La embajadora de norteamericana
ante la ONU, Nikki Haley, al viejo estilo de los inquisidores yanquis,
aprovechó su estancia en Colombia, donde asistió a la toma de Iván Duque como
nuevo presidente de esa nación, para presionar a las naciones de la región para
adoptar una postura más crítica (entiéndase sumisa) ante los planes de EEUU
para la región, particularmente contra el gobierno venezolano de Nicolás
Maduro. Su intención de sacar al gobierno bolivariano por cualquier medio se
hizo patente no solo en sus declaraciones públicas sino también en sus
contactos tras bambalinas. Por supuesto, los ataques contra Cuba no faltaron.
La Haley anunció su
intención de usar al Consejo de Seguridad de la ONU para tratar de buscar la
salida de Daniel Ortega en Nicaragua y cambios favorables a su estrategia
intervencionista en América Latina.
Sin embargo, sus
amenazas presagiaron acciones venideras y peligrosas contra Bolivia y contra el
gobierno de Evo Morales, al declarar: “Bolivia
es el próximo país del que debemos estar atentos”. Para ello, ya EEUU está
tanteando el panorama electoral venidero en 2019 con vistas a obstaculizar “el
proyecto de continuidad político-electoral del líder indígena e interrumpir el
proceso de cambio”, tal como acertadamente señala Hugo Moldiz Mercado en su
trabajo recientemente publicado bajo el título de “EEUU
despliega su tercer gran intento desestabilizador contra Evo”.
Atentos debemos estar
los revolucionarios latinoamericanos ante esta ofensiva siniestra de Estados
Unidos y sus peones serviles de nuestro continente.
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