"Por
suerte somos diversos; más de un iluminado en un debate público me decía ‘qué
tanta América Latina, ni América Latina. ¿Qué tiene que ver un argentino con un
haitiano?’
Y yo lo miraba con lástima, con pena.
Pobre hombre, él no sabe que lo mejor que te
puede ocurrir es ser diverso, y nuestra gran virtud es que contenemos todos los
colores, los olores del mundo en América Latina, en la diversidad
latinoamericana”.
Eduardo Galeano
“No basta con no ser racista, es necesario que
seamos activamente antirracistas. La mayor prueba de cultura es y será el
respeto a nuestros semejantes”.
Hoy se
han superado, en gran parte, obsoletos criterios de la antropología física
clásica, y existe una amplia mayoría que considera la raza una construcción
sociocultural que da trascendencia a ciertos caracteres biológicos del ser
humano, como el color de la piel y otros rasgos. Han tenido que transcurrir más
de 200 años para que la antropología biológica haya podido liberarse de un gran
error epistemológico, al reconocer lo incorrecto y dañino de un paradigma
científicamente desacertado.
Pero no
deja de ser cierto que mientras que muchos genetistas y antropólogos afirmamos
que las razas no existen, el hombre de la calle se pregunta por qué para él las
diferencias entre blancos y negros, por ejemplo, le continúan pareciendo
patentes. Debemos hacer entender que la raza no tiene ninguna relación
intrínseca con la diversidad biológica humana, que tal diversidad es
principalmente un producto natural de fuerzas evolutivas mientras que la raza
es una invención social. Tenemos que ser líderes a la hora de promover el
conocimiento y significado de las variaciones humanas.
De
acuerdo con Florencia Peña Saint Martín, colega mexicana, no se puede dejar de “...reflexionar
sobre la imperceptible y peligrosa armonía que muchas veces existe entre
conocimiento científico y justificación del orden social. Por ejemplo, se ha
multicitado y ha sido ampliamente aceptado nuestro origen “biológico” a partir
de tres “razas”: la europea, la indígena y la africana. Pero en antropología
física poco se enfatiza que el acceso al poder y a los recursos socialmente
producidos de estos tres grupos “biológicos” ha sido profundamente desigual.
Por tanto con cinco siglos de colonialismo, neocolonialismo, marginación,
pobreza extrema, etcétera, que dos de los tres componentes ha sufrido, se debe
ser precavido con qué se asume como biológico y qué puede tener determinaciones
sociales. Ello conduce a la necesidad de aceptar que el discurso antropofísico,
bajo el disfraz de cientificidad, ha dado argumentos para justificar
superioridades e inferioridades de raza, de clase y de género”.
Muchos opinan
que con negar la existencia de razas biológicas no se llega a ninguna parte,
que no se resuelven los problemas del racismo. En este sentido es menester
apuntar que el racismo se basa en dos afirmaciones que presenta como
evidencias: la especie humana está compuesta por grupos bien definidos, con
características biológicas distintas, las “razas”; esas razas pueden
clasificarse jerárquicamente según una escala de valor. Ante estas dos
afirmaciones el papel de la ciencia es aportar rigor y lucidez. De este modo
negar la base biológica de las llamadas diferencias raciales contribuye a
destruir en gran medida el problema.
En Cuba,
tierra donde se mezclan todos los tonos de piel, desde el blanco al negro
oscuro, a pesar de ser mestiza biológica y culturalmente (sin obviar el
componente aborigen que generalmente es excluido), los estereotipos raciales,
los prejuicios, la discriminación y el racismo subsisten, aunque es evidente
que están muy lejos de tener la magnitud con que se manifestaban en tiempos pretéritos.
Pero esta problemática está en nuestras calles, en nuestros barrios, y ha
venido ignorándose por demasiado tiempo.
Para
muchas personas es muy difícil hablar del tema racial, es un tabú. Mucha gente
lo evita totalmente. Es un tema muy importante que incide en muchos aspectos de
nuestras vidas, sin embargo hay aún mucho silencio al respecto. No pocos
consideran que hablar de ello en vez de propiciar la unidad nacional podría ser
un agente para exaltar barreras que desunan.
Nuestra
realidad muestra, además, que la problemática racial ha estado ausente del
currículo docente e investigativo de las instituciones de la ecuación superior,
las cuales poseen un potencial extraordinario para estudiarla y hacer las
recomendaciones pertinentes.
Considero
que para la antropología cubana esto es aún un tema pendiente, que si bien ya
es abordado (limitadamente) hace falta dar más impulso al intercambio de ideas
así como a la difusión de los estudios. Es palpable que se precisa de una labor
activa en la socialización de los resultados, muy en especial a través de los
diferentes sistemas educativos y de los potentes e influyentes medios masivos
de comunicación.
¿Hasta
qué punto nuestro sistema educacional tiene responsabilidad en este problema y
ha contribuido a reproducir el discurso racial tradicional? No debemos pasar
por alto que el racismo y los prejuicios pueden ser transmitidos de muy
variadas formas y sin estar conscientes de ello y sin que ese sea el propósito,
incluso desde nuestras aulas.
Hoy
tenemos la obligación de contribuir a ofrecer toda una nueva visión de la
especie humana desde su unidad y su diversidad, una visión que contribuya a
promover la evolución del conocimiento de los seres humanos. Una de las
contribuciones más útiles de nuestro trabajo en este campo, sería la de
propiciar una comprensión más lúcida de lo que cada ser humano representa.
La forma
de abordar y dar solución a nuestros problemas tenemos que encontrarla nosotros
a partir de nuestra realidad, de nuestra cubanía y no extrapolar ideas o
posicionamientos que con frecuencia se escuchan, que evidentemente son copiados
de otras latitudes, donde por lo general tampoco funcionan. No existen motivos
en nuestro país mestizo para reproducir lo que no nos corresponde, lo cual en
vez de propiciar la unidad nacional sí podría ser un agente para alzar murallas
que desunan.
¿Qué
somos? ¿Cubanos? ¿O nos convertiremos en una sociedad segmentada en
afrocedescendientes, eurodescendientes, indodescendientes, etc.? Por otra
parte, tampoco podemos obviar que el autoidentificarse con una determinada
ascendencia no tiene que negar necesariamente lo cubano.
Estudiemos
con detenimiento otros contextos socioeconómicos, políticos y culturales y los
resultados, por ejemplo, de las llamadas acciones afirmativas, que en mi
opinión son igualmente racistas. Sustituir un racismo por otro no es justicia
social.
El pasado
mes de enero culminó el curso de postgrado “La Racialidad en la Cuba actual”,
organizado por nuestra Cátedra de Antropología, con la colaboración de la
Fundación Fernando Ortiz y la UNEAC y donde participaron además profesores de
diversas facultades y centros de la Universidad de La Habana; el Centro
Nacional de Genética Médica, la Academia Cubana de la Lengua, y otros
especialistas en el tema como Heriberto Feraudy y Tato Quiñones. El curso, en
opinión de la casi totalidad de los alumnos, fue novedoso por su enfoque y
análisis multidisciplinario. Cada profesor impartió sus conocimientos sobre el
tema, que fueron tan diversos como la genética humana, evolución, origen de las
llamadas razas humanas, hasta la lingüística. Esto permitió que los cursantes
recibieran una perspectiva poco frecuente acerca de la problemática racial.
El curso
se enriqueció también por la composición del alumnado, integrado por
especialistas de las más diversas ramas de la antropología, biología, medicina,
historia, arte, demografía, filosofía, entre otros. Esta diversidad de saberes
y puntos de vista dio origen a importantes reflexiones, comentarios y
propuestas, que al tiempo que reflejaban las miradas desde cada "cascarón
científico" se entremezclaban con las de los otros, resultando en una
diversidad de opiniones que se imbricaban y mostraban cuánto nos queda aún por
avanzar en el entendimiento complejo de nuestra realidad como población y
cultura mestizas, y cuánto nos falta por insertar nuestro pensamiento en la
vida cotidiana del cubano. Tenemos necesidad de salir de nuestros encumbrados
recintos y hacer asequible a todas las personas lo que significa en realidad el
conocido "todo mezclado", o el llamado "ajiaco", muy bien
reflejado en los análisis efectuados.
Pero el
gran reto que tenemos es también el hacer llegar estos conocimientos a nuestras
familias, a nuestros maestros, profesores, a los medios masivos de comunicación,
a los alumnos, directivos y pueblo en general. ¿Cuánto mitos, falacias,
incomprensiones y desarraigos podrían ser destruidos?
Graciela
Pogolotti expresó en una entrevista realizada por Heriberto Feraudy Espino que:
“El silencio de los medios de
comunicación en torno a este tema responde a diversas causas. Una de ellas se
deriva de la tendencia triunfalista y acrítica que ha dominado por mucho
tiempo, respaldad por la cautela ante el despertar de fisuras en la necesaria
unidad nacional. No puede descartarse, por lo demás, el desconocimiento del
tema con toda su complejidad por muchos actores que intervienen en el trabajo
cotidiano de los medios. En este sentido, sería conveniente tener en cuenta
para el diseño de una estrategia efectiva, la necesidad de organizar cursos y
talleres avalados por el mayor rigor científico para fundamentar las acciones
en un conocimiento integral. No descarto con ello la posibilidad de matar al
pequeño racista que, sin tener conciencia de ello, sobrevive en nosotros”.
Como he
expresado en no pocas ocasiones, la Antropología desempeñó un papel importante
en el fomento del racismo; la animalización del "otro" fue la base
que sustentó el dominio, la opresión y el gran genocidio cometido contra
numerosos pueblos del planeta: asiáticos, africanos y americanos.
Lamentablemente la historia de la Antropología esta manchada de sangre, y ésta
tiene aún una gran deuda con la humanidad.
Según
Gould, "...en los siglos
XVIII y XIX los dirigentes blancos de las naciones occidentales no pusieron en
tela de juicio la pertinencia de la jerarquía racial. Dada esta situación, el
hecho de que los científicos aprobaran masivamente las jerarquías establecidas
no se debió al estudio de unos datos objetivos recogidos para responder a un
problema, sino a la circunstancia de compartir determinada creencia social”.
Tomando
las ideas de Tawakkol Karman, Premio Nóbel de la Paz, podría decir que nuestra
responsabilidad hoy es grande en pro de la supervivencia armónica de todos los
pueblos y culturas, debe ser un anhelo por su conservación, por la paz, por la
reconstrucción, por el progreso, por la vida y no por la muerte.
Nuestra
lucha debe ser contra el racismo y no contra las razas. Una alumna me señaló: "Fue
un curso distinto, excelente por los temas tratados. Para nada un encuentro de
crisis existencial, sí de aprendizaje y reflexión. En lo personal me sirvió
para incorporar una mirada diferente al problema de la discriminación racial
que tanto nos afecta. Creo que en la medida en que los estudios científicos
realizados se amplíen encontraremos nódulos o nexos que nos acerquen más los
unos a los otros. Ello contribuirá ineludiblemente a conocernos mejor y no
marcar las diferencias que históricamente nos han distanciado. Gracias por todo
el esfuerzo que hacen por el presente y futuro de la población cubana. Te
reitero que se debe considerar llevar estos conocimientos a un público más
amplio a través de la educación y los medios de comunicación con un diseño
eficaz y comprensivo que sea capaz de llegar a la población. Muchas veces es se
ha dicho que la discriminación es algo que está en la conciencia y cultura de
quien discrimina... Es imprescindible unir, conjuntar todos los saberes que
pueden contribuir al cambio, en alguna medida, de esa conciencia retrograda y
estereotipada. Ese es un reto, no debemos eludirlo”.
Es
evidente que se hace necesario emprender con urgencia un trabajo coherente para
desvanecer, al decir de Don Fernando Ortiz (1946), esos fantasmas irreales y
crueles que son las razas humanas; para desrracificar,
para desrracializar
[sic.] la humanidad.
Es
necesario llevar a cabo muchas acciones, que seguramente nos tomarán bastante
tiempo, para destruir siglos de un pensamiento que lamentablemente, aún está en
el subconsciente de millones de ciudadanos y que el ideario de nuestro apóstol
se materialice en nuestra vida cotidiana.
Es
menester, además, incorporar al currículo docente e investigativo de las
instituciones de la educación superior “contenidos que hoy son conflictuales
en la sociedad y que algunas de nuestras organizaciones sociales ignoran y es
como si no ocurrieran, debemos como instituciones educativas y formadoras de
personas humanas comprometidas, tener miradas más detenidas y agudas hacia procesos
que están teniendo lugar y que podemos desde nuestro perfil y características
ayudar en la lucha por desvanecerlos”.
Debemos
reconocerlos, debatirlos y pronunciarnos, el silencio nos pone a la defensiva y
es donde nuestros detractores se benefician para ocupar espacios, abierta o
sutilmente, y atacar nuestro proyecto social. Hablar sobre el racismo no
implica excitarlo o estimularlo, es necesario encontrarlo, analizarlo, buscar
sus causas y combatirlas. El gran reto es contribuir así a lograr una sociedad
más justa y más humanizada; una sociedad que sepa enfrentar sus problemas,
asumirlos y trabajar por superarlos. Una sociedad que asuma crítica,
responsable y respetuosamente el intercambio crítico, polémico y analítico
sobre la existencia aún de estos males inhumanos en nuestra sociedad.
Recientemente,
el primer vicepresidente cubano, Miguel Díaz-Canel, apuntó durante la clausura
de un seminario nacional del Ministerio de Educación (Mined) para preparar el
curso 2013-2014, que con el desarrollo de las tecnologías de la información y
las comunicaciones, llegan a las personas noticias de todas partes, algunas
verídicas y otras manipuladas. Por eso tenemos que dialogar, argumentar y
debatir constantemente, continuó, para que nuestros estudiantes, profesores y
el pueblo pueda discernir lo cierto de lo falso, lo bueno de lo malo, lo que
favorece la Revolución y lo que no. Asimismo, exhortó a los maestros a
perfeccionar la educación para formar a seres humanos integrales,
revolucionarios, decentes y capaces de amar al pueblo y a la humanidad. En este
mismo sentido consideró la necesidad de debatir en el espacio público la
problemática racial cubana, ello no conducirá a fomentar el racismo, sino a su
debilitamiento progresivo.
Por Antonio J.
Martínez Fuentes**
* Versión
actualizada del trabajo presentado en el XVI Simposio Territorial de Estudios
Culturales y Fórum Municipal de Ciencia y Técnica de la Cultura Plaza de la
Revolución, 2013.
**Biólogo,
investigador y profesor cubano. Doctor en Ciencias Biológicas por la
Universidad de la Habana; Investigador Titular en el Departamento Biología
Animal y Humana, de la Facultad de Biología de la propia UH. Presidente de la
Cátedra de Antropología “Luis Montané”, de la Facultad de Biología y
representante de Cuba ante la Asociación Latinoamericana de Antropología (ALA).
Ha publicado diversos artículos y libros de carácter científico, siendo también
conferencista a nivel nacional e internacional.
Composición
fotográfica RCBáez, a partir de imágenes de Roberto chiLe y Kaloian Santos
La Polilla Cubana
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