Como predijimos en
un artículo anterior, la reunión efectuada en Morelos, México, entre los días
del 18 al 22 de junio, auspiciada por la Fundación Konrad Adenauer y la Organización
Demócrata Cristiana de América (ODCA), emitió una declaración denominada “POR
UNA CUBA DEMOCRÁTICA DECLARACIÓN DE MORELOS”
Aparentando un
dudosa posición de coincidencia, los desunidos contrarrevolucionarios presentes
en este evento –bajo la presión de sus financistas de la ODCA, la KAS, la FNCA
y la USAID-, trataron a duras penas de “coincidir” en una plataforma de trabajo
que, según mi opinión, se convertirá en letra muerta por dos simples razones: La
primera es que resulta imposible unir aquello que nunca será realmente unido,
pues entre estos mercenarios solo prima la ambición personal y el afán de
protagonismo, a la par que carecen de un sincero interés por resolver aquellos
problemas de la sociedad cubana actual y solo se limitan a vivir del cuento. La
segunda razón radica en que los mismos son absolutamente no representativos de
dicha sociedad, la cual los repudia y los ignora. Esto los exime de cualquier
rol como sujetos de un posible e ilusorio cambio en Cuba.
Las llamadas “coincidencias”
a la que han arribado luego de recibir las orientaciones de sus financistas,
demuestran la imposibilidad de que se cumplan los objetivos planteados para
destruir a la Revolución.
El primero de estos
“acuerdos” plantea: “Coordinar acciones
concretas y conjuntas entre las distintas plataformas y grupos de la comunidad
democrática en Cuba y en la diáspora, con el fin de articular propuestas
estratégicas para promover y alcanzar la democracia en Cuba. Al efecto, se
dieron los primeros pasos para conformar una mesa para la unidad en la acción.”
Lo cierto es que,
pese a las presiones de los grupos mafiosos de Miami, como la FNCA, el objetivo
de implantar por cualquier vía una democracia de corte capitalista resulta un
sueño efímero. Tampoco –a no ser de palabra-, lograrán establecer una mesa de
unidad cuando cada uno de sus mercenarios puja hacia sus propios derroteros y
ninguno quiere subordinar sus dudosos roles a los otros.
El segundo acuerdo
plantea: “Independientemente del
resultado del acercamiento diplomático entre Cuba y Estados Unidos, el
conflicto real entre las autoridades y el pueblo cubano se mantiene, por tanto
reafirmamos que el futuro del país depende de sus ciudadanas y ciudadanos.”
Explícitamente,
este acuerdo es una reafirmación de la intención de los grupos mafiosos
radicados en Miami y sus asalariados dentro de Cuba de mantener todas sus
actividades subversivas y desestabilizadoras dentro de la Isla, lo que se
confirma en esta otra parte de la declaración: “Nos proponemos incrementar y fortalecer los grupos de la sociedad
civil y la oposición política en Cuba, articulando sus mensajes e iniciativas
con respeto y solidaridad hacia sus diversas líneas de acción pacíficas.”
Cuba ha dejado bien
claro que no permitirá cualquier acción desestabilizadora dentro de su
territorio, financiada desde el exterior y encaminada a afectar su
institucionalidad. Es por ello que aquellos que pretendan subvertir nuestro
orden constitucional y nuestra legalidad recibirán el peso contundente de
nuestra respuesta revolucionaria. No hay espacio, lo repito, para quien intente
revertir nuestro proceso histórico y desviar a nuestro pueblo del socialismo.
El tercer acuerdo
platea: “Teniendo en cuenta la diversidad
religiosa de Cuba y en el contexto de la mediación del Papa Francisco y de su
próxima visita, desearíamos que los obispos de la Iglesia Católica faciliten el
diálogo y la negociación para la solución pacífica de los conflictos al
interior de Cuba, asumiendo un rol proactivo a favor de todos y cada uno de los
derechos del pueblo cubano.”
El empleo de la
Iglesia Católica como facilitador para abrir espacios a la actividad
contrarrevolucionaria resulta, hoy por hoy, un absurdo. Cuba aprecia la visita
del Papa y a la Iglesia, así como sus apegos para dar solución pacífica a los
conflictos sociales. Al mismo tiempo, empero, Cuba niega que exista un
conflicto inter social dentro del país, ya que la llamada suciedad civil carece
de representatividad y peso dentro de nuestro pueblo. La Iglesia reconoce –según
declaraciones del Arzobispo Jaime Ortega Alamino-, que en Cuba ni hay presos
políticos, ni existe un conflicto de intereses entre grupos sociales.
Por último, el
cuarto acuerdo del evento, plantea: “Analizamos
el anuncio de una nueva Ley Electoral hecho por las autoridades cubanas.
Exigimos que la misma determine la realización de unas elecciones libres y
limpias. En ese sentido presentaremos nuestras propuestas legislativas
implicando a la sociedad civil y la ciudadanía cubanas.”
Parecen haberse
olvidado estos señores que la Ley Electoral Cubana es aprobada por el pueblo en
su mayoría y la misma refrenda elecciones transparentes y en correspondencia
con los anhelos del mismo. Es por ello que cualquier intento de alterarla y
abrir espacios a grupúsculos financiados desde el exterior, carentes de
representatividad dentro de la nación y que persiguen retrotraer nuestra
historia, quedan excluidos en cualquier proceso eleccionario, a no ser que
alcancen las mayorías necesarias para obtener representatividad alguna. Eso
depende del pueblo –no del gobierno-, y hasta ahora el pueblo no les reconoce
como parte suya.
De esta forma las
pretensiones de los firmantes de esta declaración, entre los que se encuentran los
contrarrevolucionarios –externos e internos-, Carlos Amel Oliva Torres (Unión
Patriótica de Cuba -Unpacu), Roberto Jiménez Gutiérrez (Juventud Activa Cuba
Unida -Jacu), Erick Álvarez Gil, María de Lourdes Mariño Fernández, Guillermo
Fariñas Hernández (Foro Antitotalitario Unido -Fantu), Felicia Hernández Cabeza,
Omar López Montenegro (Fundación Nacional Cubano Americana),Andrés Hernández
Amor (Partido Demócrata Cristiano de Cuba -PDC),Yaxis Cires Dib (Partido
Demócrata Cristiano de Cuba -PDC), Siro del Castillo (Solidaridad de
Trabajadores Cubanos), René Hernández Bequet (Partido Demócrata Cristiano de
Cuba -PDC), Arnoldo Müller (Coordinadora Social Democrática de Cuba), Fernando
Edgardo Palacio (Partido Solidaridad Liberal Cubano), Eroisis González Suárez
(Plataforma Femenina Nuevo País), Laritza Diversent Cámbara (Cubalex), Manuel
Cuesta Morúa (Arco Progresista- Nuevo País), Marifeli Pérez-Stable (Solidaridad
de Trabajadores de Cuba), Juan Antonio Madrazo Luna (Comité Ciudadanos por la
integración racial), Boris González Arenas, Reinaldo Escobar Casas, Dagoberto
Valdés Hernández, Elena Larrinaga (Observatorio Cubano de Derechos Humanos), Wilfredo
Vallín Almeida, Rolando Rodríguez Lobaina, Vladimiro Roca Antúnez, Juan Carlos
Leyva (Consejo de Relatores y Círculos Democráticos), Rosamaría Rodríguez
Torrado (Proyecto Democrático Cubano) y Rafael León Rodríguez (Proyecto
Democrático Cubano), no es otra cosa que una parodia incapaz de preocupar a los
cubanos.
Allá ODCA y la KAS
que siguen gastando su tiempo y su dinero persiguiendo causas inútiles.
Percy Francisco Alvarado Godoy
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