Hoy se cumplen 10 años de la muerte de Filiberto Ojeda Ríos, y el
gobierno local no ha reabierto el caso para aclarar las interrogantes
sobre la intervención de los agentes del Negociado Federal de
Investigaciones (FBI), tal y como recomendó la Comisión de
Derechos Civiles (CDC) de Puerto Rico.
“Esa recomendación duerme el sueño de los justos”, dijo el director ejecutivo de la CDC, Ever Padilla.
“El Departamento de Justicia de Puerto Rico ni
el Departamento de Justicia de Estados Unidos reabrieron la
investigación. De esta manera, los eventos que ocasionaron la muerte de
Filiberto Ojeda están impunes”, manifestó.
En el 2011, la CDC sugirió a Justicia local y a
Justicia federal investigar el grado de fuerza que usaron los agentes
del FBI en el operativo contra el líder independentista, pues una
pesquisa de la CDC reveló que esta muerte se caracterizó por el uso
excesivo y abusivo de la fuerza.
El secretario de Justicia, César Miranda, explicó
ayer que durante el 2008 la agencia, bajo el entonces secretario
Roberto Sánchez Ramos, investigó los hechos y que, luego de evaluar
todos los ángulos y solicitar y obtener información por parte del FBI,
concluyó que la prueba recopilada era insuficiente, en términos de su
derecho penal, para establecer conducta criminal. Ante ese hecho, dijo
Miranda, Justicia archivó la investigación haciendo la salvedad de
que el caso pudiera reabrirse si se accede a prueba adicional o
distinta.
Disparo mortal
Fue el 23 de septiembre de 2005, luego del
tradicional acto del Grito de Lares, que el FBI realizó el operativo
que terminó con la vida de Ojeda Ríos en el barrio Plan Bonito, en
Hormigueros. El líder de los Macheteros llevaba 15 años fugitivo tras
ser acusado por varios delitos, incluyendo el robo de $7.2 millones
en la oficina de la firma Wells Fargo en la ciudad de Hartford, en
Connecticut.
El FBI lo tuvo en su lista de los más buscados
hasta que dio con su paradero. En el operativo participaron unos 100
agentes federales. Ese día, Ojeda Ríos recibió un disparo en el pecho
y murió desangrado, según afirmó entonces Héctor Pesquera, médico y
dirigente del Movimiento Independentista Nacional Hostosiano, quien
participó de la autopsia.
Siguen las dudas
Una de las interrogantes que ha trascendido con
su muerte es por qué los agentes federales no lo arrestaron.
Precisamente la pesquisa de la CDC, que según Padilla tomó tres años y
recogió más de 40 testimonios, reveló que el FBI fue el primero en
dispararle mientras estaba solo en su hogar.
Ojeda Ríos estaba al ladode una nevera cuando
recibió el disparo mortal de un francotirador. “La investigación dice
que el asalto fue de forma violenta con armas poderosas para una sola
persona, cuando pudieron haber usado la mediación y otros recursos para
que se entregara”, dijo.
Representantes del FBI en la Isla no contestaron
ayer las llamadas de este diario, pero una pesquisa de la Oficina
del Inspector General federal asegura que Ojeda Ríos inició la balacera y
los agentes devolvieron el fuego.
Otro cabo suelto en este caso es la supuesta
inacción de los agentes al no brindarle asistencia médica. Pesquera
opinó que a Ojeda Ríos lo querían matar, no arrestarlo, pues lo
pudieron llevar al hospital y no lo hicieron.
No permitir esa ayuda es una violación de los
derechos humanos, resaltó William Ramírez, director de la Unión
Americana de Libertades Civiles (ACLU, por sus siglas en inglés) en la
Isla. “Aun si ellos pudieran justificar la muerte tenían la obligación
de preservar esa vida”, dijo, al destacar que el Gobierno tiene que
investigar más a fondo, fijar culpas y publicar la verdad de este
caso.
Para la viuda Elma Rosado, la muerte de su esposo
fue un acto de terrorismo mediante la tortura y el asesinato, y “los
asesinos y sus cómplices continúan merodeando entre nuestro pueblo
sin cumplir un solo día de cárcel”
http://www.elnuevodia.com/noticias/locales/nota/decadadeinterrogantesa10anosdelamuertedefilibertoojedarios-2102936/
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