Según reportó EFE,
a partir de una nota del Departamento de Estado, la segunda ronda de diálogo
entre Estados Unidos y Cuba, a celebrarse en Washington el próximo 27 de
febrero, centrará su atención, principalmente, en la reapertura de embajadas por
parte de ambas naciones.
La nota en
cuestión, puntualiza: "Las
conversaciones se centrarán en asuntos relacionados con la reapertura de las
embajadas, incluyendo las funciones de los diplomáticos en nuestros respectivos
países".
La misma nota deja
entrever, sin ambages, la clara intención de la administración norteamericana
de acelerar este proceso, por cuanto la sede diplomática servirá de plataforma
legal para desarrollar sus actividades desestabilizadoras dentro de la Isla. Al
respecto, dice: “Una embajada de Estados
Unidos en La Habana nos permitiría promover nuestros intereses y valores de
manera más efectiva, y aumentaría nuestro compromiso con el pueblo de
Cuba".
No cabe la menor de
las dudas de que la puja norteamericana estará centrada principalmente en
aumentar el número de personal “diplomático” en funciones, la libertad de
movimiento de los mismos por el interior del país, así como el libre acceso de
ciudadanos cubanos a la sede diplomática norteamericana, lo que reforzará el
papel de las Oficinas de Prensa, Política y Cultura, tradicionalmente
encargadas del estudio de perfiles de ciudadanos, captación de agentes
desestabilizadores y promoción de planes desestabilizadores.
Cuba tiene bien
claro este futuro contexto, por lo que la discusión sobre las cuotas de
personal diplomático de las embajadas y el tipo de acreditación que tendrá el
resto de personal de la misión, serán aspectos de serio debate.
El gobierno cubano
ha dejado bien claro que no tolerará que la sede diplomática norteamericana en
La Habana se convierta en un foco de subversión legalizado. Exige, por ello,
transparencia y buena fe por parte de su contraparte norteamericana.
Hasta el momento se
ha podido filtrar la suspicacia de que EEUU está preparando aceleradamente a
oficiales experimentados en planes subversivos dentro de sus agencias de
espionaje, o pensando trasladar a otros que cumplen actualmente misiones en
otras naciones, para componer su futuro staff en La Habana.
El reto venidero
sobre cómo se desarrollará en un futuro la actividad de los “diplomáticos”
norteamericanos en territorio cubano está planteado. Si la actividad de los
mismos se encamina a generar conspiraciones, acciones subversivas y
desestabilizadoras encubiertas, captación de líderes para el cambio político,
así como otras acciones probadas en Venezuela y Ecuador, por citar algunos
ejemplos, sépase de antemano que las mismas serán denunciadas oportunamente y
los involucrados serán sacados a la luz pública. Ni nuestro pueblo, ni el
pueblo norteamericano, serán engañados esta vez.
Percy Francisco Alvarado Godoy
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