Esta vez el
presidente Barack Obama no tuvo chance de hacer uso de su dudoso histrionismo
para “encantar” a una España dividida en lo político y cargada de serios
problemas económicos. No tuvo chance de desplegar sus aparentes dotes
histriónicas como lo hizo con Pánfilo en La Habana –en un intento de vender una
imagen positiva como lo hizo en sus visitas a Cuba y a Vietnam– visitando
restaurantes privados y vendiendo sonrisas a diestra y siniestra. Tuvo que
guardar la hipocresía y el marketing político, haciendo una visita que, no
obstante, le permitió alcanzar en cierta medida los objetivos que guardaba en
su agenda viajera.
Los desafortunados
incidentes de Dallas, expresión de la violencia generada por los propios
miembros de las fuerzas policiales día tras día contra los ciudadanos
afronorteamericanos y que esta vez se cebó contra ellas, así como quitar a
Donald Trump y a los republicanos el argumento para el ataque a su frivolidad
habitual, hicieron que fuera más práctico y directo a la hora de lograr
aquellos fines que lo llevaron a Madrid: En primer lugar, tener la garantía de
que España seguiría siendo una de sus puntas de lanza incondicionales para su
geopolítica –mantenerse en franca alianza con USA en sus planes contra Rusia y
su cacareada guerra antiterrorista–, sin correr riesgo alguno en su empeño. En
segundo lugar, dar un espaldarazo a la incondicionalidad española al permitirle
mantener en su territorio las bases militares de Rota, en Cádiz, parte del ensamble
del escudo antimisiles de la OTAN y EEUU, así como la base de Morón, en
Sevilla, relegada a un aparente y falso “olvido”.
Fue una manera de
mantener abiertos los planes agresivos contra Rusia, por un lado, y garantizar
la cooperación de sus aliados a su concepción geopolítica militarista hacia el Medio
Oriente y África.
En Rota USA tiene un
importante grupo misilístico compuesto por cuatro destructores: el USS Portero
marines, el USS Donald Cook, el USS Ross y el USS Carne. En ellos hay una
dotación de 1,200 marines. A la par, en Morón cuenta con otros cerca de mil
efectivos (que pueden triplicarse según los planes del Pentágono), y cerca de
una veintena de aviones –entre los cuales hay una docena de aviones de combate.
Morón de la Frontera sirve de punta de
lanza al AFRICOM, fuerza militar de USA para África.
No cabe la menor de
las dudas de que este Obama menos risueño cumplió su cometido con un simple
apretón de manos al Rey y a Mariano Rajoy. El espectáculo circense no era
necesario en esta ocasión. Todo se cocinó entre aliados, es decir, un capitán y
dóciles soldados.
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