Lo que el gobierno de los Estados Unidos identifica como
“bajas colaterales” cual si fueran un mal inevitable universalmente aceptado
como acompañante de un objetivo militar justo según los principios del derecho
internacional, no son realmente subproductos indeseables, sino el objetivo
esencial de sus acciones bélicas: su propósito terrorista.
Cuando el Presidente de los Estados Unidos amenaza al
gobierno de cualquier otro estado con su extraordinario poderío militar, es
obvio que lo que está en el centro de su intimidación es presionar al pueblo de
la nación en cuestión para que éste fuerce a su gobierno a que ceda ante
Washington por temor a las “bajas colaterales” que tendría que soportar. El
miedo a las “bajas colaterales” está llamado a influir en los pueblos con tanta
o mayor fuerza que las bajas de soldados, la destrucción de instalaciones
militares e incluso que la humillación nacional por la derrota.
El hecho de que el volumen ofensivo norteamericano supere con mucho la capacidad
defensiva del “enemigo” determinará la existencia de abundantes “daños
colaterales” y efectivamente es esto lo que siempre ocurre.
Pero las enormes “bajas colaterales”, cuya difusión por
los medios de prensa en Estados Unidos
es mínima pero que siempre alcanza gran publicidad en los demás países
–especialmente en el agredido-, están destinadas a aterrorizar a los pueblos
amenazados. Son sus auténticas armas terroristas.
Sin embargo, hasta principios de 2010, unos 5 mil
soldados estadounidenses habían muerto en las guerras de Irak y Afganistán,
muchos más que los 2 mil 973 que, según datos del gobierno de Estados Unidos,
murieron a causa de las acciones terroristas del 11 de septiembre de 2001 en
Nueva York. El síndrome de Vietnam ronda nuevamente a la Casa Blanca y la estrategia
que plantea la élite del poder estadounidense a sus militares es la de librar guerras “sin bajas propias”,
partiendo de la formidable disparidad de medios bélicos y el amplio control de
los medios de prensa que Washington ejerce.
El desarrollo tecnológico aportó para este propósito los
vehículos aéreos no tripulados, también conocidos como drones o abejones. Son
aviones controlados por "pilotos" desde la tierra que, en su versión
bélica, siguen autónomamente una misión previamente programada.
Su utilización ha
crecido rápidamente por sus ventajas más notables:
pueden volar sin parar durante más tiempo; son mucho más
baratos que los aviones militares, y no hay peligro para la vida de los
tripulantes porque combaten sentados bien lejos, ante a una mesa.
Sus inconvenientes son de orden moral, ético y
humanitario, pero Estados Unidos dispone de gigantescos recursos para controlar
los medios de divulgación y reprimir las indiscreciones que hagan públicos las
violaciones de este carácter.
Comoquiera que, con el uso de drones, los atacantes están
lejos de los horrores de la guerra, en completa seguridad y distantes de la
zona de conflicto, sin ver al “enemigo” como seres humanos, tales horrores no
juegan el papel disuasivo que normalmente aportan en las batallas.
Tienden a
convertirse en deshumanizados soldados de gatillo alegre con su
armamento controlado a distancia en combates en los que una de las partes
tendrá todas las bajas y la otra ninguna, al menos en las “guerras” que hasta
ahora se están librando entre países separados por una enorme brecha
tecnológica.
Tanto los drones estadounidenses Predator como los Reaper
británicos-israelíes son operados desde bases próximas a los objetivos pero
controlados vía satélite desde las bases Nellis y Creech de la Fuerza Aérea de
EEUU en el desierto de Nevada, cerca de Las Vegas.
Los drones armados fueron usados inicialmente en los
Balcanes, contra los países que
integraban la federación de Yugoslavia, y desde entonces han servido otros
objetivos siniestros del Pentágono y la CIA en Afganistán, Irak, Yemen, Somalia
y Palestina, así como en la guerra no declarada de la CIA en Pakistán.
Se conoce que Estados Unidos tiene dos formaciones de
drones: una operada por la USAF y otra por la CIA.
La CIA utiliza drones en Pakistán y otros países para
asesinar extrajudicialmente a supuestos "líderes terroristas". Las protestas de otras naciones por las
violaciones de sus soberanías obligaron en determinado momento al Presidente Obama
a anunciar la revisión de la política de drones. Supuestamente, los ataques
solo ocurrirían cuando hubiera “certeza suficiente” de que no se producirían
muertes de civiles inocentes… pero apenas transcurrido un mes de este anuncio
se conocieron nuevas muertes de niños como “bajas colaterales” en ataques de
drones.
Por Manuel E. Yepe
Agosto de 2013.
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