Quejas y quejas
llueven sobre mojado por parte de mercenarios sobre decomisos de dinero y de
aquellos medios que les son entregados por sus financistas para llevar a cabo
su actividad subversiva dentro de Cuba, así como multas recibidas por sus acciones de
desacato e indisciplina social. En un trabajo publicado por mí en el 2011, “Economía
cubana versus mercenarismo”, reflexionaba sobre la necesidad de atacar
directamente –aunque nos hemos demorado en establecer la legislación adecuada– al
mercenario y al dinero y recursos sucios que les provee la ayuda financiera de
la NED, la USAID y otros enemigos de Cuba. España y EEUU tienen leyes que emplean elevadas multas contra quienes protestan y todos callan al respecto. ¿Por qué con Cuba se forma tamaño alboroto? Es solo conveniencia insidiosa.
Recuerdo de este
trabajo algunos criterios que comparto con mis lectores:
1) Incitados por el dinero sucio con el que les
pagan su traición a la Patria, varios grupúsculos contrarrevolucionarios,
fundamentalmente en diversas provincias, han organizado
desde hace algunos meses diversos shows mediáticos, en los que llaman a la
desobediencia social y reclaman provocadoramente supuestos cambios
“democráticos” en Cuba. La constante actividad antisocial está dirigida a
vender al exterior la falsa imagen de que en la Isla existe un ambiente de
represión y persecución política.
El negocio de la contrarrevolución les reporta a estos individuos alrededor de 75 CUC por actividad provocadora. Su papel para merecer esta limosna de sus amos es simplemente causar alboroto, ir a marchas minúsculas y sin representatividad popular, fabricar “huelgas de hambre”, crear contextos y situaciones en los que la genuina ira popular se ve lesionada por estas provocaciones. Baste recordar que nuestro pueblo se hastía de estos espectáculos y en muchas oportunidades trata de expresar su respuesta legítima a favor de la Revolución.
El negocio de la contrarrevolución les reporta a estos individuos alrededor de 75 CUC por actividad provocadora. Su papel para merecer esta limosna de sus amos es simplemente causar alboroto, ir a marchas minúsculas y sin representatividad popular, fabricar “huelgas de hambre”, crear contextos y situaciones en los que la genuina ira popular se ve lesionada por estas provocaciones. Baste recordar que nuestro pueblo se hastía de estos espectáculos y en muchas oportunidades trata de expresar su respuesta legítima a favor de la Revolución.
2) ¿Por qué, me pregunto, estos detractores no
han tenido la honestidad de reconocer que, luego de ser detenidos, son
trasladados a sus provincias de origen, sin pagar un centavo, de manera segura
y confortable, contentos íntimamente por haberse embolsillado una cantidad de
dinero sucio a cambio de su traidora actividad? ¿Por qué, también me pregunto,
el Observatorio para la Protección de los Defensores de los Derechos Humanos,
la Organización Mundial Contra la Tortura (OMCT), la Federación Internacional
de Derechos Humanos (FIDH), la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP), la
Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) y otros organismos que
encabezan la guerra mediática contra Cuba, no comprueban la veracidad de estas
denuncias y se prestan al jugo difamatorio de estos mercenarios?
Por mi parte, considero, que ha llegado el momento, en medio de la batalla que libra nuestro pueblo por lograr una solución a los problemas de su desarrollo económico y social, que estos vagos, antisociales y lumpens mercenarios, contribuyan con parte del premio a su traición para pagar los costos en que incurre el país para protegerlos de la repulsa popular y en su traslado a sus provincias de origen. Entiéndase que este pago no es un reconocimiento a los mercenarios como cuentapropistas, ni aporte alguno a la ONAT. Es simplemente el resarcir al Estado por los daños que provocan en sus intentos de alterar el orden constitucional y por protegerlos del pueblo al que ofenden.
La economía cubana lo exige. Este despilfarro de gasolina en que se incurre para trasladarlos debe ser compensado de alguna manera, así como los recursos empleados en su protección. A la par, es una forma de desestimular a esta dañina y detestable actividad contra la Patria.
Por mi parte, considero, que ha llegado el momento, en medio de la batalla que libra nuestro pueblo por lograr una solución a los problemas de su desarrollo económico y social, que estos vagos, antisociales y lumpens mercenarios, contribuyan con parte del premio a su traición para pagar los costos en que incurre el país para protegerlos de la repulsa popular y en su traslado a sus provincias de origen. Entiéndase que este pago no es un reconocimiento a los mercenarios como cuentapropistas, ni aporte alguno a la ONAT. Es simplemente el resarcir al Estado por los daños que provocan en sus intentos de alterar el orden constitucional y por protegerlos del pueblo al que ofenden.
La economía cubana lo exige. Este despilfarro de gasolina en que se incurre para trasladarlos debe ser compensado de alguna manera, así como los recursos empleados en su protección. A la par, es una forma de desestimular a esta dañina y detestable actividad contra la Patria.
Este es mi criterio y libremente lo expongo.
De acuerdo con lo expresado por Ud estimado Cro. Percy Alvarado, toda medida que sea tomada para resarcir los gastos y las incomodidades que estos mercenarios provocan al estado con los servicios que se les hace para portegerlos del pueblo al cual agreden y provocan, y todas las afectaciones a la tranquilidad ciudadana y al bienestar del pueblo la deben pagar, que sientan cada vez más el peso de la ley revolucionaria sobre sus espaldas
ResponderEliminarComparto plenamente esta opinión , pienso que los traidores y mercenarios como son denominados en el articulo deben pagar los gastos que ocasionan al país cuando cometen actos contrarios a las normas establecidas democráticamente . Más aún si incurren en conductas subordinadas a enemigos declarados del sistema cubano y que reciben financiamiento.
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