Cuando
se comparan dos sistemas políticos antagónicos como el capitalismo o el
comunismo, se suele admitir que el primero aventaja en algo claramente
al segundo, en la libertad de expresión. Pues se vive en un mundo libre
donde cada cual puede hacer y decir lo que él mismo quiera y decida.
Esto queda muy bien a nivel teórico y mejor como campaña publicitaria,
sin embargo, los hechos, la realidad de los hechos, dice cosas bien
diferentes. Así comenta el historiador norteamericano Michael Parenti:
Los
publicistas, eruditos y profesores pueden trabajar libremente en tanto
se mantengan dentro de ciertos parámetros ideológicos. Cuando entran a
territorio prohibido, manifestando o haciendo cosas iconoclastas,
experimentan las restricciones estructurales impuestas a su subcultura
profesional por la jerarquía social más elevada.(1)
En el
momento que alguien rebasa estos parámetros ideológicos, marcados por
los intereses económicos de la élite en el poder, empieza a tener
problemas. Puede ser demandado judicialmente, pero puede, más
comúnmente, ser silenciado, no dejándole publicar o expresarse en los
medios de comunicación de masas que están ferreamente controlados y
vigilados por ese poder económico, además también será atacado y
vilipendiado por colegas de profesión a sueldo que le harán recapacitar
sobre su actitud o lo marginarán. Esto es así porque las corporaciones
que dominan la economía en nuestras sociedades tienen también el poder y
control sobre los medios de comunicación y sobre la mayor parte de las
instituciones, incluidas las políticas y las docentes. Ante este
panorama difícilmente se puede hablar de libertad de expresión, ¿no lo
creen?
Michael Parenti habla en su libro La lucha por la cultura
sobre el caso del periodista estadounidense Gary Web, un profesional
con una brillante carrera que se truncó por desvelar una verdad
incómoda: la vinculación de la agencia de inteligencia norteamericana,
la CIA, con los contrarrevolucionarios y el tráfico de drogas a los
Estados Unidos. El periodista exponía con claridad, tras su
aleccionadora experiencia, en qué se ha convertido la profesión
periodística, del periodismo corporativo, que es el que ocupa
prácticamente la totalidad de los grandes medios de difusión:
Si
nos hubiéramos conocido cinco años antes, no podrían haber encontrado un
defensor más firme de la industria del periodismo que yo... Estaba
ganando premios y dinero, dando conferencias, aparecía en la televisión y
formaba parte de jurados de periodismo... Y entonces escribí algunas
historias que me hicieron darme cuenta de lo tristemente equivocado que
estaba. La razón por la que había disfrutado de tanto prestigio durante
un tiempo no había sido, como yo presumía, por mi trabajo bueno,
cuidadoso y diligente... La verdad era que todos esos años yo no había
escrito nada lo suficientemente importante como para ser censurado.(1)
La
presión, amenazas incluidas, persecución, acoso, difamación y
marginación de Gary Web por el mundo de los medios de comunicación,
condujeron finalmente a su suicidio en el año 2004.
En un
mundo donde los medios de comunicación pertenecen y están bajo el
control de las corporaciones económicas no puede haber libertad de
expresión, porque no puede mostrarse algo que perjudique seriamente a la
imagen o a los intereses económicos de sus dueños, de sus amos. Es de
cajón, es de sentido común. No llamemos por tanto libertad de expresión
a esto, no hagamos ver o creer lo que no existe. Tampoco llamemos
periodismo, periodismo honesto y con rigor, a lo que hacen estos medios
corporativos, cuando no son más que sirvientes que escriben para
agradar a quienes les pagan, para promover sus intereses, para divulgar
su imagen y figura, y no para lo que debían estar: para informar, para
narrar lo que realmente ocurre, para cumplir con su obligación
periodística. El periodismo, el periodismo corporativo, hoy es
decadente, tanto más decadente cuanto más se ha concentrado el poder
económico y su red de medios de difusión. De este modo el periodista se
ha convertido en un ser que ha perdido su autonomía, su capacidad de
crítica, su verdadero ser como periodista. El físico y escritor
estadounidense Jeff Schmidt aplica su rigor científico para explicar y
exponer la realidad de este periodismo:
La actitud que los
cualifica [a los periodistas] , según he podido comprobar, es la falta de crítica y la subordinación
que permite a los profesionales adoptar la ideología de sus jefes y sintonizar
debidamente las opiniones con las que desempeñan su labor. El profesional
resultante es un pensador obediente, una propiedad intelectual en la que el
empresario puede depositar su confianza para que este cree, innove y exponga
opiniones, sin riesgo de rebasar los límites de la doctrina predominante. La
actual cortedad de miras intelectual y política del personal más cualificado no
es fruto del azar. (2)
Ante
este naufragio general del periodismo, ante esta cortedad de miras
intelectual, política y humana debemos fomentar y crear un periodismo
serio, con rigor, con honestidad. Debemos recuperar la dignidad perdida
del periodismo, si alguna vez la tuvo. No debemos dejar que el
periodismo sea una causa perdida en el mar de los intereses económicos.
Formemos una sociedad de personas críticas, no obedientes a ciegas, no
anuladas por los intereses egoístas de las corporaciones. No seamos tan
ingenuos al aceptar la falsa publicidad de libertad de expresión de los
medios corporativos. Llamemos a las cosas por su nombre, esto que nos
ofrecen y cobran no es periodismo y no es libertad de expresión.
Rechazemos esta parodia que tanto daño hace y busquemos el periodismo
real, el periodismo que ejerce y busca el rigor y la seriedad. Lo tienen
en sus manos, lo tienen en la misma internet, no pertenece a las
grandes corporaciones.
No olviden que para tomar decisiones serias y consecuentes en su vida necesitan información fiable, esta nunca la tendrán de manos de los medios de comunicación bajo el manto y mando del poder económico. Empiecen a ser libres tomando sus decisiones libremente, pero con información veraz. Es el primer paso hacia una verdadera libertad y hacia una verdadera responsabilidad.
Sobre la vaciedad moral e informativa del periodismo:
La falta de rigor y ética de los medios corporativos: atentados terroristas en Damasco. Enlace
Racismo y barbarie en los medios de comunicación españoles. Enlace
El periodismo español en la guerra de Yugoslavia. Enlace
Los medios de comunicación y la guerra en Libia. Enlace
Los medios de comunicación corporativos y la guerra contra Siria. Enlace
Vean también un ejemplo de la misma televisión púbica española (TVE), donde la "periodista" actúa como una sirviente del poder económico, defendiendo de una forma hasta descarada los supuestos intereses de las corporaciones en Latinoamérica (bueno, de los privilegios, porque prácticamente pide impunidad y que prevalezcan los intereses privados extranjeros sobre los públicos) en vez de preocuparse por los ciudadanos de Ecuador o por los de España. Es una entrevista concedida al presidente del Ecuador Rafael Correa. Todo un ejemplo de lo que nunca debe hacer un periodista o una periodista.
Entrevista TVE a Rafael Correa, abril 2013.
Notas:
(1) Michael Parenti. La lucha de la cultura. Hiru. 2007.
(2) Mikel Itulain. Justificando la guerra. 2012.
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