Jean Guy, Pedro de La Hoz y yo |
Me sorprendiste,
amigo, me sorprendiste.
Aunque esperaba tu
partida, no la esperaba tan pronto,ni calculé el tamaño
del golpe. Tampoco supe la
dimensión del espacio que dejabas vacío.
Me costará buscarte en
este mundo digital en que aparecíascon la verdad a cuestas,
sin temores ni vergüenza alguna.Tampoco habrá la
llamada telefónica, casi habitual, para desnudar a nuestros enemigos.
Por suerte no bastan
lamentos para recordarte. Fuiste hierba húmeda
en cada eterno amanecer,y así te me vas.Yo, dolido, me quedo
en tu trinchera.Es la mejor manera de
tenerte presente.
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