Por Luciana Bertoia
En diciembre de 1975 el Ejército
Revolucionario del Pueblo (ERP) emprendió el mayor combate librado en Argentina
entre la guerrilla y las fuerzas estatales. Por el despliegue de efectivos y
medios, la duración de los enfrentamientos y el amplio teatro de operaciones que
abarcaron, el ataque al Batallón de Arsenales “Domingo Viejobueno”, próximo a la
localidad bonaerense de Monte Chingolo, y las acciones que lo acompañaron,
constituyeron una verdadera batalla.
Video: http://youtu.be/r7Rk4q1i2zM
Monte Chingolo
El 23 de diciembre de 1975, el Ejército
Revolucionario del Pueblo (ERP) intentaba copar el depósito de arsenales de
Monte Chingolo pero la acción ya estaba cantada. Una feroz represión a los
combatientes y a los vecinos de la zona fue el saldo.
La acción que se llevó a cabo el 23 de
diciembre de 1975 en el sur del conurbano había sido planificada para extraer
armas del batallón Domingo Viejobueno de Monte Chingolo, un importante depósito
de arsenales. El armamento guerrillero era escaso en esos tiempos y con una
operación de semejante envergadura se podrían solucionar varios de los problemas
que acarreaba la escasez. Y, según explican los protagonistas, se podría dar un
paso adelante en la lucha revolucionaria. Sin embargo, Monte Chingolo se
convirtió en la derrota más sangrienta de la guerrilla urbana en la
Argentina.
Una gran cantidad de combatientes habían
sido designados para intervenir en la toma del Batallón de Arsenales 601. El
Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP) había dispuesto para esta acción a su
unidad militar más numerosa, el Batallón General San Martín que estaba integrado
por tres compañías. El grupo de asalto guerrillero estaba al mando del capitán
Abigail Attademo. Por su parte, militantes del Partido Revolucionario de los
Trabajadores (PRT) participaban de actividades de contención, que tenían como
objetivo el corte de las vías de acceso desde la Capital Federal y la zona oeste
a la zona sur del Gran Buenos Aires.
Tal como se explicaba en un boletín
interno de la organización dado a conocer a cuatro días del fracaso del
copamiento, el ERP planeaba extraer de Viejobueno alrededor de 20 toneladas de
armamentos: 900 FAL con 60.000 tiros, 100 m-15 con 100.000 tiros, seis cañones
antiaéreos automáticos de 20 milímetros, quince cañones sin retroceso, itakas
con sus proyectiles y 150 subametralladoras. Sin embargo, este objetivo no se
pudo completar.
El fracaso del operativo que comenzó
antes de las 20 del día anterior a la nochebuena se debió a la infiltración
dentro de la organización revolucionaria de un agente del Servicio de
Inteligencia del Ejército (SIE). Así fue como las fuentes castrenses previeron
que el golpe del ERP se realizaría en Monte Chingolo. Y los
esperaron.
Las cifras dejan en evidencia la
magnitud de la masacre. “Más de cuarenta combatientes del ERP, cinco militares
-tres de ellos, conscriptos- y una cantidad nunca determinada de vecinos
murieron en el cuartel y sus inmediaciones, durante y después del mayor
enfrentamiento librado en la Argentina entre una fuerza guerrillera y efectivos
militares”, detalla Gustavo Plis-Sterenberg en su libro “Monte
Chingolo”.
Años después se supo que efectivamente
hubo combatientes que cayeron prisioneros dentro del predio de Viejobueno y
cuyos cuerpos nunca aparecieron. El diario Página/12 aseguró en 1999 que tuvo
acceso a una información militar en la que se hablaba claramente de
sobrevivientes. “A las 3.30 de la madrugada del 24 de diciembre, siete horas
después de comenzado el ataque al Batallón de Arsenales y cuando el
enfrentamiento había finalizado, el escribiente militar detalla que 'el Capitán
Lazzarano con cinco vehículos marcha a transportar detenidos, custodiados por la
fracción al mando del Teniente Silvani'. Media hora más tarde se detalla que
'regresa la columna con los detenidos'. A partir de este momento, el registro
sólo refleja los preparativos efectuados para recibir la visita del Comandante
de la fuerza, general Jorge Videla”, repasa el periodista Eduardo
Tagliaferro.
“Nuestros compañeros no cayeron
combatiendo sino que después de haber sido hecho prisioneros fueron asesinados
por las fuerzas del Ejército. De estos 50 compañeros, yo creo que más o menos
unos 20 deben haber caído en combate y los otros 30 deben haber sido
asesinados”, comentó a esta cronista Daniel De Santis, ex dirigente del Partido
Revolucionario de los Trabajadores (PRT).
El Oso
Jesús Ramés Ranier se incorporó al ERP a
fines de 1974. Había militado en las Fuerzas Armadas Peronistas 17 de octubre
(FAP-17 de octubre) y tenía buenos amigos en la derecha sindical peronista. Tal
como se explica en el libro “Monte Chingolo”, Ranier se convierte en “filtro”
después de caer en manos de la Policía. Tras ser capturado en una pinza montada
por la Bonaerense, el “Oso” se quiebra rápidamente. Así es como, atemorizado por
su vida y la de su familia, empieza a trabajar para los servicios de
Inteligencia.
Los contactos de Ranier serían con el
jefe de la división Situación General del Batallón 601 de Inteligencia del
Ejército, el coronel Carlos Antonio Españadero. Este militar al que el “Oso” le
suministraría información por teléfono era más conocido por su alias
“Peirano”.
Aunque la misión de Ranier no se basaba
únicamente en su supervivencia. Se podría decir que su función era vocacional.
El traidor cobraba un sueldo mensual, por lo que su caracterización como agente
es más que acertada. Y recibía grandes premios por delatar una acción importante
o por señalar a un militante notorio de la organización.
En la revista El Combatiente del
miércoles 21 de enero de 1976 aparece publicada la confesión del “Oso”. Allí, el
infiltrado declara que ganaba mensualmente la suma de 1.200.000 pesos y que por
entregar la operación de Monte Chingolo recibió 30 millones de
pesos.
Al actuar dentro del ámbito de Logística
del ERP, el “Oso” conocía algunas casas operativas y sabía hacia dónde se
trasladaban armas. Además, como era chofer, podía tener manejo de la mayoría de
las municiones que debía entregar a los militantes.
Al respecto, De Santis recuerda el
encuentro que tuvo con Ranier antes del intento de copamiento de Monte Chingolo.
Daniel iba a participar en una contención en el Puente Ocho. Pero para hacerlo
los ocho integrantes de la escuadra erpiana necesitaban el armamento y los
autos, que debería entregarles justamente el infiltrado. El compilador de “A
vencer o morir” revive el encuentro en el Parque de Lomas de Zamora: “Estaba en
la cita con un pañuelo (que era la contraseña) y veo aparecer un Ford Falcon
-color crema- con dos personas a bordo. El que manejaba tenía el aspecto
característico de los integrantes de los servicios de inteligencia y de la
policía, sobre todo, de la provincia de Buenos Aires. Dudé un momento si irme o
no. Me quedé porque era la cita. Este auto, que venía a gran velocidad, cuando
me vio, se detuvo y subí.”
Pero el indicador más certero de que se
podía tratar de un miembro de los Servicios de Inteligencia apareció en la
conversación: “Antes de entregarme al lugar donde estaban ubicados los coches
con las armas, me preguntaba: 'Adónde vas a ir', 'Adónde te
llevamos'“
Acto seguido, al militante del PRT le
explican cómo hicieron para llegar a la cita desde la zona de Quilmes. La
anécdota fue tan sorprendente que Daniel sólo atinó a pesar que la gente del ERP
era muy intrépida. “Me contaron que la cita se la habían dado en la zona de
Quilmes diez minutos antes y habían tenido que venir a toda velocidad por la
avenida Pasco con las luces prendidas. El 'Oso' había sacado una pistola y se
abría paso entre los demás vehículos como si fuera un auto de la
policía”.
Después de lo vivido, De Santis comentó
con su responsable sus sospechas. Pero todo fue peor cuando el 23, ya en el
Puente Ocho, los combatientes abrieron los baúles de los autos y notaron que
faltaba gran parte del armamento. En un primer instante, debieron recomponerse
del golpe anímico que significó la falta de las armas pero así y todo pudieron
cumplir con su función y cortar el acceso.
Aunque había evidencias más elocuentes
para suponer que la organización revolucionaria estaba infiltrada y que la
acción había sido entregada, no hubo marcha atrás. Días antes del intento de
toma caían trece dirigentes del área de Logística y el comandante Pedro Juan
Eliseo Ledesma. A pesar de esto, el Buró Político decidió seguir en pie con la
operación.
El traidor a la causa revolucionaria
Tres días después del fracaso de la
acción, el 26 de diciembre de 1975, los integrantes del Buró Político se
plantearon la posibilidad de que los estuvieran esperando dentro del
Batallón.
Después de hacer una lista de las caídas
más importantes y de las personas que tuvieron alguna relación, se hizo evidente
un dato. El “Oso” aparecía siempre, a pesar de los diferentes descartes. Él
siempre había concurrido a la cita o había trasladado
armamento.
Por eso, se empezaron a buscar sus
antecedentes, que eran nulos. La certeza de su delación era casi total pero no
se tenían pruebas definitivas. Así que se decidió detenerlo e
interrogarlo.
El 28 de diciembre una escuadra detuvo a
Ranier junto a otro militante leal, “Coco”. A éste se le había asignado la
misión de simular la detención. La idea era ejemplificar con “Coco” el posible
maltrato que sufriría el “Oso” si no confesaba. Aunque la tortura física quedaba
desterrada para el ERP, después de que Mario Roberto Santucho afirmara que la
guerrilla no podía emplear los mismos mecanismos que el
enemigo.
El 13 de enero un Tribunal
Revolucionario condenó a Jesús Ramés Ranier por “traición a la revolución y
delación al enemigo”. La pena era una sola: la muerte.
A Ranier le fue comunicado su destino y
se le preguntó cómo prefería morir: con la inyección letal o con un disparo. El
“Oso” prefirió la segunda opción. Nunca había sido un valiente. En su supuesta
militancia, había procurado evitar cualquier enfrentamiento
armado.
El 14 de enero de 1976 aparecía un
cadáver en Flores. Era el de un hombre joven -de unos 29 años- y corpulento. Un
epitafio lo acompañaba: “Soy Jesús Ranier, traidor a la revolución y entregador
de mis compañeros”.
En su condena pesaban las detenciones,
desapariciones y ejecuciones de muchos militantes, la entrega de talleres de
armamentos y automotores, las cárceles del pueblo de Pilar y Florencio Varela,
un depósito de propaganda y la acción del Batallón 601.
La sentencia del Tribunal Revolucionario
era aleccionadora: “La justicia popular tarde o temprano descargará su fuerte
brazo sobre los criminales contrarrevolucionarios, sobre todos los que realizan
crímenes contra el pueblo”.
Fuente: www.anred.org, diciembre
2006
Gloria a los héroes de
Monte Chingolo
Por PRT - Argentina (Pedro, corresponsal
de Estrella Roja)
Hace unos días se encontraron la
totalidad de los restos de los compañeros caídos en combate en el copamiento del
Batallón de Arsenales “Domingo Viejobueno” de Monte Chingolo, el 23 de diciembre
de 1975. Algunos de los restos ya habían sido encontrados en ocasiones
anteriores.
Estos son los restos de los compañeros
que cayeron dentro del batallón y en el perímetro inmediato al mismo. Muchos de
ellos heridos y luego fusilados, aplastados por tanques y topadoras, torturados
aún en sus últimos momentos de vida.
Quedan aún las palabras sorprendidas de
los mismos militares asesinos y genocidas que no podían creer la moral de
combate de nuestros compañeros, que en su último aliento cantaban la marcha del
Ejército Revolucionario del Pueblo y gritaban “Vivas” a la Revolución, a pesar
de la inferioridad de fuerzas. El mayor ejemplo de esta moral se vislumbra en el
hecho de que aún cuando los compañeros habían sido traicionados por un
infiltrado (el Oso Ranier, posteriormente ejecutado por la Justicia
Revolucionaria), eran esperados y contaban con escaso armamento (que en muchos
casos estaba saboteado), nuestro glorioso ERP bajo la Dirección político militar
de nuestro Partido, con menos de 150 compañeros, llegó a tomar casi el 70% del
batallón contra más de 3500 efectivos parapetados con armamento pesado y apoyo
aéreo. 4 regimientos de tierra, 2 de aire, la Policía Provincial y la Federal
fueron necesarios para detener la justa acción revolucionaria que tenía como
objetivo armar al pueblo para enfrentar en mejores condiciones a la dictadura
militar del 76.
Dichos compañeros fueron parte del
batallón “José de San Martín” conformado por las compañías “Héroes de Trelew”,
“Juan de Olivera” y “José Luis Castrogiovanni”, pero muy especialmente de la
unidad de combate “Guillermo Rubén Pérez”, conformada por integrantes de las
compañías “Castrogiovanni” y la “Compañía de Monte Ramón Rosa Giménez”, más un
grupo de las compañías “Decididos de Córdoba” y “Che Guevara”. El Comandante
Juan Eliseo Ledesma, el “Comandante Pedro”, había caído con oficiales de nuestro
ERP días atrás, y que en esos momentos agonizaba destripado en las mazmorras de
Campo de Mayo, pero aún así sin traicionar a sus compañeros. Todo lo contrario,
mostrando su profunda moral revolucionaria y con la causa histórica del
proletariado, enfrentado victorioso el combate contra el
enemigo.
Estos compañeros, luchadores y
guerrilleros, formaron parte de los alrededor de 5.000 compañeros que cayeron
desde la fundación del Partido, ya sea como integrantes del Partido o el
Ejército, familiares de los mismos o simplemente personas que colaboraron con
esta lucha, como los más de 1000 asesinados y desaparecidos en los alrededores
del monte tucumano por ser sospechosos de ayudar o simplemente simpatizar con la
heroica “Compañía de Monte Ramón Rosa Jiménez”.
Muchos de nuestros compañeros son
desconocidos por las necesidades de tabicamiento, o sólo conocidos por su nombre
de guerra. En Monte Chingolo hubo varios compañeros sin identificar, pero es
justo que recordemos a aquellos que dieron su vida, y que honremos dicha vida
como ejemplo de lucha, de moral revolucionaria, de compromiso con la patria
socialista, DEL CAMINO QUE DEBEMOS CONTINUAR, DEL CAMINO QUE ESTAMOS
CONTINUANDO.
Sus nombres son:
Daniel
Barbate, 21 años
Francisco
Blanco, 21 años
Hugo Boca,
17 años (JG)
Carlos
Bonet
Aída
Bruchstein, 24 años
Alejandro
Bulit
Roberto
Cejas, 22 años
Carlos
Cingualbe, 28 años
Hugo
Colautti, 32 años
Jorge
Correa, 19 años
Carlos
Crespo
Francisco
Cuello, 31 años
Eduardo
Delfino
Nelly
Enatarriaga, 31 años
Eduardo
Escobar Bustos, 23 años
Orlando
Fabián, 24 años
Norma
Finocchiaro, 25 (embarazada, asesinada a culatazos)
Ernesto
García, 20 años
Silvia
Gatto, 24 años
Angel
Gonzalez, 25 años
Tristán
Guanziroli
Ismael
Islas Ibarra, 50 años
Mónica
Lafuente, 21 años
Vicente
Lasorba, 25 años
Ana María
Lezcano, 25 años, embarazada, detenida con vida apareció en el Riachuelo con un
compañero no identificado.
Ana María
Liendo, 25 años
Omar
Lorenzo Rodríguez
Carlos
Machado, 23 años
María
Marabotto de Escobar, 16 años (JG)
Alejandro
Mastrogiovanni, 24 años
Luis
Menéndez, 27 años
Rubén
Mensi, 21 años
Ismael
Monzón, 19 (JG)
Víctor
Mosqueira, 19 años
Carlos
Oroño
Cristóbal
Paredes
Guillermo
Ramos Berdaguer, 21 años
Nancy
Rinaldi, 25 años
Guillermo
Salinas, 35 años
Humberto
Salvador, 22 años
Carmen
Sánchez, 20 años
Miguel
Sánchez, 24 años
Guillermo
San Martín, 23
Abel Santa
Cruz Melgarejo, 21 años
Gastón
Schottenfeld, 19 años (JG)
Rodolfo
Siba
Luis
Sportuno, 20 años
Carlos
Stanley, 22 años
Roberto
Stegmayer, 31 años
Enrique
Tauil, 26 años
Claudio
Tisminetzky, 21 años
Juan
Carlos Valencia, 43 años
Víctor
Vázquez Valdivia, 30 años
Más nueve
camaradas sin identificar.
Hoy el Equipo Argentino de Antroplogía
Forense está trabajando para identificar los restos de nuestros compañeros,
cuyos nombres han vencido a la muerte para convertirse en ejemplo de lo que un
revolucionario debe ser, el compromiso de luchar hasta las últimas consecuencias
A VENCER O MORIR, guerrilleros heroicos que siguieron el ejemplo del gran
comandante Ernesto Che Guevara. Nuestros héroes, nuestros queridos compañeros,
los mejores de la generación revolucionaria de los 60 y 70 cayeron luchando,
combatiendo, no pidamos que ellos hagan el trabajo que ahora nos toca a
nosotros, los que quedamos y las nuevas generaciones de revolucionarios. Basta
de “memorias” que matan la memoria de lo que nuestros compañeros fueron:
luchadores, clasistas, guerrilleros, REVOLUCIONARIOS. Este gobierno burgués no
podrá apropiarse de estos caídos, de los héroes, porque ellos no lucharon por
este país de exclusión, de súper explotación, de entrega, de hambre, miseria y
muerte. Ellos lucharon contra lo que este gobierno
representa.
No olvidamos los nombres de nuestros
compañeros, su pensamiento y ejemplo. Su accionar vive en la Reconstrucción del
PRT, en la construcción del PRT Santucho, en el camino de la Guerra
Revolucionaria Popular y Prolongada, hasta la Victoria,
SIEMPRE.
62 Compañeros Héroes de Monte Chingolo:
Presentes!!!
5.000 Héroes de nuestro PRT-ERP, 30.000
detenidos desaparecidos: ESTAMOS CUMPLIENDO!!!
A VENCER O MORIR POR LA
ARGENTINA!!!
Agencia de
Noticias Nueva Colombia, ANNCOL
Web: www.anncol.eu, Redacción: editar@anncol.eu,
YouTube: http://www.youtube.com/user/anncol4?feature=mhee
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