Desde
que a finales del pasado año se informó oficialmente que el papa Benedicto XVI
visitaría Cuba en la primavera del 2012, la derecha cubanoamericana politizó la
noticia y empezó a ejercer presión. Primero, para que Su Santidad suspendiera el
viaje pastoral a la isla. Cuando comprobaron que un absurdo de esta magnitud no
se les iba a dar, entonces empezaron a presionar para que su visita incluyera el
recibimiento a disidentes como si fueran representantes de grandes sectores de
la nación cubana. Al quedar claro que tampoco se les iba a conceder eso,
siguieron con el juego de que los recibiera aunque fuera de manera informal, y
metieron mano a la campaña “un minuto del Papa para las Damas de Blanco” y Berta
Soler, quien ni siquiera es una figura de gran trayectoria dentro de la llamada
disidencia cubana. No obstante, el propio Mons. Ramón Suárez Porcari, Canciller
del Arzobispado de La Habana, explicó que no quedaban espacios vacíos en la
agenda cubana de Su Santidad; les recalcó que se trataba de una visita pastoral
y que tampoco en México Benedicto XVI tenía previstas reuniones especiales con
la oposición política. Por lo cargada y breve de la visita, el Papa ni siquiera
pudo encontrarse en Cuba con grupos y órdenes católicas, con sacerdotes y laicos
destacados, que durante años han trabajado meritoriamente por la Iglesia en
Cuba. Pero los derechistas tampoco se dieron por vencidos y exigieron que el
Papa se convirtiera en una suerte de embajador o vocero de esa disidencia, para
que abogara por ella en público y si era posible regañara al Presidente Raúl
Castro por no entregar el gobierno.
Cuando
chocaron contra la sólida realidad de que el Vaticano no se dejaría presionar y
que el Papa cumpliría su programa rigurosamente, entonces declararon a Benedicto
XVI su enemigo, lo empezaron a comparar desfavorablemente con Juan Pablo II
(cuyo papado y visita a Cuba ellos también repudiaron y sabotearon, a pesar de
lo que dicen ahora) y lanzaron una escalada de provocaciones que tuvo sus puntos
más altos en la ocupación de un templo diocesano en La Habana por 13 miembros
del hasta ese momento desconocido (lo dijo el propio Antúnez) Partido
Republicano de Cuba, y la violación de un límite de seguridad por un individuo
también desconocido, ya durante la presencia del Papa en Santiago de Cuba el
lunes 26 de marzo.
Tanto la
ocupación el 13 de marzo por 48 horas del Santuario Diocesano y Basílica Menor
de Nuestra Señora de la Caridad en La Habana, como la violación por un individuo
de los límites de la seguridad en Santiago de Cuba, tuvieron dos características
comunes. Ambas acciones fueron realizadas por personas desconocidas, no
afiliadas a los grupos disidentes más promovidos por los intereses anticubanos;
además de que con mucha certeza los dos actos fueron preparados desde Miami. Al
menos en el caso que involucra al susodicho Partido Republicano de Cuba, está
demostrado que este tiene dirección en Miami y fue fundado también en esta
ciudad.
Si esto
es así, como ya he dicho otras veces, yo tengo el derecho de suponer que aquel
transgresor en Santiago de Cuba también fue instrumentado desde Miami. Máxime
cuando se pudo ver que en Miami se montaron al menos dos cuarteles
“informativos” para seguir y manipular la visita de Benedicto XVI a Cuba. Porque
hay una tercera característica común a los hechos referidos, que se suma al bajo
perfil de los protagonistas y la instigación desde el exterior, que es la
desproporcionada cobertura de prensa que sobre todo desde Estados Unidos
(particularmente en Miami) y España, tuvieron estos shows. Porque en resumidas
cuentas yo pregunto: ¿Qué peso real, como para aparecer en titulares de prensa y
horarios estelares de televisión, radio e internet tiene la fugaz aparición de
un individuo aislado, comparado con los centenares de miles de santiagueros e
invitados nacionales y extranjeros que aclamaron a Benedicto XVI en la Ciudad
Héroe? ¿Qué significaban realmente 13 personas sentadas en el banco de una
iglesia ante un pueblo que en ese momento se preparaba para la visita papal?
Ustedes saben la respuesta: significaban muy poco, o
nada.
Así y
todo, el primero de los cuarteles anticubanos montados en Miami para difamar la
visita del papa Benedicto XVI a Cuba, el del Directorio Democrático Cubano
dirigido por Orlando Gutiérrez, se dio gusto manipulando las noticias. Ni
siquiera manipulando, mejor diría que mintiendo, porque no exageraban o
disminuían la verdad, sino que sustituían la realidad de los hechos por su
propia ficción. Ese llamado Directorio ha recibido millones de dólares del
gobierno norteamericano para realizar actos de subversión en Cuba; y lo ha
implementado.
El
Directorio Democrático Cubano, que dice ser parte de una llamada Asamblea de la
Resistencia Cubana, pero es quien manda, anunció con fanfarria el 26 de marzo
que montaba un autoproclamado “Centro de Apoyo e Información” con motivo de la
visita de Su Santidad a Cuba. Yo pregunto: Apoyar, ¿en qué? Informar, ¿cómo?
¿Apoyar instigando acciones como la del desconocido que violó la seguridad en
Santiago de Cuba? ¿Informar reportando una “Cuba militarizada” cuando todo el
mundo vio las imágenes de las misas y los paseos con agasajos multitudinarios a
Benedicto XVI por las principales ciudades de Cuba? Solo pregunto; pero si
quieren debatir, también les respondo. Porque les voy a ser honesto, yo tengo la
opinión de que esa mesa era para monitorear por televisión lo que sucedía en
Cuba, y dar instrucciones a cierta gente sobre qué hacer en las misas.
Con
conexión a este, también destacó otro cuartel anticubano en Miami para
tergiversar e inducir acciones vinculadas a la visita del Papa a la isla. Este
segundo se conformó alrededor del llamado Presidio Político Histórico Cubano
(Casa del Preso) y tuvo como vocero muy activo al señor Rodolfo Rodríguez San
Román. Hay que decir que este grupo está muy ligado a la organización “Plantados
hasta la Libertad (y la Democracia)”, presidida por Ángel de Fana, la cual
también ha recibido fondos para promover un cambio de gobierno en Cuba. El
llamado Presidio Político Histórico Cubano (Casa del Preso) escribió una carta a
Benedicto XVI oponiéndose a su viaje a Cuba y ha sido uno de los mayores
entusiastas en promover la mentira de que la acción de controlar al individuo
que violó la seguridad en Santiago de Cuba durante la visita del Papa, sería una
prueba de que la Cruz Roja cubana participa en una campaña de represión.
Y
todavía hay quien se pregunta por qué Cuba es exigente a la hora de otorgar
visas de periodistas a determinadas personas y grupos informativos. Cuba es
exigente por cosas como estas; porque más que a hacer periodismo van a Cuba con
el objetivo claro de difamar sobre la realidad, para promover campañas negativas
que alimenten el que un día puedan justificar acciones intervencionistas contra
la revolución. Es por eso que esta vez Cuba no expidió permisos para que la
prensa hispana de Miami cubriera la visita del Papa. Lo que de ningún modo
significa que a la isla no viajaran y se acreditaran periodistas para este
acontecimiento. Según Gustavo Machín, director del Centro de Prensa
Internacional dependiente de la Cancillería cubana, 797 periodistas procedentes
de 33 países se acreditaron oficialmente; representando unos 300 medios de
comunicación nacionales y extranjeros.
Algunos periodistas de Miami con quienes he
conversado al respecto han tenido que aceptar que incluso en el caso de que
ellos hicieran despachos objetivos desde la isla, esas mismas informaciones
serían groseramente manipuladas por redactores y presentadores (ahora
convertidos de repente en creadores de opinión). Solo María Antonieta Collins,
quien reportó para Univisión (Miami), estuvo en Cuba durante la visita del papa
Benedicto XVI. A pesar de que María Antonieta Collins ha ayudado a escribir y
promover libros donde se difama a Fidel y Raúl, y que sostiene estrechos
vínculos con la derecha cubanoamericana de Miami, Cuba no le negó la visa por
haber sido incluida en la comitiva del Vaticano, gracias a sus buenas relaciones
con su oficina de prensa. El “servicio” de María Antonieta Collins empezó en el
mismo avión en que el Papa volaba hacia Guanajuato, cuando le presentó ese
manido tema sobre la actualidad del marxismo. No hay que ser un Papa con el
conocimiento de Benedicto XVI para saber que el marxismo de la época de
Lenin o de la época de Mao ya no es aplicable dogmática y mecánicamente
en ningún sitio; y en el caso de Cuba, se aplica con la intención de actualizar
su socialismo de acuerdo a sus propias circunstancias. No obstante, la obvia
respuesta del Papa sobre que el marxismo había caducado sirvió para formar la
algarabía mediática sobre el supuesto anti marxismo del Papa y la crítica a
Cuba. Ciertamente le quiero desear a María Antonieta Collins que conserve sus
buenas relaciones con la oficina de prensa del Vaticano, para que en la próxima
visita del Papa a Cuba lo pueda acompañar.
He
postergado para la recta final de este artículo, por lo ridícula, mediocre y
risible que resultó, la cobertura de la visita papal a Cuba que se hizo en los
medios informativos de Miami.
Lo
primero que quisiera advertir es que muchas de estas impertinencias y
comentarios erráticos tuvieron lugar sobre el audio, bajo o sencillamente
anulado, del acontecimiento que se estaba desarrollando. En una reunión paralela
que se organizó en la Ermita de la Caridad, con el absurdo propósito de
equiparar el grupo de unas treinta personas con el magno evento realizado en
Cuba, el Rector de la Ermita, Juan Rumin Domínguez, censuró el discurso de
bienvenida al país que ofrecía el Presidente Raúl Castro. Sencilla y
arbitrariamente lo quitó, en un gesto impropio para el director de un centro
docente y religioso.
Hay que
decir además que comparada con la transmisión que se hizo de la visita del Papa
a Guanajuato, México, la transmisión de su visita a Cuba por parte de las
cadenas hispanas Telemundo y Univisión fue discriminatoria. La cobertura de la
visita de Benedicto XVI a México fue a nivel nacional; participaron sus “anchor”
o presentadores a ese nivel y no se permitieron los comentarios parásitos. En el
caso de Cuba, Telemundo y Univisión hicieron cobertura para Miami y solo dieron
noticias parciales a nivel nacional. Incluso la misa en Santiago de Cuba fue
cortada para dar paso a las telenovelas. En el caso de México la programación
habitual se supeditó a la cobertura de la visita del
Papa.
Fue así
que en Miami apenas se pudo disfrutar con tranquilidad de los cantos de la unión
de corales parroquiales de Santiago de Cuba; y de la fantástica coral habanera,
dirigida por la prestigiosa artista cubana Alina Orraca y acompañada por la
Orquesta Sinfónica Nacional.
En lugar
de lo anterior, la teleaudiencia de Miami tuvo que seguir la visita papal bajo
comentarios políticos superficiales, obviando hechos importantes como el pedido
del Papa del cese de las restricciones económicas impuestas a Cuba desde fuera.
El cese del bloqueo, para decirlo claramente.
Recuerdo
que en medio de la visita de Benedicto XVI a Santiago de Cuba la administradora
de una de las páginas web de Univisión, Chuny Montaner, pasó un email colectivo
informando sobre miles de cubanos detenidos.
El mismo
lunes 26 de marzo, luego de que el Presidente cubano Raúl Castro y Su Santidad
Benedicto XVI pronunciaron las palabras previstas en la ceremonia de bienvenida,
la presentadora de Telemundo María Montoya empezó a hablar del marxismo y el
comunismo, y que si Raúl Castro era marxista y el Papa antimarxista y entonces
que cómo era eso de que se dieran saludos pensando lo contrario. Momento en que
su colega Ambrosio Hernández, en lugar de corresponderle, se molestó diciendo
que ese no era el momento de hablar del bloqueo a Cuba y que el Presidente
cubano se había equivocado y faltado el respeto al Papa. Luego, como ya les
dije, vino el incidente con el violador de la línea de seguridad. Se habló de
sanguinaria represión, que si uno de la pareja que le detuvo llevaba una
camiseta de la Cruz Roja, que si el otro un pullover a rayas, que si tenían que
intervenir los organismos internacionales, que si el detenido era un valiente
que luchaba por la libertad de Cuba; empezando a tratar como héroe a una persona
que ni siquiera conocían. Si una cosa como esta hubiera pasado en Estados
Unidos, si alguien hubiera traspasado la barrera de seguridad en un acto donde
se encontraran el Pte. Obama y el Papa, el infractor sería reducido sin
contemplaciones ni explicaciones.
Pero la
rima sigue el día 27 de marzo con la llegada del Papa a La Habana. La periodista
Mercedes Soler, cercana a los círculos de derecha de Miami y ahora parte de la
cubanización de CNN en español, quien comentaba el suceso para esa cadena, en
lugar de hilvanar frases exactas y simples como “Benedicto XVI baja la
escalerilla”, “El Papa saluda a los presentes”, “El Cardenal Ortega lo recibe”,
etc., de pronto se puso a hablar de Yoani Sánchez y de otras cosas ajenas a lo
que estaba sucediendo.
Fue
todavía más espectacular lo sucedido en Univisión. Tengo que decir que José
Alfonso Almora empezó muy bien. Comentaba la visita habanera de Su Santidad con
rigor, compartiendo impresiones con el Padre José Santiago Matheu que es un
conocedor de la liturgia y los protocolos de la Iglesia. Hay un momento en que
al Padre Matheu le llama la atención la presencia de niños vestidos de guayabera
en la comitiva de recibimiento, y Almora recuerda que Cuba había declarado
oficialmente a la guayabera prenda protocolar. Y es ahí donde entra el
presentador Guillermo Benítez (al parecer con libertad para generar opiniones),
un argentino que en el tema de Cuba a cada rato descubre el río Cauto, y dice
que lo de la guayabera es raro porque el gobierno cubano obliga a los niños a
ponerse uniforme dondequiera que van; Almora replica que no es correcto, y
Benítez insiste en que sí, que el gobierno impone uniforme y pañoleta a toda
hora. Entretanto el Padre Matheu con un silencio total. Pero la tensión entre
los periodistas de Univisión continuó: Benítez decía que había hecho
investigaciones y descubrió que la Arquidiócesis de La Habana se llamaba en
verdad de San Cristóbal de La Habana, y que fue la primera diócesis de Cuba. Y
Almora que no, que la primada fue la de Santiago de Cuba. Y Benítez que La
Habana, y Almora que Santiago. No sé si fue solo para ganar la discusión, pero
el periodista José Alfonso Almora acabó presentando unas imágenes de las casas
de residencia en El Cobre que según él le había pasado confidencialmente el
Servicio Secreto del Vaticano, bajo requisito de que no las publicara hasta que
el Papa no se fuera de Santiago de Cuba, para evitar un posible atentado. Hasta
ese momento yo pensaba que a los servicios secretos se les llamaba secretos
precisamente por manejar con secretismo información secreta; y no por pasarla a
un reportero de televisión en Miami.
No paró
aquí el carnaval noticioso, donde hasta Lincoln Diaz-Balart reportó para Radio
Mambí un acontecimiento que no había visto porque sencillamente no se había
producido: Lincoln comentó para Radio Mambí la visita del Papa a Cuba el lunes
26 de marzo a las 8 y media de la mañana; y el Papa llegaba a Cuba pasadas las 2
de la tarde. El circo de los medios de Miami cubriendo la visita del Papa
guardaba una función más. Fue en Mega TV a las 8 de la noche del martes 27, en
el programa “Las 3 caras de la moneda”. Este es un programa
“estelar” de reciente creación en Mega, que conducen las periodistas Leticia
Callava, Canela Ferro y Olga Dager; es el programa que vino a sustituir el que
hacía María Elvira Salazar. La promoción oficial de “Las 3 caras de la moneda”
promete a los televidentes “un recorrido de temas de actualidad con análisis y
perspectivas inteligentes, entrevistas audaces”. Hay que reconocer que lo de la
audacia es una verdad. Porque para cubrir la visita del Papa a La Habana, Mega
invitó a la activista venezolana Marjorie Farías que cada vez que
decía un disparate, añadía: “Esto lo dijo Rafael Poleo, y si lo dijo Poleo a lo
mejor es verdad”. Rafael Poleo, que es a los venezolanos de Miami lo que Carlos
Alberto Montaner al Miami cubano, había sostenido la absurda idea de que en su
entrevista con el Papa, Raúl le iba a pedir garantías internacionales para los
dirigentes de Cuba y sus familias cuando abandonaran el país.
El tema
de la noche era el de la presencia o ausencia de la prensa miamense en Cuba para
la visita papal; Marjorie Farías subió la parada y aseguró que “los canales de
televisión están sitiados en Cuba, como los disidentes”. Una residente en Miami
que se identificó como Dama de Blanco, María Elena Alpízar, habló de un llamado
“Plan Maestro de la Dictadura” para reprimir a la “oposición fuera de Cuba”, de
la cual ella formaría parte. Que la señora le pregunte en Miami a Reina Luisa
Tamayo si la represión económica que ahora padece se la provoca el gobierno
cubano o quienes le prometieron villas y castillas. María Elena Alpízar, después
de confesarse católica, dijo que tras la visita de Benedicto XVI a Cuba no iba a
tomar más la hostia en una iglesia y que se la iba a administrar ella misma en
su casa. En ese mismo programa, personas que llevan tiempo en los medios de
Miami, mostraron que todavía no pueden siquiera identificar correctamente a
personajes del costumbrismo político de la ciudad, y llamaron Miriam Iriondo a
Silvia Iriondo; y son incapaces de reconocer al famoso personaje Elizardo
Sánchez Santacruz (El Camaján), a quien describieron como un cubano sencillo, de
a pie, listo para hacer un comentario espontáneo.
Entre
todas estas cosas que les he contado, unas bochornosas, otras ridículas y
algunas simpáticas en su absurdo, permanecerá en la historia el
hecho de que la visita a Cuba de Su Santidad Benedicto XVI fue un éxito; un
suceso que mostró una vez más la organización y hospitalidad del pueblo cubano
en general, y de los santiagueros y habaneros en particular, que evidenció la
autoridad de los gobernantes y el respeto que le guardan los dignatarios
extranjeros; y la voluntad real que existe en la isla de mejorar relaciones con
todos los cubanos de buena fe, incluyendo a su emigración, como dijo el
Presidente de Cuba Raúl Castro en la ceremonia de despedida a Su Santidad
Benedicto XVI.
Por Edmundo García
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