Agencia de
Noticias Nueva Colombia, ANNCOL
Web: www.anncol.eu, Redacción: editar@anncol.eu,
YouTube: http://www.youtube.com/user/anncol4?feature=mhee
Web: www.anncol.eu, Redacción: editar@anncol.eu,
YouTube: http://www.youtube.com/user/anncol4?feature=mhee
Por Narciso Isa
Conde
El coronel Francisco Alberto Caamaño, abrazado con
el pueblo, hizo historia: encabezó la principal gesta del siglo XX: la
revolución de democrática de abril 1965 y la Guerra Patria contra el invasor
impenitente.
Pasado unos años, lleno de indignación, desembarcó
con estampa guerrillera en Playa Caracoles desde Cuba para trascender a la
eternidad.
Camacho,
desarmado luchando contra los invasores estadounidenses, "las Boinas Verdes", 1965. |
Capturando herido, un 16 de febrero de 1973, fue
fusilado, descuartizado y quemado sus restos. Mucho odio y demasiado temor
inspiraron esa pérfida determinación gubernamental.
Informado el presidente Balaguer de su captura, le
expresó al general Ramón Emilio Jiménez (hijo), entonces Secretario de Estado de
las Fuerzas Armadas, que “en el país no había cárceles para un hombre como el
coronel Caamaño”, dejando bien insinuado que procediera a su
fusilamiento.
El general Ramiro Matos Gonzáles, anticomunista de
“tomo y lomo”, quien dirigió la persecución y el cerco militar contra la
escuadra guerrillera comandada por Caamaño, en ningún momento advirtió a sus
compañeros militares que los canones internacionales y los derechos humanos
universalmente consagrados impedían asesinar al comandante apresado. Consintió,
por tanto, el fusilamiento.
No podían faltar como figuras relevantes de esa
horrenda determinación “in sito”, el propio ministro Ramón Emilio Jiménez
(Milo), el general Beauchamps Javier, el general Enríquez Pérez y Pérez y el
mayor Pou Castro; estos dos últimos vinculados, junto al general Salvador
Lluberes Montás, a los crímenes mas siniestros de esa época, siempre en estrecha
relación con la CIA y la mafia cubana de OMEGA 7 en Miami.
Tampoco podían estar ausentes otros
oficiales-sicarios, encargados de las vejaciones, el fusilamiento y la que quema
del cadáver. Tampoco los agentes encubiertos de la CIA, mandatados para
verificar la muerte del Coronel de Abril.
Balaguer los interpretó “al pie de la letra”,
mientras sus peones mayores y los envidiados de Washington se cercioraban de que
todo lo perversamente decidido fuera debidamente consumado.
Estremece el parecido de ese crimen de lesa
humanidad con lo acontecido en 1967 en la Higuera, en Bolivia, con el comandante
Ernesto -Che- Guevara.
Varían los protagonistas locales, los jefes
militares y de Estado, pero tienen en común el desenlace a tono con el patrón de
la Agencia Central de Inteligencia (CIA) para ese tipo de situaciones y frente a
ese tipo de líderes.
Coinciden también ese asesinato y el del Orlando
Martínez (1975) en la participación directa de una parte de la “plana mayor” del
estamento militar del país y del presidente de la república; precisamente de
aquellos altos oficiales calificados por el propio Orlando en su columna
Microscopio como de “horca y la cuchillo”, los mismos que poco después, con la
misma matriz CIA detrás, ordenaron su asesinato, previa consulta con el inefable
presidente Balaguer.
Siempre he estado convencido -y así lo he
proclamado innumerables veces- que los asesinos de Caamaño fueron en lo
fundamental (tanto a nivel de decisión política como en cuanto a la orden
militar), los mismos que asesinaron a Orlando y a muchos otros luchadores/as en
el periodo de terrorismo de Estado de los doce años. Siempre, además, he
insistido en la necesidad de enjuiciarlos y condenarlos sin
contemplaciones.
Una parte de ellos sigue con vida, ostentando
fortunas y oprobios, señalados por la sociedad como asesinos y ladrones
protegidos por la impunidad.
Acabar con esa protección es la que están
reclamando, en un momento muy oportuno, los familiares cercanos del coronel
Caamaño y en especial su hijo coronel Francis Caamaño Acevedo.
Los familiares del coronel mártir, el hijo uniformado. |
Oportuno porque se ha decidido llevar los restos
del Coronel de Abril y Comandante de Caracoles al Panteón Nacional, dada su
condición de Héroe Nacional.
Oportuno porque la sociedad está clamando sanción
ejemplarizadora contra los autores de graves actos de corrupción y otros
crímenes cercanos. En especial se exige el procesamiento de Leonel Fernández y
su cártel de la corrupción, protectores por demás -junto a las cúpulas del PLD,
PRSC y PRD- de los asesinos de Caamaño y de otros/as mártires de la
Patria.
Oportuno, en fin, porque gran parte del pueblo
reclama desmantelar un sistema de impunidad que dura ya cerca de ocho décadas:
desde el nacimiento de la tiranía de Trujillo hasta la fecha.
En tales circunstancias, alegar la condición de militar del coronel Francis Caamaño hijo
para mandarlo callar, es un grosería inaceptable para la sociedad
dominicana.
Porque si político es el reclamo de justicia de un
hijo respecto a la muerte de su padre, - y lo es en tanto se trata de un héroe
nacional revolucionario y en tanto este fuera victima de una fuerza partidista
proclive al crimen y de militares politizados por ellas-, mandarlo a callar y
pretender su silencio, es una manera de hacer un uso político-partidista de la
peor calaña por parte de la mas alta autoridad militar del país, seguramente
orientada desde el Palacio Nacional y el Senado de la República.
No hay comentarios:
Publicar un comentario