Las cárceles del Condado pueden convertirse en un infieron para aquellos internos que padecen de enfermedad mental (Alvaro Mata) |
La terrible muerte que sufrió Darren Rainey, un
prisionero con problemas mentales que fue literalmente quemado con agua
hirviendo, ha provocado que la crítica situación de las cárceles en el
condado Miami-Dade vuelva a estar en primer plano.
Esta vez, un grupo conformado por organizaciones
religiosas y activistas de derechos humanos envió una carta a Eric
Holder, secretario del Departamento de Justicia de Estados Unidos, para
que investigue y actúe la ley en este caso.
Sin embargo, quienes suscriben la misiva buscan que
haya claridad en la manera cómo están siendo tratados los enfermos
mentales en las correccionales de Miami-Dade.
Rainey perdió su vida cuando, como forma de castigo,
fue dejado solo, durante dos horas, sometido a un chorro de agua
hirviendo (a más de 180 grados de temperatura) lo cual provocó que su
piel se separara de su cuerpo.
Después de dos años de sucedido el incidente, aún no ha habido a quién responsabilizar por este hecho.
Howard Simon, presidente de la Unión de Libertades Civiles de Estados Unidos (ACLU, por sus siglas en inglés), dijo a DIARIO LAS AMÉRICAS,
que "el problema empieza con el Departamento de Policía, con medicina
legal y las autoridades de las cárceles, que no siguieron una
investigación, ni entrevistaron testigos clave, como la enfermera que
estaba de turno y los otros internos que vieron lo que pasó. [Las
autoridades] no preservaron tampoco evidencia importante".
El punto preocupante del mensaje a Holder -firmado
por Amnistía Internacional, el Consejo de Iglesias de Florida, la ACLU,
el Instituto de Justicia de la Florida y la Asociación Nacional para el
Avance de la Gente de Color (NAACP, por sus siglas en inglés)- es que
haya que acudir, como último recurso, a las autoridades federales porque
las locales no son capaces de encontrar responsables y castigarlos.
"Usted no puede confiar en que la misma gente involucrada en un hecho
sea capaz de investigarse a sí misma", advirtió Simon.
"No hay consecuencias por cosas como esas, no hay
cambios en el sistema [carcelario]", explicó el abogado Marc Seitles,
quien tuvo la experiencia de ver como a su clienta, la dominicana Keskea
Hernández, la dejaron morir en la cárcel de una enfermedad que no era
mortal. "En el momento en el que haya consecuencias para la gente que
maltrata a los prisioneros, a partir de ahí habrá un cambio",
complementó Seitles.
¿Patrón de conducta?
En el caso de Rainey, según denunciaron, no se ha
hecho pública su autopsia y ni siquiera la familia de la víctima ha
tenido acceso a esos reportes. ¿Por qué esa operación de encubrimiento?,
preguntó DIARIO LAS AMÉRICAS. "No quiero juzgar a todo el mundo
-respondió Simon- pero cuando los expedientes se cierran antes de que
las investigaciones terminen, que es lo que ha sucedido en el caso de
Darren Rainey, o cuando las investigaciones finalizan y no se encuentra a
ningún responsable, entonces es necesaria una investigación
independiente", agregó.
"Las cárceles para enfermos mentales aquí son como
las del tercer y cuarto mundo. Usted no cree que existan en Estados
Unidos", explicó Seitles. "Pero el caso del prisionero quemado no creo
esté pasando en las cárceles federales. Lo que hicieron con ese señor es
criminal", recalcó.
Sin embargo, la ACLU tiene un trabajo, en Washington, que se llama The Prison Project,
en el que se analiza la situación de las cárceles en todo el país, y
muestra que no es inusual, pasa todos los días, este tipo de abusos y
atrocidades como la denunciada en una cárcel del condado Miami Dade.
SERGIO OTÁLORA (DLA)
sotalora@diariolasamericas.com
@sergiootalora
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Tomado de http://www.diariolasamericas.com
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