Después
de protagonizar violentas demostraciones contra el gobierno de Rafael Correa,
principalmente en Quito, la oposición ultraderechista ha convertido a Guayaquil
en escenario de sus iracundas demostraciones, con la singularidad de que sus
máximos gestores son dos encumbradas estrellas de la oligarquía porteña (y
nacional, claro): el Alcalde Jaime Nebot Saadi y el banquero Guillermo Lasso.
El primero, saltando de su conocida condición de ‘líder cantonal’ al plano de
presidenciable a la fuerza, y el segundo como presidenciable a tiempo completo,
sin que nadie lo llame.
La
movilización decretada por el Alcalde se compondrá, en buena medida, de
empleados y policías municipales, sin que se descarte una importante
participación de elementos populares, que irán detrás de conocidos caballeros y
matronas que, por ahora, vestirán trajes modestos a fin de ocultar su faz de
pelucones. Y claro ocultarán las banderas y camisas negras del fascismo que representan para lucir camisetas con la benévola imagen del Papa Francisco.
Todo vivamente calculado. Lo que no podrán esconder es el odio que destilan
contra las propuestas de cambio de la Revolución Ciudadana, en particular
contra cualquier intento de tocarles el bolsillo, donde guardan dineros
legítimos y fortunas mal habidas.
Como quiera que sea, la
manipulación alcaldicia tendrá algún éxito, aumentado en forma gigante por la
complicidad de los medios privados, que comen en la misma mesa de la
oligarquía. Así tendremos que si Nebot reúne 20 mil seguidores, los medios
gritarán ¡50 mil!, y si congrega 30 mil, los medios clamarán ¡100 mil! Y la
masa, predispuesta al engaño, les creerá.
Pero
bien. Vamos a otro punto. El relativo éxito de estas manifestaciones sus capos
deben agradecerle a Alianza País, cuyo despiste, desorganización e inoperancia
son proverbiales y demuestran que no aprendió nada de las clamorosas derrotas de febrero 2014, ocasionadas por el oportunismo, la ceguera política y el
sectarismo. Sus personeros, además de lanzar en forma inoportuna la consigna de
la reelección presidencial, proclamaron como meta luminosa la carnetización de
un millón de adherentes. Ahora surgen las preguntas: ¿llegaron siquiera a medio
millón en más de un año? Y cualquier número de miles que hubieren carnetizado,
¿dónde están?
Reconozcamos
la verdad. Si no fuera por la propia acción del presidente Correa (sabatinas,
inauguración de obras, entrevistas, exitoso reconocimiento internacional, etc.),
no se sabría de la existencia de Alianza País. Frente a esta realidad se impone
con urgencia que tanto el gobierno como todo lo que sea recuperable de la
organización política se movilicen para mostrar a la ciudadanía, con pelos y
señales, con nombres propios y ubicación concreta, qué es la oligarquía,
quiénes son los oligarcas, cuánta fortuna han acumulado y porqué medios, cuáles
son sus vínculos con los grandes medios, con la banca internacional, con la
Chevron y otras multinacionales.
Una demostración
de esta naturaleza, publicitada a los cuatro vientos a través de les medios
públicos y de toda clase de iniciativas, le quitaría piso a la falaz y engañosa
propaganda
de la restauración conservadora. Por su parte, en cada provincia, en cada ciudad
los jóvenes revolucionarios podrían y deberían hacer un ejercicio público
concreto: desnudar al oligarca. Que en todas partes hay ejemplos. Esto mientras
se implementan medidas y acciones para que la patria avance, teniendo como
bandera decisiva los cambios sociales, retomando las propias tesis del
Presidente, como aquella de que “sin Revolución Agraria, no hay Revolución Ciudadana”.
Jaime Galarza Zavala.
http://galarzajaime.blogspot.com
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