viernes, 28 de abril de 2017

Jorge Ángel Pérez: El mal trago de whisky para un provocador



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Poco espacio dedicaré a aquel que escribe en Cubanet un ataque contra mi persona, titulado “Percy Alvarado: La mejor manera de ser un charlatán”, cargado de falacias y especulaciones. ¿Le habrán encargado a este taimado personaje salir en defensa de esos contrarrevolucionarios que se vinculan descaradamente en Miami con terroristas de la catadura de Santiago Álvarez Fernández Magriñá, a quienes denuncio en un artículo?
Dice el autor de esta diatriba que me desvivo por el whisky, lo cual es una mentira. Que me vio una vez, tal vez sea cierto. En Trinidad solo converso con amigos revolucionarios y gente sencilla y honesta. Me gusta el buen vino –no lo niego– y la cerveza Cristal. La historia de la Quinta Avenida aunque cierta, está desvirtuada y se realizó en alguna ocasión y sin la prepotencia de la que me recrimina quien oyó campanas y no entendió su ruido. Ni sacaba un carné del DSE –el cual no poseo– ni brindaba ron a los policías. Jamás manifesté desprecio a la PNR cuando este falsario comenta: “y otra vez pongo su voz: “esos orientales nada saben del buen beber”.
Que si he combatido a aquellos que son incapaces de mostrar fidelidad a la Revolución, es cierto. Aprovecho cualquier ocasión para combatirlos. También es cierto que hube de disculparme con algunos intelectuales a los que incluí erróneamente en un trabajo mío y prontamente me disculpé por ello. Tampoco hubo de una orden de arriba para hacerlo, fue plena decisión mía. El barullo armado, quedó atrás y aprendí a ser cuidadoso con lo que escribo.
Este hombrecito como me llama –cultivador de amores en algunas épocas lejanas para envidia de algunos– no se cree un héroe, señor Jorge Ángel Pérez. Cumplí con mi deber como cualquiera pero sigo vivo y con la adarga al brazo. Denuncio traidores con la verdad y se si siente adolorido tómese usted el “whisky” que me envidia, pues le alcanza el dinero para pagarlo, gracias a quienes le pagan para detractar a los hombres cuya altura humana usted jamás alcanzará, por mentiroso y charlatán.

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