El día martes 23 de abril,
mes de victorias revolucionarias, precisamente a 9 días de haber ganado la
Presidencia con el camarada Nicolás Maduro, estando en la Av. Bolívar Norte, la
principalísima de Valencia, siendo casi las 05:00 pm, hora pico, fui
sorprendido por un aglomerado de gente en la vía norte-sur que está frente al
Ateneo de Valencia; qué habrá pasado, me pregunté, al acercarme encontré la
triste respuesta: un muchacho (24 años) tirado en el pavimento, al parecer sin
signos vitales, confirmada la muerte más tarde; la causa, un gesto de
solidaridad humana suyo, al ver a unos tipos que se habían montado unas cuadras
antes, con la intención de robar a una dama que venía de pasajera en una
camionetica, en fracción de minutos, se le convirtió en una golpiza mortal,
tratando de evitar el hecho.
Los tipos, también jóvenes,
delincuentes y asesinos, seguramente persuadidos por la voraz cultura de la
violencia impuesta y vertida como un mecanismo aparentemente fácil y rápido,
para obtener los bienes materiales que constantemente les son exhibidos a
nuestros muchachos por todos los medios comerciales, pero, en el camino de
conseguirlos, sin escrúpulos, los lleva hasta matar sin misericordia.
Este y los demás hechos
delictivos, acrecentados en un índice inaceptable, tiene que tocarnos las
fibras humanas a todos, pero fundamentalmente a las autoridades del Estado en
sus tres instancias, por cuanto éstos tienen no solo los recursos
constitucionales, legales, logísticos, personal humano y capacidad técnica,
sino, en materia de seguridad ciudadana, tienen la responsabilidad estatal
conferida por el Pueblo, asumida y jurada por ellos. Si pensamos en lo
contrario, es decir, que la responsabilidad es de los padres, de los consejos
comunales o cualquier otra instancia del Pueblo o la sociedad simplemente,
entonces, tienen que darles a los ciudadanos, las herramientas necesarias, las
armas, puesto que, con ese carácter de crueldad con que actúan los
delincuentes, no queda otra alternativa que utilizarlas, lo que nos llevaría a
una guerra, esa sí, de Pueblo contra Pueblo; mientras, los enemigos, esperando
que la muerte de apodere de todos los espacios, vendrán por los que sobrevivan,
para hacer que se les imponga la esclavitud como sistema económico y político
que les genere las ganancias acostumbradas.
Gobernador, Ameliach, usted
sabe que esta situación de la delincuencia fue una las escusas utilizadas por
la oposición, para justificar sus ataques contra nuestro proceso, cuestión que,
seríamos muy ingenuos en lo contrario, no debemos eludir, pues, así como lo
reconoce el ahora Presidente Nicolás Maduro, su gobierno tiene que revisar las
políticas en materia de seguridad ciudadana, porque no basta la mediática
anunciando planes o moviendo piezas, cuando no se toca la sensación colectiva
de inseguridad, que en un alto grado de paranoia, completamente justificado,
así como en otros espacios, los usuarios del transporte de pasajeros, sentimos,
al abordar una unidad que en cualquier momento, que se montará un acompañante
indeseado, tal como le ocurrió al infortunado joven la tarde del 23 de abril.
Abg. Gustavo Vásquez
Tomado de Paz con Dignidad
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