Varios medios de
prensa y agencias han puesto sobre el tapete una horrenda verdad en su momento.
Los atentados terroristas en París y Bruselas podrían haberse evitado. En ambos
casos los servicios de contraterrorismo tuvieron información creíble sobre
estas amenazas y dichas informaciones fueron descartadas e ignoradas. Por
tanto, las brechas y fallas de seguridad han sido aprovechadas con total
impunidad por los terroristas del ISIS, lo que da pie a conjeturas sobre
posibles conspiraciones u operaciones de falsa bandera.
Resulta ilógico que
la absurda y negligente actuación de los órganos policiales, inteligencia y
contraterrorismo en Europa, así como el menosprecio a cualquier alerta o
indicio sobre amenazas no hayan sido debidamente analizadas. Este
incumplimiento del deber se convierte en aliado del criminal y lo alienta.
Lo peligroso de todo
este escenario es que es sabido por las fuerzas de inteligencia y contraterrorismo
que hoy en día se están moviendo en toda Europa centenares de terroristas,
agrupados en células activas –en algunos casos y en otros conformados por
células durmientes– y todavía se dan el lujo de desechar cualquier información
sobre potenciales amenazas. El resultado de esta incoherencia es conocido por
todos: centenares de víctimas, miedo e intranquilidad ciudadana, así como una
sensación de peligro que afecta a millones de europeos.
Resulta absurdo y condenable que informaciones sobre listas de terroristas ofrecidas por Rusia en su momento hayan sido menospreciadas por los servicios europeos y norteamericanos. A su vez, que la inteligencia y el FBI de EEUU haya tenido en sus listas de terroristas a personas que han participado en estos tristes eventos y nunca haya sido enviado información a sus pares europeos o que la misma haya llegado de forma tardía. Tampoco que no haya sido evaluada por Bélgica y Holanda una valiosa información enviada por Turquía sobre los terroristas del 22 de marzo.
Hoy es triste decir que los yihadistas se mueven por las capitales europeas con total impunidad, mientras las autoridades y muchos partidos de derecha pierdan la perspectiva en un discurso xenófobo y discriminatorio, atacando a inmigrantes con un trato cruel e injusto. La incompetencia ve más resultado en meter a todos en el mismo saco y evitarse de esta forma una labor concienzuda y diligente.
Absurdo resulta
también que mientras el órgano belga de Coordinación para el Análisis de la
Amenaza (OCAM) baje el nivel de alerta terrorista, otras capitales europeas aún
se encuentren en una abulia contemplativa ante el terrorismo. Las reuniones
entre ministros de nada sirven mientras no se creen las condiciones para una coordinación
eficaz de las acciones antiterroristas.
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