domingo, 11 de agosto de 2013

Un tal Antúnez sigue en Miami el tour opositor



Les adelanto que este tema de hoy les puede aburrir. A mí también. Aburre por falso, por insustancial, porque es un tema de circo. Con perdón, como siempre digo, de los grandes circos del mundo. Pero lo que ha sido el tema de esta semana en Miami, además de la lamentable muerte de un joven artista colombiano en Miami Beach después de recibir una descarga de pistola eléctrica por parte de un policía y el arresto de dos alcaldes por soborno, es el desembarco en esta ciudad del llamado opositor de Placetas Jorge Luis García Pérez, alias Antúnez.

Empecemos por aquí mismo, porque cuando uno tiene un “alias” es porque ha decidido comportarse como un guerrero, como un luchador, y este hombre, además de estar preso 17 años  por delitos comunes, no ha hecho otra cosa que darle a la lengua para difamar a su pueblo.

Antúnez declaró, para tomar ventaja sobre otro mitómano que se encuentra por acá, el titulado disidente Guillermo Fariñas, también con alias (El Coco), que en la región central de Cuba hubo una movilización de tropas del ejército y la policía por temor a “manifestaciones” de apoyo a su viaje. Pero al señor Jorge Luis García Pérez le han puesto en Miami otros alias más inaceptables. En ese centro de propaganda que es el Instituto de Estudios Cubanos y Cubanoamericanos (ICCAS) que dirige Jaime Suchlicki, se han atrevido a decirle el Antonio Maceo de nuestros días; o el León de Placetas, sucesor del Mayor General Vicente García, el León de Las Tunas. Han aplaudido esa absurda comparación personas como Ángel de Fana y Hubert Matos, que no significan nada en el presente y el futuro de Cuba y se empeñan en difamar a la revolución en cenáculos reaccionarios de países como Costa Rica, Argentina y Chile.  

En cuanto al supuesto apoyo público a su viaje, se sabe que en la misma Placetas, incluso poniendo comida y bebida el día de su cumpleaños, Antúnez no reúne ni a diez personas. Lo muestran además los videos que exporta con el logo del Directorio, que es quien ordena: son cuatro gatos.

 Aquí en Miami Antúnez fue recibido solo por las personas que hicieron la invitación formal para que obtuviera el visado. No llegaban a la decena y son todos miembros de dos organizaciones anticubanas: el citado Directorio Democrático de Orlando Gutiérrez Boronat y su esposa Janisset Rivero, y MAR por Cuba, de Silvia Iriondo; unidas ahora en un engendro llamado Asamblea de la Resistencia Cubana, que de paso se confabula con la Unión Liberal de Carlos Alberto Montaner. Apenas un medio se molestó en cubrir la llegada de Antúnez en la noche del domingo 4 de agosto al Aeropuerto Internacional de Miami: el Canal 41, que envió como reportero a Juan Manuel Cao. Pero Cao lo mismo cubre una pesquería en un canal, el nado de un cocodrilo en el everglades, que una carrera de palomas en Hialeah. Aunque la verdadera especialidad de Juan Manuel Cao no es la flora y la fauna de la Florida: es contar historias calumniosas y falsas sobre Cuba.

Y por supuesto que fue también a recibirlo su hermana Berta Antúnez, fiel empleada del Directorio, que contribuye a que los ingresos de Jorge Luis en Placetas asciendan, según se dice en esta ciudad, a unos mil CUC mensuales. Lo que si no representa la primera fortuna de la llamada oposición cubana, que está en manos de Yoani Sánchez, sí califica como la mayor remesa. Con mil CUC mensuales se puede vivir tranquilamente en Placetas, sobre todo accediendo a los servicios médicos y educacionales que ofrece la revolución; y sin pagar impuestos sobre la vivienda y hasta sobre los ingresos.

Antúnez es el preferido de lo peor de la contrarrevolución cubana en Miami. Es el hombre de los hermanos Díaz-Balart, de Ninoska Lucrecia Pérez Castellón y Diego Suárez del llamado Consejo por la Libertad de Cuba o CLC, de los recalcitrantes millonarios Remedios Díaz Oliver y Gus Machado, y de la congresista Ileana Ros-Lehtinen.

A Antúnez le parece poco la contradictoria política del presidente Barack Obama hacia Cuba porque prefiere el apoyo de los alabarderos miamenses de George W. Bush. El mismo lunes 5 de julio, unas horas después de llegar, Antúnez declaraba a la radio de Miami, a sus compinches Ninoska Lucrecia y Armando Pérez Roura, que él venía a Estados Unidos a criticar al presidente Obama y a “personajillos” (son sus propias palabras) como el congresista Joe García.

Proyecciones como esta explican que un medio perteneciente al gobierno norteamericano como la llamada Radio y Televisión Martí no cubriera su llegada; y ni siquiera escribiera su nombre en el tardío titular que le dedicó, hablando de un “matrimonio opositor” llegado de Cuba. Antúnez vino acompañado de su esposa Yris Tamara Pérez Aguilera, líder de un supuesto movimiento nacional de resistencia femenina que nadie conoce. Tampoco El Nuevo Herald le hizo mucho caso; ni le pusieron esas ridículas escoltas que han tenido otros disidentes, que con Yoani llegaron al ridículo de usar camionetas negras con cristales oscuros como las del servicio secreto.

Aunque El Nuevo Herald tuvo el “honor” de dar la primicia sobre la convocatoria de Antúnez a un “paro nacional gradual” que ni siquiera él mismo se cree, pues solo se trata de otra engañifa para entretener por más tiempo a los crédulos del llamado exilio histórico. La propia Ninoska Lucrecia, desesperada y desesperanzada, declamó en uno de sus programas: “Ay Antúnez, tú no sabes como yo te agradezco que digas esas cosas”. Como he estado diciendo, esta gente está cansada y derrotada.

La “escolta” de Antúnez la conforma el flamante jefe nacional ejecutivo del llamado Directorio Democrático Orlando Gutiérrez Boronat, que es quien le rectifica los disparates. Como cuando declaró en el propio Aeropuerto que lo que hacía falta en Cuba era dar “fuego”, aclarando después que se refería a una “candela pacífica”. También forma parte de la “escolta” Janisset Rivero, esposa de Orlando y colega en la obtención de financiamiento; y John Suarez, un mulato cubanoamericano de alta estatura (física), que después de una vida dedicándose a amenazar a funcionarios y amigos de Cuba en los foros internacionales, ahora se dedica a posar de pacifista en los rincones de Miami.

En Miami Antúnez tampoco ha sido claro respecto al delito que le llevó a prisión. Que fue una causa común está fuera de dudas, porque él mismo lo reconoce en una entrevista al periodista norteamericano Tracey Eaton que puede consultarse en  Vimeo. Una versión suya dice que fue por robar como Robin Hood a una dependencia del gobierno cubano; creo que radios o televisores. Pero lo cierto es que para merecer 17 años por eso hubiera tenido que robar equipos como para cinco provincias.

Seguramente quienes le daban órdenes, al parecer insatisfechos con su expediente delictivo, le indicaron que politizara sus antecedentes y Antúnez  empezó a decir que a principio de los años 90 había interrumpido gritando consignas un discurso del entonces Primer Vicepresidente cubano Raúl Castro. Un cuento que nadie cree, tan absurdo como los del Coco Fariñas, que implica una dudosa capacidad para romper un cerco de seguridad estricto; y de lo que por demás no hay evidencias en ningún documento o testimonio de la época.

En junio del 2009 Antúnez declaró a Carlos Serpa Maceira, un periodista con acceso a estos grupos que luego se reveló como agente de la Seguridad del Estado, que él se había convertido en preso político en la propia cárcel. En otra ocasión el propio Serpa Maceira, mientras grababa declaraciones de Antúnez sobre la presunta detención con golpizas a su esposa en Placetas, llamó a la casa donde comprobó que su esposa Yris Tamara se encontraba mirando televisión y disfrutando de una apetitosa merienda. Como parte de sus mitos, Antúnez le declaró al periodista que en le cárcel le echaban perros y le habían torturado, dejándole cicatrices en la cara que nadie ha visto.

En verdad Antúnez llegó a Miami un poco pasado de peso, rebosante de salud y con un cogote de cuarta y media, dispuesto a seguir anchándolo en las cafeterías de la sagüesera miamense. 


Edmundo García
 


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