Elliot Abrams y Mike Pompeo |
Elliott Abrams, uno de los
más recalcitrantes especímenes del ultra conservadurismo norteamericano ha sido
designado por un díscolo Trump, aupado por la triada Rubio-Pompeo-Bolton, con
el peligroso cargo enviado especial del gobierno de EEUU para encargarse de
supervisar las acciones políticas contra el gobierno de Nicolás Maduro. No
importaron al mandatario las desavenencias con Trump en algunos temas de
política internacional, ni que el ocupante de la Casa Blanca le haya rechazado
una vez para el puesto de subsecretario de Estado, ni las críticas hechas
alguna vez por el “elegido” al ahora presidente yanqui durante su campaña en
2016.
Según Pompeo, su estreno en
el nuevo cargo será acompañarlo mañana 26, a Nueva York, para participar en la reunión de urgencia del
Consejo de Seguridad de la ONU, solicitada por Estados Unidos para buscar el
reconocimiento de Juan Guaidó como presidente venezolano. Luego viajará por los
países aliados a Washington en la articulación del golpe de estado contra
Maduro, sin descartar que ponga una base de dirección de operaciones en
Colombia, Brasil o Argentina.
Abrams cuenta con un largo
historial que lo avala para tal designación, ya que en su larga carrera ha
hecho gala de falta de escrúpulos, ambiciones desmedidas y ha sabido mentir
cuando resulta necesario a las élites de poder en USA. Cuenta también con el
apoyo del deep state dados sus vínculos añejos con la CIA y otras agencias de
espionaje como el Mossad, así como el ser un baluarte dentro del poderoso e
influyente Consejo de Relaciones Exteriores, donde ha laborado como es
investigador principal para estudios sobre el Medio Oriente. De hecho, ha sido
un fuerte lobista a favor de Israel desde sus cargos como asesor del Instituto
de la democracia de Israel, miembro de la junta del Instituto de Política del
Pueblo Judío y del Fondo Tikvah.
Presentado por Pompeo como “un
verdadero activo para nuestra misión de ayudar al pueblo venezolano a restaurar
por completo la democracia y la prosperidad en su país", dado que ha
tenido experiencia anterior que lo vincula con el fallido golpe militar contra
Chávez en el 2002, su experiencia en conspiraciones negras en varias regiones
del mundo –particularmente en Latinoamérica, África y el Medio Oriente– le
hacen potencialmente útil a los planes norteamericanos de derrocar a Maduro.
Mucho más si se tiene en cuenta su manera de pensar, cuando declaró en Madrid,
el 30 de junio de 2009 durante la segunda jornada del curso “La libertad en
tiempos de crisis” del Campus FAES, lo siguiente: “Si se quiere paz en una región no
basta con negociar”.
Desde sus diversos puestos
en las administraciones de Ronald Reagan y George W. Bush, fue artífice de los
más nefastos hechos injerencistas, tales como incluido el apoyo a la contra nicaragüense que
lo involucró de lleno en el escándalo Irán-Contra y a la invasión
estadounidense de Irak, la aceptación de
las dictaduras del Cono Sur y encubrimiento de las atrocidades cometidas en Guatemala,
El Salvador y Nicaragua.
Declarado culpable en 1991
por mentir al Congreso, fue perdonado por George HW Bush en la navidad de 1992.
Fue uno de los diseñadores
de la National Endowment for Democracy (NED), tapadera de la CIA para
desarrollar planes subversivos en todo el mundo, particularmente en
Latinoamérica, usando la manipulación de los DDHH para vulnerar soberanías y
propiciar una encarnizada guerra mediática contra las naciones progresistas.
Abrams, junto a Otto Reich y Oliver North, vincula a la NED con dos entes
secretos del Consejo de Seguridad Nacional –la Office of Public Diplomacy y el
proyecto Democracy–, quienes se desempeñarán en tareas de manipulación de
información y propaganda, así como fabricar grupúsculos que actúen al servicio
de USA. Es conocido en el desarrollo de estas operaciones secretas con el
seudónimo Gladiador. Este camino lo lleva, incluso, a vincularse al Opus Dei.
Elliot
Abrams, junto a otros cuatro diplomáticos (Otto J. Reich, José S. Sorzano,
Everett E. Briggs y James C. Casson) envió una carta publicada
por el Centro para una Cuba Libre, con sede en Washington, a Donald Trump, el 5 de enero
de 2017, donde le instan para que en sus primeros 100 días de mandato rescinda
las órdenes ejecutivas de Barack Obama relativas a Cuba, ya que: "La
política estadounidense hacia Cuba y hacia cualquier otro lugar debe ser
consecuente con la ley de Estados Unidos".
Al designar a Abrams para
dirigir la política norteamericana hacia Venezuela no se hace otra cosa que
bendecir las futuras y descabelladas acciones que lleve a cabo este conspirador
y provocador, experto en operaciones negras y de bandera falsa, lo que hace que
su venidero desempeño deba ser bien vigilado por todos.
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