Es
escandaloso pero interesante ver cómo la prensa de Miami, cuando cree que tiene
lo que llama una victoria mediática en algún tema, entra en una especie de
exhibicionismo poniéndolo en portada, ilustrándolo con fotos coloridas y
desplegando enormes titulares. Y cuando el evento noticioso que han tratado de
manipular no les pinta bien o se les vira al revés, tratan de desmayarlo o,
como decía Francisco González Aruca, lo ocultan en una esquina o en una página
de interior. Mientras más cerca de los obituarios, mejor.
Déjenme
aclarar que lo que estos medios llaman “victoria mediática” es que su
manipulación noticiosa se convierta en “política”; algo muy lejos de lo real
porque la política no se hace leyendo la prensa miamense o pensando lo que esta
prensa va a decir. A no ser que se considere “política” a las declaraciones y
fotos que logran sacarle a algunos representantes locales, siempre disponibles
para el teatro.
En
Miami hubo una gran alharaca durante casi un mes con lo de los cubanos que
estaban en las Bahamas en un centro de detención de inmigrantes; se publicó en
primera página un centenar de boberías relacionadas con esto. Pero lo que salió
a relucir entre domingo y lunes, que era realmente importante, lo trataron de
esconder. El Nuevo Herald se decidió a sacarlo, pero bien discreto, camuflado
entre otras informaciones.
El
domingo 18 el Ministro de Exteriores y Servicios Públicos de Bahamas Fred
Mitchell desmintió y rechazó el video sobre supuestos maltratos a inmigrantes
en su país. La verdad que desde el principio de toda esta saga televisiva noté
algunos detalles de manipulación a dicho video. No obstante, la congresista
Ileana Ros-Lehtinen siguió repitiendo que el video sí era cierto y que a ella
el Departamento de Estado le había dicho y prometido cosas; pero lo cierto es
que todavía no se ha visto ninguna declaración oficial del Departamento de
Estado sobre sus “conversaciones” con Ros-Lehtinen.
Todo
se limita a comentarios, llamadas telefónicas y mensajes de texto de los
interesados en el problema. Por cierto, la propia Ileana Ros-Lehtinen
compareció en CNN Latino la mañana de ayer martes en Miami y reconoció que en
cuanto al otorgamiento de refugio en los Estados Unidos de algunos de los
cubanos en Bahamas, no era verdad que ella tuviera una comunicación afirmativa
del Departamento de Estado.
Por
el contrario, la única declaración oficial del Departamento de Estado
norteamericano que hemos conocido es la que se produce después que el Ministro
de Exteriores de Bahamas Fred Mitchell anuncia que diplomáticos bahamenses en
Miami han sido amenazados, junto con amenazas a la integridad física
(inmobiliaria) del Consulado. Recomendando a los ciudadanos de su país en Miami
que tomaran precauciones al concurrir a la sede. Es solo entonces cuando
Estados Unidos responde oficialmente que se toma estas declaraciones del Ministro
Mitchell en serio.
Yo
creo que por lo menos debe haber una investigación sobre tales amenazas. Y lo
considero así tomando en cuenta el historial de la persona que ha estado
protagonizando todo este espectáculo, que es Ramón Saúl Sánchez, o Ramón Sánchez,
o Sánchez Rizo, como se le conoce y recuerda en varios círculos de Miami.
Porque este individuo, que ahora se nos presenta como el Gandhi cubano de
Miami, como un gran pacifista, estuvo ligado a la organización violenta Omega 7
y varios connotados terroristas de Miami; algunos de los cuales todavía guardan
prisión, como es el caso de Eduardo Arocena. Voy a detenerme un momento en este
punto, y les pido licencia para citar algunas cosas en inglés y en extenso,
porque las circunstancias lo requieren.
El
30 de diciembre de 1983 el periodista Jim McGee publica en el Miami Herald un
artículo titulado “New breed of anti-Castro militant moves to Miami” donde resume las características generales de lo que
llama una nueva oleada de terroristas contrarrevolucionarios de origen cubano
(McGee todavía les decía “presuntos”), que identifica por sus nombres. Además
de las investigaciones del periodista, los datos tienen la confirmación del
oficial del FBI Stanley Klein, quien dirigía el programa de contra terrorismo
del FBI en el área.
Entre
los personajes controlados por causa del terrorismo se nombran en el artículo a
Eduardo Arocena, por entonces con 40 años y operador de una firma importadora;
Pedro Remón, de 38 años y vendedor de camiones; Guillermo Novo, de 44 años y
ejecutivo de publicidad y Ramón Sánchez, con 32 años y co propietario de un
servicio de alarmas de seguridad en Miami. Dice el artículo que en base a
declaraciones de Arocena las autoridades federales hicieron constar en
documentos judiciales que Sánchez construyó una bomba que fue colocada debajo
de la limusina de un diplomático cubano en 1980. Arocena también dijo al FBI
que Sánchez proporcionó explosivos a otro miembro de Omega 7. (“Federal
officials have alleged in court documents, based on statements by Arocena, that
Sanchez built a bomb that was placed beneath the limousine of a Cuban diplomat
in 1980. Arocena has also told the FBI that Sanchez provided explosives to
another Omega 7 suspect. Like Remon, Sanchez is a member of OPLC.”)
El
15 de diciembre de 1983, Jim McGee había publicado otro artículo en el Miami
Herald titulado “FBI agents, police stub toes in terrorism investigations”, donde empezaba quejándose de que el terrorismo en Miami
casi siempre quedaba impune (“In Miami, terrorism almost always goes unpunished.”), y señala que Ramón Sánchez se mantiene en prisión por
cosas que debería aclarar sobre la organización violenta Omega 7.
En
este artículo no trato de hacer historia; una historia que también incluye
muertes inocentes, como la de Carlos Muñiz Varela, recordado en fecha reciente,
o la del diplomático cubano Félix García-Rodríguez, miembro de la misión cubana
en la ONU, vilmente asesinado en septiembre de 1980 en Queens, New York, en su
propio auto (con matrícula diplomática) precisamente por miembros de Omega 7.
Un hecho cruel condenado enérgicamente por la comunidad diplomática
internacional, y particularmente por Edmund Muskie, entonces Secretario de Estado del Presidente Jimmy
Carter.
Solo
quería usar algunos datos que demostraran que tanto la preocupación del
Ministro de Exteriores de Bahamas Fred Mitchell respecto a la seguridad del
Consulado en Miami, como la declaración del Departamento de Estado de Estados
Unidos de que se toma en serio la preocupación de Ministro bahamense, están más
que fundamentadas atendiendo al historial de violencia que tiene el personaje
que ha protagonizado este espectáculo mediático, amenazando infructuosamente
las relaciones entre varios países, y la agenda de trabajo de varios
congresistas federales que han caído el juego.
Después
que el problema se puso serio, con la intervención de las autoridades de
Bahamas y Estados Unidos a alto nivel, Ramón Saúl Sánchez se mandó a correr y
aclaró a El Nuevo Herald que él no tiene nada que ver con eso, que él no ha
amenazado a nadie y que además es un amigo. Esto fue lo que le declaró Sánchez
a la periodista María Pérez para su artículo del pasado lunes 19 de agosto: “Rechazamos
categóricamente cualquier tipo de conducta. No fue ningún miembro de Democracia
ni de ningún simpatizante. Jamás haríamos una cosa como esa. Bahamas es un país
amigo”. Un país amigo cuando han insultado a
sus autoridades, cuando han llamado a un boicot al turismo y los viajes hacia
esas islas.
Es
lo que siempre pasa: cuando Washington DC aprieta en Miami se acaba la guapería
y los violentos bajan la cabeza. Hasta prometieron irse del lugar donde habían
acampado frente al Consulado de Bahamas, en el que tenían permiso para quedarse
durante todo un mes, según dijo Ramón Saúl Sánchez en su programa “Desafío” de
la estación radial La Poderosa de Miami.
Vamos
a ver a dónde llega toda esta farsa con la entrada en escena del ex embajador
de Panamá en la OEA Guillermo Cochez, amigo de Roger Noriega, y la cobertura en
El Nuevo Herald por los taquígrafo Antonio María Delgado y Juan Tamayo. Una
fauna de politiqueros y propagandistas de papel, radio y televisión que jamás
se descompleta.
Edmundo
García
No hay comentarios:
Publicar un comentario