Ha sido de tal
magnitud la intentona en estos últimos tres años por parte de la Dirección de Vigilancia de EEUU (DSD)
por recopilar datos sobre personas en ese país y en todo el mundo –apoyada por
la complicidad de los gigantes tecnológicos estadounidenses Microsoft,
Facebook y Google, según denuncia de Snowden en 2013– que tanto la NSA y el Centro
de Datos de Utah (nombre en código Bumblehive), y que actúa como depositario
de datos, han resultado inefectivos para procesar tan gigantesca información, a
pesar de las millonarias inversiones realizadas para perfeccionar ese sistema.
Esa incapacidad ha permitido que la DSD resulte ineficaz y su capacidad de
respuesta arroje una preocupante lentitud.
La Agencia Nacional de Seguridad (NSA), como agente ejecutivo de la Oficina del Director de Inteligencia Nacional (ODNI), es responsable de llevar a cabo tres de las actividades de inteligencia más importantes del país: Inteligencia de señales (SIGINT) –dedicada a espiar a todos sus socios y personas/gobiernos extranjeros–, Aseguramiento de la Información (IA) –encargada de proteger a los sistemas de búsqueda y procesamiento de datos–, y la de Vigilancia Doméstica (DS) –encargada del espionaje interno o doméstico, es decir, a sus propios ciudadanos–. Actualmente, se especula, el Utah Data Center tiene saturados sus servidores de 4-6 millones de gigabytes con información esencialmente inútil.
Obviamente, gran
parte de la información precede de un tsunami artificial creado deliberadamente
por otros servicios de inteligencia, sobre la base de usar palabras claves
filtradas por la NSA en cientos de falsos emails y otros medios en redes
sociales.
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