos,
viabilidad y tecnología”, dijo el senador republicano por Arizona, John McCain,
quien ha criticado el programa F-35 desde hace tiempo.
“Esta comisión
seguirá estudiando minuciosamente la gestión general y el desempeño del
programa F-35 y haremos que los individuos rindan cuentas”, dijo durante una
audiencia de la Comisión de Servicios Armados del Senado en marzo de este año.
Miller respondió
que los programas ambiciosos como este siempre tienen problemas.
“Uno podría
sentirse presionado para encontrar el programa gubernamental perfecto y estoy
seguro de que algunos de mis colegas tenían menos esperanzas que otros en las
primeras etapas del programa JSF”, dijo.
Lockheed Martin
reconoce abiertamente la historia controversial del JSF, particularmente
durante principios y mediados de la década de 2000, cuando los administradores
del programa hicieron “suposiciones exageradamente optimistas” respecto al
itinerario de pruebas y producción, dijo Rein, el vocero de Lockheed Martin.
“No dejaron mucho
margen por si se encontraba algo o si algo no salía conforme a lo planeado”,
explicó.
Sin embargo, la
empresa señala que los costos han bajado en general desde que los fabricantes y
los legisladores reevaluaron los costos base del programa.
“El programa F-35
no ha solicitado al Congreso un centavo más de lo que ya contempla el
presupuesto” porque la base del programa se volvió a trazar de forma que
Lockheed Martin pagará por cualquier excedente del presupuesto, dijo Rein. “Lo
que tenemos que hacer es pedirle a la gente que juzgue el programa que ya está
en marcha y no el de 2007 o 2008″.
No todos están
convencidos de que el programa está listo para que se incrementen los niveles
de producción. A pesar de todo, Speier y otros críticos creen que el programa
está muy avanzado y la necesidad de contar con aeronaves actualizadas es
demasiado grande como para que tenga sentido poner fin al programa completo.
A pesar de que
criticó que los programas JSF y F-22 adoptaran una estrategia de producción de
compra previa y de que incluso recomendó que se retrasara el programa F-35 al
principio porque había inquietudes respecto al diseño del prototipo inicial del
avión, Sullivan, de la GAO, dijo que su dependencia nunca propuso que se
cancelara completamente ni recomendaría desechar el programa a estas alturas.
“El JSF es algo ya
concretado porque el programa ya está bien entrado en la etapa de producción…
así que no creemos que sería inteligente cancelar el programa”, dijo Sullivan.
Sin embargo, la GAO
recomendó al Departamento de Defensa que evaluara la viabilidad de su plan de
aumentar considerablemente la cantidad de F-35 que comprará a lo largo de los
próximos años, ya que las proyecciones actuales reflejan varias afirmaciones
sobre el avance técnico y el financiamiento futuro del programa que podrían ser
inexactas.
“Va a ser una
aeronave genial, pero el modelo de negocios que tenían al principio muestra que
apresuraron las cosas y ahora lo están pagando”, dijo Sullivan.
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