LA
HABANA, CUBA, SEDE DE LOS DÍALOGOS DE PAZ, OCTUBRE 23 DE 2013
CUMBRE NACIONAL DE MUJERES Y PAZ. 23-25 de octubre. Bogotá-Colombia.
La Delegación de
Paz de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, Ejército del Pueblo,
saluda con sentimiento de patria y de paz a las organizadoras, participantes y
asistentes que se congregan en la Cumbre Nacional de Mujeres y Paz, para
compartir experiencias locales, nacionales e internacionales que contribuyan en
la construcción de la paz a partir de la formulación de propuestas concretas.
Quisiéramos
iniciar expresando nuestra plena complacencia por la realización de este
evento, que toma como marco referencial de desarrollo el punto sexto de la
Agenda del Acuerdo General de la Habana. No obstante, creemos pertinente que
sepan que es nuestro mayor deseo que la participación de todos ustedes, del
conjunto de la sociedad, y en especial de la mujer en el proceso de Diálogo se
dé no delimitado a la presencia en uno u otro punto en específico, sino que su
desenvolvimiento, su protagonismo, sea parte de todo el conjunto del desarrollo
de las conversaciones; es decir, que consideramos desde las FARC-EP que el papel
de las comunidades y de sus organizaciones y movimientos sociales y políticos
debe ser el de constructores del Acuerdo de Paz y no solamente el de actores
del epílogo de la mencionada Agenda.
A nuestro modo de
ver si la paz es un asunto de todos y todas sin excepción, es apenas justo y
natural que el conjunto de las comunidades y organizaciones o movimientos
sociales se manifiesten en la construcción del Acuerdo en toda su
extensión, que se discute en La HABANA y está compuesto por el preámbulo y 6
puntos.
Así las cosas,
nuestro primer llamado sería a exigir desde este escenario, que se abran las
compuertas de la discusión de todos los puntos de la Agenda, de cara al país y
al mundo, tal como lo hemos planteado como insurgencia desde los inicios de las
aproximaciones con el gobierno.
De nuestra parte
hemos hecho un gran esfuerzo por que las voces del pueblo lleguen hasta la Mesa
de conversaciones incluyéndolas en nuestras propuestas mínimas, hemos resaltado
en cada una de ellas la necesidad de colocar en primer plano las
reivindicaciones y derechos de los sectores sociales más excluidos,
especialmente el de las mujeres. Así ocurrió durante las discusiones del primer
punto referido a la problemática agraria y así ocurre ahora en desarrollo del
segundo punto referido a la participación política. El mismo compromiso con
tales reivindicaciones lo tenemos para el desarrollo de los puntos que
siguen, y en el día a día de su desenvolvimiento incluimos sentidas
iniciativas que guardan objetivos de mucho peso ético y de humanidad como el
de poner como tema central de discusión la lucha contra la guerra en
general. Una sociedad debe vivir en paz y esa paz debe tener como base de su
existencia la justicia en condiciones de igualdad y libertad; es decir,
contando con tierra para trabajar, con vivienda, con abrigo, con salud, con
educación, con plena participación política en condiciones de dignidad y
libertad.
No podemos caer en la trampa de dejarnos
embaucar por concepciones que montándose a veces en errores o faltas que se
cometen en el desenvolvimiento de tan larga confrontación, argumentando una
supuesta defensa de los derechos de la mujer, se usa como instrumento para
estigmatizar y descalificar la existencia de la insurgencia. Muchas veces, por
ejemplo, para definir las formas más generalizadas de violencia contra las
mujeres enel contexto del conflicto armado, se toman categorías que se definen
con redacción incriminatoria absoluta en la inclusión de las guerrillas como
sujeto delincuente; induciendo a pensar en que se trata de una práctica,
propia de nuestra concepción revolucionaria asumir que las mujeres pueden ser
objetos usables, prescindibles, maltratables y desechables. Estas
generalizaciones malintencionadas, no son construcciones casuales sino de
propaganda dirigida a la descalificación de la lucha armada como método
legítimo de los pobres para resistir y luchar por sus derechos. Obviamente,
para nada consideran que precisamente los hombres y mujeres insurgentes
en Colombia, levantamos la bandera del rechazo contra todas estas
patologías generadas por la guerra que nos imponen la oligarquías y que
precisamente en la guerrilla, de manera voluntaria, la mujer asume un lugar
digno de combate para liberar a la sociedad toda de la privación o la
restricción de sus derechos.
La violencia
contra la mujer hace parte de la violencia estructural que generalmente
las clases explotadoras ejercen contra el conjunto de la sociedad; en tal
sentido, reivindicar los derechos de la mujer en el ideario fariano implica
descartar toda visión reduccionista del sentido de la paz asumiéndola como la
ausencia de la guerra o como el resultado de la dejación de las armas, lo cual
se le suele exigir a la insurgencia sin tomar en cuenta las causas que han
llevado al alzamiento que hoy protagonizan hombres y mujeres desde la guerrilla
en función de, ante todo, forjar las bases de la justicia social incluyendo en
ello la reivindicación de los derechos de la mujer. Reiteramos entonces, que la
paz implica una lucha de todos y todas por erradicar las causas sociales y
políticas que generaron la confrontación; implica, acabar con las causas de la
pobreza y la desigualdad; implica, la desmilitarización de la sociedad y del
Estado, de tal manera que se abra camino al ejercicio pleno de una
verdadera democracia.
Urge que el
proceso de paz en la Habana abra las puertas de la participación al conjunto de
la sociedad, y en especial a la mujer desde ya, en todos los puntos, sin tener
que esperar hasta el punto seis para hacerlo.
DELEGACION DE PAZ DE LAS FARC-EP
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Agencia de Noticias Nueva Colombia, ANNCOL
Web: www.anncol.eu, Redacción: editar@anncol.eu,
YouTube: http://www.youtube.com/user/anncol4?feature=mhee
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