El desenlace de la
sobredimensionada y ambigua “huelga de hambre y sed” de Guillermo Fariñas, no
por esperado, pone sobre el tapete dos cuestiones importantes: 1) Jamás este
mercenario cumpliría su “promesa de llevarla a cabo hasta las últimas
consecuencias” –pues quienes le conocemos sabemos de sobra su incapacidad de
inmolarse por un ideal y que su motivación principal es su obcecado afán de
protagonismo – y se buscó al Parlamento Europeo para buscarle una salida
aparentemente decorosa al circo del ayunante. 2) La mejor manera de propiciar
una salida era darle la opción de escalar públicamente ante sus competidores de
la contrarrevolución con el rimbombante título de “asesor de derechos humanos
respecto a Cuba” de ese foro. De esta manera, el Parlamento Europeo demuestra
otra vez su confabulación con quienes tratan de revertir el proceso
revolucionario cubano y ser un mero peón de quienes patrocinan la guerra
ideológica anticubana. Como diría mi abuela: "Todo estaba cocinado de antemano"
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