La independencia política sin independencia económica es sólo una ilusión (Kwame Nkrumah, 1902-1972, primer presidente de Ghana poscolonial)
Ahora, cuando el mundo se prepara para recibir el Año Nuevo mientras
la crisis económica golpea sin cesar a la única superpotencia del mundo,
Estados Unidos, y a su incondicional servil aliado, la Unión Europea,
en América Latina termina el año con un promedio estable del crecimiento
anual de 2.6 por ciento, según el último informe de la Comisión
Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL). En su reporte anual
“Balance Preliminar de las Economías de América Latina y el Caribe”, la
CEPAL señala que el año pasado el crecimiento económico fue más modesto
de lo pronosticado en los países de la región. Se informa sobre todo
sobre la disminución de la demanda externa, la caída global del consumo y
una mayor volatilidad financiera internacional.
Uno de los mayores problemas que persisten en América Latina es la
pobreza que actualmente afecta a 164 millones de habitantes de los
cuales 66 millones viven en la indigencia. A pesar que desde el 2002 la
pobreza cayó en el 15.7 por ciento y la indigencia el 8 por ciento, hay
países donde la pobreza se mantuvo estable, como en El Salvador (45.3%) y
República Dominicana (41.2%). Sin embargo, lo más paradójico es que la
pobreza aumentó en México de 36.3 a 37.1 por ciento pesar de que este
país es permanentemente elogiado y felicitado por el presidente Barack
Obama y su vicepresidente Joe Biden por sus “éxitos económicos y el
desarrollo de su democracia”.
Y cómo no iba alabar Barack Obama a los dirigentes de México si hace
pocos días su presidente Enrique Peña Nieto y el Congreso de la
República formalizaron la cesión de su sistema energético a las empresas
transnacionales poniendo con este gesto el punto final a la soberanía
de México. Los héroes nacionales Miguel Hidalgo, Ignacio Allende y Juan
Aldama que hace 203 años dieron el “Grito de Dolores” deben de estar
revolcándose en sus tumbas, indignados por la liquidación voluntaria de
la independencia del país que resistió guerras e invasiones pero
sucumbió al poder del dólar. También ya está en marcha la nueva Reforma
Educativa, orientada a la privatización del sistema educativo mexicano
al estilo chileno. También se propone un nuevo recorte del gasto público
siguiendo las recetas ortodoxas económicas cómo sucedió en América
Latina en los años 1980.
Sin embargo, la mayoría de los países del hemisferio siguen, a
diferencia de México, otros caminos y se enrumban hacia el modelo de
desarrollo heterodoxo y el fortalecimiento de la influencia del Estado
en la elaboración y ejecución de la política económica. Esto explica
porqué la pobreza en Argentina bajó en 2012 a 4.3 por ciento,
registrando este país el menor índice de la población con necesidades
insatisfechas en Latinoamérica. Detrás le siguen Uruguay con un 5.9 por
ciento Costa Rica (17.8%) y Brasil (18.6%). También en Venezuela la tasa
de la pobreza bajó de 29.5 a 23.9 por ciento y en Ecuador del 35.3 al
32.2 por ciento. La disminución de la pobreza implica el crecimiento
sostenido de la clase media y las inversiones en infraestructura
productiva necesarias para que las economías nacionales logren el mejor
desempeño en 2014.
Como lo señaló la secretaria ejecutiva de la CEPAL, Alicia Bárcena,
“el escenario de la economía mundial en 2014 le plantea a la América
Latina y el Caribe simultáneamente oportunidades y desafíos. Entre las
oportunidades vemos un aumento en el comercio internacional y la
posibilidad de aprovechar las depreciaciones cambiarias que se están
dando para asegurar cambios sostenidos de los precios relativos”. Lo que
se requiere, según esta especialista, es la implementación de políticas
industriales nacionales que “apoyen el crecimiento, impulsen la
integración regional y atiendan a la pequeña y mediana empresa”. Todo
esto no se puede realizar sin hacer cambios en la estrategia económica.
El mayor desafío para América Latina en condiciones cuando el ciclo
expansivo de la política monetaria de EEUU se está aproximando a su fin y
la economía de China muestra signos de desaceleración, es crear
condiciones para interrumpir, si no romper cada año más, la creciente
dependencia de los mercados norteamericanos y chinos. Se necesita mayor
integración económica regional dentro de los parámetros del Mercosur, la
Unasur y el Alba que estimularían la demanda interna y activarían el
aparato productivo facilitando la atención a las demandas sociales.
En estimaciones de la Cepal, Latinoamérica registró entre 2003 y 2012
un crecimiento promedio anual del cuatro por ciento debido al
incremento de los precios de las materias primas y un acelerado
crecimiento del comercio mundial, esto debido especialmente al pujante
desarrollo de China e India. Este ciclo empezó a decaer en 2013 debido a
la desaceleración de la demanda externa y una ligera caída de los
precios de las principales materias primas exportadas por los países
latinoamericanos. Hay que tener en cuenta que Norteamérica sigue siendo
el principal socio comercial de América Latina que absorbe el 35 por
ciento de los productos de exportación regionales, mientras China sigue
importando un 20 por ciento de la mercadería latinoamericana. Hay casos
extremos también, como México que depende completamente de EEUU en su
comercio exterior que absorbe el 80 por ciento de los productos de
exportación mexicanos. Lo siguen Colombia que realiza el 43 por ciento
de sus exportaciones en Norteamérica, Costa Rica (37%) y Venezuela
(28%).
La atadura de un país al mercado del otro lo hace completamente
dependiente de los ciclos económicos que atraviesa el país importador y
esto se refleja directamente en la economía del país exportador. El
crecimiento de México ha sido uno de los más bajos en América Latina en
2003, alcanzando un 1.3 por ciento parecido a él de los Estados Unidos –
1.7 por ciento. En este aspecto la dependencia de Latinoamérica de
Europa es menos peligrosa ya que la exportación comercial al viejo
continente no supera un 12 por ciento, a excepción de Brasil (22%),
Costa Rica (18%), Chile (17%) y Perú (16%).
Lo que se necesita urgentemente no sólo una mayor integración
comercial dentro de América Latina vía Mercosur, Unasur, el Alba, sino
buscar nuevos mercados, como el de Rusia por ejemplo, superando las
viejas ideologías y prejuicios que lastimosamente siguen latentes en
América Latina debido a la permanente presión de los Estados Unidos.
Este país, a pesar de las declaraciones del actual secretario de Estado,
John Kerry quien dijo que el tiempo de la Doctrina de Monroe ya expiró,
no deja de pensar en como reconstruir de nuevo su “ex patio trasero”
que se quedó con el único inquilino – México.
Ahora resulta que John Kerry tiene nuevos planes para América Latina y
entre ellos profundizar, según el periodista Andrés Oppenheimer, el
Tratado de Libre Comercio de Norteamérica con México y Canadá (NAFTA)
con el resto de Latinoamérica comenzando primero con Centroamérica. Es
decir, lo que tiene en mente Washington es tratar de promover una
variante nueva del Tratado del Área de Libre Comercio de las Américas
(ALCA), empezando esta vez por Centroamérica, que fue rechazado en 2005
por Venezuela, Argentina y Brasil en la IV Cumbre de las Américas
celebrada en Argentina.
Es posible que América Central, conociendo su historia y su política
actual, acepte la oferta que le haría Washington en la próxima Cumbre
del NAFTA y que tendrá lugar dentro de dos meses celebrando sus 20 años
de existencia. El mundo entero es testigo de la transformación de México
en estos años, de un país soberano y autosuficiente en su alimentación
se transformó en un protectorado de Estados Unidos que está obligado a
importar su producto autóctono - maíz de California y cuyo sueldo
mínimo, es el más bajo en América Latina – 147 dólares al mes, mientras
que en Perú es 274, Uruguay 300, en Chile 372 y Argentina 475 dólares.
El NAFTA desde el comienzo había sido orientado de remodelar la economía
mexicana para satisfacción del capital norteamericano y no de las
necesidades de la mayoría de población de México o de los Estados Unidos
y Canadá y establecer un severo control del salario bajo el pretexto de
mantener la “competividad productiva”. De allí proviene este miserable
salario mínimo de 147 dólares al mes. Pronto lo mismo se ofrecerá a
Centroamérica.
Mientras se están preparando pautas para este nuevo proyecto de
Washington, el gobierno de Barack Obama ya logró que México, Colombia,
Chile y Perú firmen un tratado de Alianza del Pacífico para
posteriormente entrar inmediatamente en el Acuerdo de Asociación
Transpacífico (TPP) que incluye 12 países de la cuenca del Pacífico.
Simultáneamente, Washington está negociando otro tratado para crear una
Sociedad Trasatlántica de Comercio e Inversión (TTIP) con 28 naciones de
la Unión Europea.
Lo que quiere Norteamérica en realidad es aumentar su control sobre
el destino del mundo aislando a China, los países del BRICS (Brasil,
Rusia, India, China y Sudáfrica) y los países pertenecientes al Mercosur
y al Alba dejándolos aparte de los bloques comerciales más fuertes del
mundo. No hay que olvidar que juntos los Estados Unidos y la Unión
Europea producen el 50 por ciento del Producto Interno Bruto (GDP) y el
comercio y la inversión entre estos países supera cinco millones de
millones de dólares anualmente.
Frente a todos estos desafíos que plantea el 2014, el “Año de
Caballo” según los chinos, a Latinoamérica, sus gobernantes y su pueblo
tienen que buscar nuevos senderos para la integración regional y abrir
nuevos caminos para sus productos de exportación. Como decía Antonio
Machado en su poema “Caminante no hay camino”: “Caminante, son las
huellas/el camino y nada más./Caminante, no hay camino,/se hace el
camino al andar”.
Columna de Vicky Peláez
Ria Novosti
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