Este fin de semana Evo Morales visitó
España. Su agenda incluía, entre otros compromisos, un encuentro con
Rajoy en la Moncloa, su participación en el estreno en Madrid de la
película “Insurgentes” del director boliviano Jorge Sanjinés, así como
un acto en Barcelona con millares de compatriotas. Lo que no trascendió
en los medios fue la comida privada que el primer presidente indígena de
América Latina tuvo el domingo en Barcelona.
Lo habitual en estos casos es que los
presidentes se reúnan con empresarios y con inversores pero no era esta
la intención del presidente; de hecho no había una sola corbata en la
mesa. A la comida (en la que el vino fue sustituido por zumo de naranja y
que no tuvo ningún lujo gastronómico) estaban invitados representantes
de diferentes asociaciones de bolivianos en España. Hasta aquí todo más o
menos normal; a nadie puede extrañarle que un presidente quiera conocer
de primera mano la situación de sus ciudadanos en el país.
Sin embargo, el presidente quería
escuchar también cómo estaba la situación política en España y para ello
pidió que a la comida asistieran también algunos españoles. Tuve el
privilegio, en calidad de profesor y director de La Tuerka, de estar
entre las cuatro personas de nacionalidad española que asistieron a la
comida y de hacer al presidente una breve exposición sobre la crisis de
régimen que vive nuestro país y sobre el problema del control de los
medios de comunicación. Esto ya es menos normal pero, al fin y al cabo,
tampoco es tan extraño que un presidente de izquierdas convoque a
profesores de izquierdas para que le hablen del país que visita.
Pero Evo quiso dar un paso más. Quería
conocer también al movimiento social más relevante de nuestro país en
los últimos tiempos y por eso sentó frente a él a Ada Colau, la portavoz
de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca. Ada explicó en detalle
al presidente la situación de las personas que son desahuciadas por los
bancos y que siguen arrastrando sobre sus espaldas deudas injustas e
imposibles de pagar. El presidente escuchó con detalle cómo el país al
que emigraron decenas de miles de bolivianos desprotege a sus
trabajadores al tiempo que rescata y mima a los bancos. Ada le pidió
además algo concreto a Evo; que Bolivia siga el ejemplo de Ecuador y
legisle para que los ciudadanos bolivianos con deudas ilegítimas
contraídas con los bancos en España, no puedan ser perseguidos en
Bolivia. Tras escuchar a la portavoz de la PAH, el presidente indicó
inmediatamente a su equipo que tomara nota y se comprometió a estudiar
el problema para evitar que la injusticia de las deudas ilegítimas pueda
alcanzar territorio boliviano.
Evo es el segundo presidente de gobierno,
tras el ecuatoriano Rafael Correa, que recibe a la Plataforma de
Afectados por la Hipoteca. Quizá Rajoy, más acostumbrado a reunirse con
banqueros y empresarios, y que en su día llegó a llamar al presidente de
Bolivia “líder exótico”, debería aprender del “exotismo” de un
presidente que, escuchando a los movimientos sociales, ha hecho que la
economía boliviana haya crecido en su mandato más que en las últimas
tres décadas, que gracias al incremento de los ingresos del Estado
derivados de las “terribles” nacionalizaciones, hizo que su país, por
primera vez desde 1956, tuviera superávit y que ha mejorado en pocos
años todos los indicadores sociales de Bolivia.
Estamos en un país en el que la mayoría
de los medios han disparado veneno contra lo que llaman “populismo”
latinoamericano, intentando ridiculizar y difamar a sus presidentes y
que esperan estos días con ansia que el cáncer consiga en Venezuela lo
que no consiguieron ni un golpe de Estado, ni todo el dinero privado del
mundo. Pero la realidad es tozuda y muestra cada vez más a las claras
que la esperanza para los ciudadanos del Sur de Europa apunta,
precisamente, hacia el Sur.
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