Hoy la vida me dio
una lección más. Me levanté a las 4.43 de la madrugada y conocí a un hombre maravilloso, un cubano simple y juntos acabamos
una botella de vino. Se llama Eduardo Díaz Matos.
Eduardo trabaja de
custodio en una entidad de Comercio y Gastronomía
en 7ma A y 82B, en el municipio Playa, en La Habana. Este hombre me dio una
bella lección de vida.
Su historia es
simple. Cuando su hija era muy pequeñita, su esposa y madre de la niña decidió
quitarse la vida, quemándose con keroseno. Eduardo se quedó solo ante el reto
de criar a su hija. Y lo hizo el solo. Hoy la niña tiene 22 años. Eduardo le
ganó una pelea a la vida. Y al final de todo se acabaron las botellas que me
trajeron de Chile mi amiga Javiera y su familia. ¿Valió la pena o no? Aprendí
que en un hombre puede existir una buena mamá.
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