La falta de escrúpulos
de Rosa María Payá carece de límites y su enfermizo odio a la Revolución,
sumado a un descontrolado afán de protagonismo, le hacen dar pasos
cuestionables que ponen en serias dudas su imagen de pacifista y de sensata
política. Ayer, en nombre de su “movimiento” Cuba Decide –aupado por la extrema
derecha cubano americana y la derecha latinoamericana– solicitó a la comunidad
internacional que no reconozca la legitimidad del actual proceso electoral cubano,
tildándolo absurdamente de “sucesión del castrismo”, desconociendo
deliberadamente a la democracia cubana avalada por el pueblo mayoritario. Para
ello insta a la ONU, la OEA, la UE y a otros gobiernos a apoyar la celebración
de un plebiscito vinculante en la isla, como forma “efectiva” de cambiar el
orden constitucional cubano.
Esta última
convocatoria, una más de las tantas que realiza de forma desesperada, la efectuó
en Miami ante un selecto grupo de enemigos de Cuba, donde estaban presentes
varios politiqueros, enconados terroristas y enemigos ideológicos de la
Revolución Cubana.
La Payá, mimada por
el secretario de la OEA, Luis Almagro y por Marco Rubio, senadores paraguayos y
chilenos, así como la cúpula política de Miami-Dade, también ha recabado
descaradamente el apoyo de terroristas como Ramón Saúl Sánchez, Santiago
Álvarez Fernández Magriñá, Manuel
Alzugaray Pérez, Félix
Toledo Montero, entre otros criminales del DDC, la FNCA, la Brigada 2506 y
el Concejo
por la Libertad de Cuba.
Ratificó su postura
de llamar a la desobediencia civil, emitida el 18 de enero en una entrevista
con la revista Zeta, aprobando la realización de actos de subversión en suelo
cubano, sabiéndose
la vedette de turno de la contrarrevolución anticubana.
Los actuales shows de
la Payá, montados por sus patrocinadores, en detrimento de la unidad de la
contrarrevolución interna y en busca de protagonismo, no asustan a Cuba.
Nuestra democracia permanecerá inmune a
tales ataques.
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