He leído con detenimiento el artículo de Jorge Dávila
Miguel, comentarista político y columnista de CNN en Español, titulado “Fuerza
Aérea Uno”, aparecido hoy en la edición de El Nuevo Herald (1) y trataré de
reflexionar sobre algunos párrafos del mismo, omitiendo otras que –en correspondencia
con mi criterio personal– se salen del marco de lo que trato de decir. A
ciencia cierta, especula sobre quiénes serán los cubanoamericanos que podrían
acompañar a Obama en su histórico viaje a La Habana (lo único que puede hacerse
por ahora) y expone sus opiniones al respecto.
Al tomar como ejemplo
el caso del fallecido Chairman de la FNCA, Jorge Mas Canosa, como un potencial
invitado por Obama en su venidera visita a Cuba, de haber vivido en estos
tiempos –teniendo en cuenta de que la acompañarán alrededor de una decena de
cubanoamericanos–, el articulista
retrata una postura siempre anquilosada por décadas por aquellos representantes
de la extrema derecha anticubana opuesta a todo tipo de diálogo. La razón
principal de esta postura anti-arreglo con La Habana radica en dos cuestiones
principales:
● Casi todos estos
líderes apostaron por el derrocamiento violento de la Revolución, financiando
al terrorismo y desarrollando una política de apoyo a cualquier medida que
fortaleciera el bloqueo, presionando a las administraciones norteamericanas
para secuestrar su política hacia Cuba.
● Por otro lado,
sabedores de que cualquier forma de diálogo entre gobiernos les excluiría y les
restaría visibilidad, optaron por mantener su oposición abierta contra
cualquier acercamiento entre ambas naciones. Sin embargo, en el más íntimo
espacio de su afán de protagonismo, albergaron ocultamente su
maleabilidad ante este tipo de suceso, siempre que fueran tenidos en cuenta y
se les otorgara protagonismo y reconocimiento.
La derrota de esta
visión anacrónica de esta política irracional, luego de décadas de su terca
vida, ha llevado a los “líderes del exilio” a realizar malabares para
atemperarse a los nuevos escenarios: fracaso del aislamiento hacia Cuba, una
controvertida emigración cada vez más definida por motivos económicos, los
cambios sociológicos dentro de los cubanoamericanos residentes en EEUU, el
mantenimiento de la solidez de la Revolución, cambios sutiles en la política
norteamericana que han dejado atrás el hard power para pasar a la preparación
de un andamiaje subversivo y desestabilizador, han servido de fuente de decantamiento
dentro de las organizaciones anticubanas. Otro motivo, tal vez el principal, es
gozar del privilegio de manipular libremente las ayudas y partidas dispuestas
por USA para desestabilizar a Cuba, lo que se ha convertido en fuerte motivo de
discordia entre las mismas, empujando a algunas –las excluidas– a mantener sus posturas
hacia el radicalismo y a la intolerancia.
Muchos de estos “líderes” están manipulando sus discursos en temas como la Ley de Ajuste Cubano, la apertura de los viajes hacia Cuba, la búsqueda de oportunidades de inversión en la Isla, el impulso a los intercambios culturales, deportivos y científicos, el deseo de propiciar la reunificación familiar y el mantenimiento de vínculos estables entre las familias de allá y acá, entre otras, lo que no significa realmente un ablandamiento de sus posiciones tradicionales por arte de magia, sino un reconocimiento de que la nueva emigración ha cambiado la composición electoral en La Florida y en otras ciudades de USA. Tampoco hay que excluir que varios –los más poderosos– ven es estos acontecimientos oportunidad de incrementar sus arcas a partir de potenciales negocios.
Los acompañantes de
Obama han logrado un asiento en el Air Force One, inobjetablemente, por haber
participado directamente en el financiamiento de su campaña y las de su partido
demócrata y por la expectativa de encontrar posibles espacios “en el futuro
destino de la nación cubana”. Los hechos venideros demostrarán si esto no es
mero sueño utópico.
Dávila Miguel pone
sobre el tapete una nueva visión de las cosas: “Una nueva era se abre entre Cuba y Estados Unidos en la que sus
respectivos gobernantes, tal vez, permitan que la isla se deslice hacia los
cambios “en un suave plano inclinado” ––como me dijo Norberto Fuentes. Pero
también otra era se abre en Miami para la clase política cubanoamericana, si la
maquinaria y el empuje que unos tuvieron hasta ahora, es capaz de reinventarse
para otros ante nuevas realidades: la normalización de las relaciones, el
desarrollo del comercio entre Miami y La Habana, y la complejidad política de
cubanos residiendo simultáneamente en ambas ciudades. Allá con un diputado ante
el gobierno cubano y aquí con un congresista ante el gobierno americano. Ya las
leyes lo permiten.”
Pero también Dávila
Miguel se proyecta hacia el futuro: “Cualquiera
sea el resultado de las elecciones en 2016, el embargo acabará. El próximo
presidente solo influirá en si es más tarde o más temprano. Todos los que
apostaron por lo que es hoy la política de Obama y el entendimiento merecerían
un puesto en ese avión. Y así viajarán ahora, aunque no como interlocutores
sino como invitados. Pero estarán finalmente allí; mirándose las caras, aunque
de refilón, con “el castrismo”. Los republicanos Carlos Gutiérrez y Mike
Fernández se me ocurren, entre otros; y no faltarán demócratas ilustres. La
mayoría lo veremos todo por la televisión. Envidiable oportunidad: ser testigos
de la historia en tiempo real.”
Lo cierto es que
hasta el momento no se ha publicado la relación de cuáles serán los
acompañantes cubanoamericanos de Obama en su viaje a La Habana. Algunos consideran que estarán presentes varios de los que han estado directamente
involucrados en tristes pasajes del terrorismo contra Cuba, especulando sobre la
posible inclusión de personajes como Jorge Mas Santos (FNCA) o que han sido (y
están siendo) distribuidores del dinero USA para mantener la subversión contra
Cuba. ¡Allá Obama si se complace por andar acompañado de tales sujetos!
En Cuba, vengan los
que vengan, cargados de sinceridad o no, solo verán el fracaso de todo aquel
esfuerzo por doblegarnos y la única oportunidad posible que les queda:
¡Respetarnos y aceptarnos!
Percy Francisco
Alvarado Godoy
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