Dos cuestiones
esenciales y no tan públicas colocan actualmente al senador Marco Rubio sobre la polémica. La primera de
ellas lo es el desafío visto en Marco por parte de otros liderzuelos de la
extrema derecha floridana, particularmente en el caso de los dirigentes de la
llamada Asamblea de la Resistencia, Orlando Gutiérrez Boronat y Silvia Iriondo,
liderzuelos del Directorio Democrático Cubano y MAR por Cuba, respectivamente. Tanto
ellos, como los Díaz-Balart, sienten un fuerte resquemor ante el desenfreno
protagónico de Marco Rubio.
¿Cuál ha sido el
punto álgido del nuevo encontronazo entre Rubio y la pareja Gutiérrez-Iriondo?
Pues nada menos que Luis Posada Carriles, quien espera arribar el próximo 15 de
febrero a los 90 años de edad. El terrorista cumpleañero parece haber decidido
invitar a su festividad al senador floridano, aunque siente cierta reticencia
como resultado de la ojeriza que ciertos cabecillas miamenses le tienen a
Rubio. A su vez, Gutiérrez Boronat y Silvia Iriondo, piensan que el
acercamiento entre Rubio y Posada solo es parte del juego político del senador
y su desespero por afianzarse con este paso dentro de la línea dura anticubana.
Para ellos Rubio busca inútilmente revivir a un cadáver.
La segunda cuestión,
aún menos pública y peligrosa, es que Marco Rubio está usando su influencia
como miembro del Comité de Inteligencia del Senado y sus estrechos vínculos con
Mike Pompeo, el director de la CIA, para neutralizar el control que el FBI
ejerce sobre Posada Carriles y sus movimientos. Esto resulta contradictorio
cuando en otras ocasiones el propio Rubio ha reconocido que el control de los
Feds frena cualquier conducta terrorista de Posada.
¿Por qué Rubio usa sus
influencias en la CIA para coartar el control del FBI sobre Posada Carriles?
Una fuente en la Agencia ha filtrado que Rubio, en su momento, impulsó la
desclasificación de documentos de la CIA sobre Posada donde se señala la
implicación del mismo en el derribo del avión de Cubana de Aviación en Barbados
y su condición de activo de la agencia con su identificación con el identificativo
CIA 201-300985. La finalidad de este plan era buscar una reacción explosiva en
Posada y provocarlo para realizar nuevas acciones terroristas. Le tocó al FBI
calmar al insensato y apaciguarlo usando a una fuente del Buró muy cercana al
terrorista y puesta a su servicio. Esto, obviamente, dio al traste con el plan
inicial de Rubio: incitar a Posada a realizar acciones terroristas contra
hoteles e instalaciones turísticas cubanas.
Los próximos pasos de
Rubio han estado dirigidos a minimizar el control de los federales sobre Posada
Carriles y aumentar, empero, el control
suyo sobre este terrorista. Ha llegado a mencionar incluso, en un círculo muy
cerrado, que conoce sobre el seguimiento que realiza el FBI sobre Posada al
salir este de su domicilio, aunque dice desconocer cuál es la fuente que
informa sobre las potenciales malas intenciones del connotado criminal. Sin
embargo, lo cierto es que Rubio ha aumentado los contactos personales con
Posada y ha tenido encuentros secretos con el mismo, adoptando el senador
fuertes medidas de seguridad y compartimentación, como lo es la prohibición a
Posada de llevar celulares, cámaras o cualquier medio de grabación a estos
encuentros. Todo para dejar sordo al FBI y mantener su secreta conspiración
terrorista contra Cuba.
Es que, ciertamente, el senador republicano por Florida desde 2010, Marco Antonio Rubio, se ha convertido, sin lugar a dudas, en el centro de los conflictos entre los principales cabecillas de la extrema derecha anticubana en USA. A la par ha usado su condición de miembro del Comité de Inteligencia en el Senado para codearse descaradamente en el deep state y emplear a las agencias de inteligencia de esa nación para afianzarse como uno de los más retrógrados y peligrosos políticos del momento. Para él, todo puede hacerse, incluso apoyar y propiciar acciones terroristas, con el fin de lograr a toda costa sus propósitos políticos y ambiciones personales: destruir a Cuba revolucionaria.
Ante el reto de
repetir en el Senado en las elecciones del 2022, Rubio ha buscado complacer a
los sectores radicales anticubanos con una dudosa imagen de ser “el mejor amigo
del exilio histórico”, enfrentando las muchas dudas que sobre él existen, ya
que no son pocos los que lo tildan de oportunista al comportarse como un corcho
que flota en cualquier agua, así como por el hecho de que la mayoría
significativa de la comunidad cubana en EE UU aprueba el acercamiento entre
esta nación y Cuba o piensan que mantener el bloqueo contra la Isla solo
robustece la postura política del gobierno cubano, aspectos que se distancian
de las posiciones asumidas por Rubio. Particularmente, los hombres de negocio
estadounidenses –más prácticos y sabios
que este senador– saben que el aislamiento hacia Cuba favorece a inversores de
otras naciones como Rusia, China o alguno de sus pares europeos, en detrimento
de los potenciales beneficios que pudieran obtener de una relación fuera de las
tensiones actuales.
Paradójicamente,
quien pide fuertes medidas de Trump contra Cuba como consecuencia de los
supuestos ataques sónicos contra sus diplomáticos y promueve dudosas y
reiteradas audiencias del Congreso contra la Isla, planea una peligrosa
conspiración que pudiera afectar a miles de cubanos y turistas extranjeros en nuestro
suelo. ¿Quién es entonces el verdadero terrorista?
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