El caprichoso y cíclico
devenir de la Historia, podría hacer que dos Papas de la Iglesia Católica,
separados en el tiempo y en la distancia por 35 años y un océano, queden
hermanados por la brevedad de su mandato y la imagen de descrédito de la
Iglesia que recibirán como herencia. Así, Juan Pablo I y Francisco pasarán a la
Historia por su lucha contra el establishment vaticano, su innegable carisma
personal y un estilo revolucionario plasmado en un estilo apologético propio
basado en el desapego de las formalidades y en su don de gentes, quedando sus
elecciones como hitos del finiquito de la concepción eurocéntrica de la Iglesia
Romana y la irrupción de la Iglesia centrífuga.
Cónclaves sorpresivos
El ascenso al Papado en 1978 de Albino Luciani, "Il Papa del Sorriso"
(El papa de la sonrisa), defensor de los postulados del Concilio Vaticano II,
representó un golpe inesperado para los sectores más conservadores que intentaban
imponer al conservador arzobispo genovés Giussepe Siri, al defender éste una
interpretación más conservadora o incluso “una corrección de las
revolucionarias reformas del Concilio Vaticano II”. Así, la sorpresiva elección
de Luciani se debió al inestimable trabajo de proselitismo realizado por
Giovanni Bennelli, (hombre de confianza de Pablo VI que consiguió que más del
80% de los votos del cónclave fueran a favor de Juan Pablo I), provocó la
desilusión y el malestar del lobby de los cardenales más conservadores al
significar su nombramiento una continuación de la política de su antecesor
Pablo VI.
Por su parte, la
inesperada renuncia de Benedicto XVI abrió la puerta a un candidato descartado
por los vaticanistas que fruto de su miopía intelectual lo consideraron “no
fiable”, olvidando que ya en el Cónclave del 2005 y apoyado por el Cardenal
Martini fue finalista, aunque finalmente Ratzinger se convirtiera en Benedicto
XVI tras desaconsejar el propio Bergoglio su elección al resto de cardenales
participantes en el Conclave y finalmente, en el Cónclave del 13-3-13 y por vez
primera en la Historia, un jesuita argentino de raíces italianas se impuso al
teórico favorito del establishment vaticano, Angelo Scola, debido a las
divisiones intestinas entre las facciones conservadoras detentoras del Poder
con el Papa Ratzinger y tras haber descartado su candidatura el resto de
cardenales no europeos debido al estigma del reciente escándalo del “Vatileaks”
Por Germán Gorraiz
López * Analista Internacional
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