Todo hace pensar que Estados Unidos está al borde de una
intervención militar en Siria, con el apoyo de sus principales aliados
europeos, de Turquía, y de algunos países árabes, como castigo por el
uso de armas químicas por parte del régimen de Bachar el Assad.
Militares norteamericanos han confeccionado una lista de posibles
objetivos de un ataque, que se concentraría en las instalaciones del
ejército sirio, la infraestructura empleada para la guerra y para el uso
de los gases venenosos.
No hay decisiones tomadas en forma oficial, y sigue pesando la duda
sobre la eficacia y el alcance del ataque; de todos modos prevalece la
idea de que, a pesar de los riesgos de una acción militar, Estados
Unidos y el mundo no pueden estar pasivos ante el uso de armas
químicas, especialmente en una región tan convulsionada como Oriente
Próximo.
Para el secretario de Estado John Kerry, el ataque con armas químicas
fue “una obscenidad moral” que “debe de sacudir la conciencia del
mundo”. La Casa Blanca está convencida que este tipo de armas fueron
empleadas en el ataque de la semana anterior en las afueras de Damasco,
en el que murieron unas 1.400 personas, muchos de ellos niños. Kerry ha
dado la señal más clara en lo que va de la semana sobre las intenciones
de su gobierno con estas frases, además de advertir que el presidente
Barack Obama está decidido a que el régimen de Assad, a quien
Washington considera culpable, “responda por esta atrocidad”. En este
sentido, Kerry afirma que todas las pruebas indican que se usaron armas
químicas la semana pasada, recordando que el gobierno sirio es el único
que tiene ese armamento en su poder, y afirmando que desde que se
produjo el ataque, sus autores han estado intentando ocultar las
pruebas, por ejemplo bombardeando una vez más el lugar atacado
previamente.
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