Aviones de guerra y de transporte militar comenzaron a llegar
a la base aérea británica de Acrotiri, ubicada al sur de Chipre y a
unos 200 kilómetros de Siria, justo cuando los gobiernos de Gran Bretaña
y de Estados Unidos amenazan con intervenir militarmente el país árabe,
al que acusan de utilizar armas químicas contra la población civil, a
pesar de no tener pruebas que confirmen sus señalamientos.
El diario The Guardian reseñó que dos pilotos comerciales que
vuelan regularmente sobre el territorio chipriota informaron este lunes
que habían visto “aviones de transporte C-130” desde sus ventanas, así como pequeñas formaciones de aviones de combate en sus pantallas de radar que, a su juicio, habían volado desde Europa.
De igual manera, residentes de las zonas aledañas al campo de
aviación británico, una base soberana desde 1960, también reportaron a
los medios de comunicación que “la actividad ha sido mucho más alta de
lo normal” durante las últimas 48 horas.
El rotativo precisó que si Reino Unido decide finalmente
participar en una operación militar contra Siria, es probable que
“Chipre sea una de las bases utilizadas” para ese ataque.
Asimismo, The Guardian afirma que la llegada de aviones de
combate sugiere que el Gobierno británico está “en gran estado de
preparación”, a medida que David Cameron, Barack Obama y varios líderes
europeos refuerzan su retórica contra el presidente sirio Bashar al-Assad.
Incluso, este mismo lunes, el ministro de Exteriores británico, William Hague, sostuvo que es posible que se produzca una respuesta militar contra Siria, a pesar de que contar con el respaldo unánime por parte del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas (ONU).
En esta instancia, Rusia y China -dos de los cinco miembros
permanentes que tienen derecho a veto- han señalado en reiteradas
ocasiones que no aprobarán un ataque militar en Siria, porque
significaría cometer el mismo error que en Libia, nación que quedó
destruida tras una intervención de la Organización del Tratado del
Atlántico Norte (OTAN)
El Gobierno de Damasco ha negado el uso y posesión de armas químicas, al tiempo que ha acusado y presentado pruebas sobre el empleo de este tipo de armamento letal por parte de los grupos de mercenarios extranjeros que siembran el terror en su país.
Frente a ello, el Ejecutivo de Al-Assad autorizó la visita de una misión de inspectores a la supuesta zona atacada por el Ejército, en el suburbio de Muadamiya, al suroeste de Damasco.
A pesar de ello, Washington y Londres han dejado claro que consideran que el acceso al equipo de expertos se produce “demasiado tarde” y que el Gobierno sirio ha sido el responsable del ataque.
Pese a que EE.UU. ha indicado que sólo emprenderá acciones en concertación con la comunidad internacional y con una justificación legal, Reino Unido y Turquía han mostrado su disposición a lanzar la operación sin el respaldo del Consejo de Seguridad.
Por su parte, el presidente de Rusia, Vladimir Putin, insiste en que no hay pruebas del ataque químico atribuido al Gobierno de Al-Assad, así como tampoco hay pruebas de que se haya usado armamento químico.
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