Fidel supo, desde temprano, predecir el valor de la unidad de todos los revolucionarios como condición esencial para hacer avanzar a la Revolución. Así lo manifestó en La Habana , aquel Primero de Mayo de 1960: "(…) Cuando un pueblo se encara a una tarea como la que se ha encarado el pueblo de Cuba, cuando un pueblo, pequeño como el de Cuba, tiene adversarios poderosos como tiene Cuba hoy, todas las contingencias deben ser previstas, y ese pueblo debe saber qué es lo que tiene que hacer, y lo que tiene que hacer antes que nada, es saber que nunca puede dividirse ante una acción del enemigo, y que la reacción del pueblo es estrechar filas siempre. (…)"
También Chávez, el Comandante Supremo de la Revolución Bolivariana, supo valorar la importancia de la unidad del pueblo para conquistar el futuro para él. Plenamente consciente de los desafíos de Venezuela, ausente o no, dijo sin reparos: “¡Unidad! ¡Unidad! ¡Unidad!, es imprescindible para ganar esta batalla y todas las que vienen”.
También el Che evaluó la necesidad de la unidad para alcanzar la victoria: "...todos los pueblos del mundo deben unirse para conseguir lo más sagrado, que es la libertad, que es el bienestar económico, que es el sentimiento de no tener absolutamente ningún problema salvable por delante..."
¿Por qué, entonces, me pregunto, todavía hay quienes prefieren sembrar divisiones ante los importantes deberes de dar continuidad a la obra revolucionaria? ¿Por qué, basados en fines aparentemente tácticos, en personales interpretaciones de la historia, en la preservación del foquismo, en el afán de protagonismo y en la ausencia de una sólida convicción revolucionaria, unos creamos divisiones y otros las propiciamos con nuestros actos excluyentes? ¿Es ésta, acaso, la mejor manera de garantizar la victoria y honrar los legados que nos han dejado hombres de la estatura de Bolívar y Chávez?
Realmente no entiendo cómo cada uno de los hombres auto proclamados izquierdistas y revolucionarios venezolanos abren brechas a la desunión en los momentos cruciales. El mismo Che dijo: "...quien aspire a ser dirigente tiene que poder enfrentarse, o mejor dicho, exponerse al veredicto de las masas, y tener confianza de que ha sido elegido dirigente o se propone como dirigente porque es el mejor entre los buenos, por su trabajo, por su espíritu de sacrificio, su constante actitud de vanguardia en todas las luchas que el proletariado debe realizar a diario para la construcción del socialismo".
El reto de las venideras elecciones del 8 de diciembre y la formación de las candidaturas manifiesta el serio peligro que puede causar nuevamente la desunión entre las fuerzas de izquierda en Venezuela. El núcleo aglutinador del Gran Polo Patriótico se ve afectado, en esta oportunidad, por el lanzamiento de candidaturas en cerca de cinco estados, propuestos por el Movimiento Electoral del Pueblo, el Movimiento Revolucionario Tupamaro y los Independientes por la Comunidad Nacional, lo debilita a las fuerzas de izquierda en Bolívar, Miranda, Portuguesa, Vargas y Apure. Con ello, sin lugar a dudas, se repetirán los estragos de las elecciones municipales en el 2004 y el 2008, en los que se perdieron 51 alcaldías a causa de estas divisiones y no llevar las fuerzas de izquierda a un candidato único. A estas fuerzas divisorias se ha sumado la Vanguardia Bicentenaria Revolucionarias (VBR), quien postula cerca de 100 aspirantes a nivel nacional.
¿Qué pretenden el sectarismo y el fraccionalismo en estos momentos en que la unidad es esencial? ¿Saboteo consciente de la continuidad del chavismo, sacar a flote extemporáneamente recelos y reservas durante años contra la actual dirección del país y el PSUV? ¿Castigar ciertas exclusiones, acaso, y tratar de hacerse valer en la palestra política? Lo cierto es que nadie ve el riesgo que se corre y el peligro que acecha, pues de estas divisiones solo saldrá fortalecida la derecha rapaz y oportunista.
Hay tiempo, camaradas, para rectificar errores, para subsanar exclusiones, para hacer más participativa la democracia real que propugna el chavismo. Hay tiempo para pensar menos en nosotros mismos y más en la patria. Hay tiempo de hablar entre nosotros, a camisa quitada, y forjar la unidad necesaria para seguir adelante. Creo que también el PCV debe actuar con objetividad en este trance.
El reto mayor del momento es serle fiel a Chávez, a su legado y, sobre todo, al pueblo. No hacerlo, sería abrir las puertas a una VI República, copia fiel de aquella IV República, ya desaparecida, que dejó a Venezuela en el luto, la dependencia y la pobreza. Es, simplemente, regalar nuestra dignidad y nuestra independencia. ¡Hagámoslo por Chávez!
Percy Francisco Alvarado Godoy.
También el Che evaluó la necesidad de la unidad para alcanzar la victoria: "...todos los pueblos del mundo deben unirse para conseguir lo más sagrado, que es la libertad, que es el bienestar económico, que es el sentimiento de no tener absolutamente ningún problema salvable por delante..."
¿Por qué, entonces, me pregunto, todavía hay quienes prefieren sembrar divisiones ante los importantes deberes de dar continuidad a la obra revolucionaria? ¿Por qué, basados en fines aparentemente tácticos, en personales interpretaciones de la historia, en la preservación del foquismo, en el afán de protagonismo y en la ausencia de una sólida convicción revolucionaria, unos creamos divisiones y otros las propiciamos con nuestros actos excluyentes? ¿Es ésta, acaso, la mejor manera de garantizar la victoria y honrar los legados que nos han dejado hombres de la estatura de Bolívar y Chávez?
Realmente no entiendo cómo cada uno de los hombres auto proclamados izquierdistas y revolucionarios venezolanos abren brechas a la desunión en los momentos cruciales. El mismo Che dijo: "...quien aspire a ser dirigente tiene que poder enfrentarse, o mejor dicho, exponerse al veredicto de las masas, y tener confianza de que ha sido elegido dirigente o se propone como dirigente porque es el mejor entre los buenos, por su trabajo, por su espíritu de sacrificio, su constante actitud de vanguardia en todas las luchas que el proletariado debe realizar a diario para la construcción del socialismo".
El reto de las venideras elecciones del 8 de diciembre y la formación de las candidaturas manifiesta el serio peligro que puede causar nuevamente la desunión entre las fuerzas de izquierda en Venezuela. El núcleo aglutinador del Gran Polo Patriótico se ve afectado, en esta oportunidad, por el lanzamiento de candidaturas en cerca de cinco estados, propuestos por el Movimiento Electoral del Pueblo, el Movimiento Revolucionario Tupamaro y los Independientes por la Comunidad Nacional, lo debilita a las fuerzas de izquierda en Bolívar, Miranda, Portuguesa, Vargas y Apure. Con ello, sin lugar a dudas, se repetirán los estragos de las elecciones municipales en el 2004 y el 2008, en los que se perdieron 51 alcaldías a causa de estas divisiones y no llevar las fuerzas de izquierda a un candidato único. A estas fuerzas divisorias se ha sumado la Vanguardia Bicentenaria Revolucionarias (VBR), quien postula cerca de 100 aspirantes a nivel nacional.
¿Qué pretenden el sectarismo y el fraccionalismo en estos momentos en que la unidad es esencial? ¿Saboteo consciente de la continuidad del chavismo, sacar a flote extemporáneamente recelos y reservas durante años contra la actual dirección del país y el PSUV? ¿Castigar ciertas exclusiones, acaso, y tratar de hacerse valer en la palestra política? Lo cierto es que nadie ve el riesgo que se corre y el peligro que acecha, pues de estas divisiones solo saldrá fortalecida la derecha rapaz y oportunista.
Hay tiempo, camaradas, para rectificar errores, para subsanar exclusiones, para hacer más participativa la democracia real que propugna el chavismo. Hay tiempo para pensar menos en nosotros mismos y más en la patria. Hay tiempo de hablar entre nosotros, a camisa quitada, y forjar la unidad necesaria para seguir adelante. Creo que también el PCV debe actuar con objetividad en este trance.
El reto mayor del momento es serle fiel a Chávez, a su legado y, sobre todo, al pueblo. No hacerlo, sería abrir las puertas a una VI República, copia fiel de aquella IV República, ya desaparecida, que dejó a Venezuela en el luto, la dependencia y la pobreza. Es, simplemente, regalar nuestra dignidad y nuestra independencia. ¡Hagámoslo por Chávez!
Percy Francisco Alvarado Godoy.
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