Un paseo por Google y un vistazo a una Red bastan para enterarse de la
profesión, los amigos, las aficiones y las preferencias de personas que
no se ha visto jamás en la vida. La vida privada no existe. Pero las
cosas pueden ir de mal en peor cuando estafadores, ladrones o espías se
apoderan y abusan de información pública.
Así refiere una nota periodística difundida este miércoles por el
portal noticias24.com, y por considerarla de interes para nuestros
lectores, reproducimos a continuación.
La nota señala: Randi Zuckerberg es un ejemplo de que siempre se es
responsable, a fin de cuentas, de todo aquello que se pone en la red.
Hermana del creador de Facebook, Randi colgó recientemente Internet una
foto de miembros de la familia cocinando, confiando en que lo privado
siguiera siendo privado. Pero la foto fue vista por una amiga de otra
hermana de Zuckerberg y la puso en Twitter, sin consultar la aprobación
de quienes figuraban en la imagen. Randi se indignó.
Aunque se haga uso natural de estas funciones, muchos usuarios
adquieren un falso sentido de seguridad ante la posibilidad de definir
la esfera privada y formar un círculo de amigos. La red no olvida y,
lamentablemente, tampoco olvida cuando “amigos” publican algo por su
cuenta.
“Precisamente entre los más jóvenes pueden aparecer con facilidad entre
300 y 400 amigos”, señala Kathrin Körber, de la Central de Protección
del Consumidor en Hannover. Todos sabemos que en Internet no se puede ni
se debe confiar en cualquier persona.
A veces se confia demasiadas intimidades en libros de invitados, foros o
blogs. En especial la gente joven suele poner toda su actividad diaria
en la red, “muchas veces sin pensarlo dos veces”, dice la experta en
protección de datos. Este fenómeno tiene un nombre en inglés:
“oversharing” o “compartir en exceso”.
Se trata de compartir información con personas que no están preparadas o
cualificadas para recibirla, pues puede haber hechos personales que
otros no deben o no necesitan saber. “Yo tampoco voy donde el vecino a
contarle todo lo que que he hecho hoy”, dice la especialista. “La esfera
privada se diluye en Internet”. Esto se resume hoy en la red con la
sigla TMI (Too Much Information, “demasiada información”).
Cuenta “chismosa” en twitter
Hay páginas y blogs que recolectan lo que muchos revelan sin pensarlo,
sobre todo como disuasión y escarmiento. La cuenta @NeedADebitCard de
Twitter, por ejemplo, reúne mensajes y tweets en los cuales alguien
cuenta que lo han despedido el trabajo, que se ha agarrado una
borrachera, que ha tomado drogas o que tiene un nuevo número de
teléfono; informaciones que mejor debería mantener en privado. O bien el
blog “Rich Kids” de Instagram, que colecciona instantáneas de chicos
jactándose de la supuesta riqueza de sus padres.
“Espías y ladrones pueden recolectar en Google mucha información, y la
suplantación de identidad resulta igualmente un juego de niños”, dice
Dennis Romberg, de Digitalcourage, organización alemana de defensa de la
privacidad y de los derechos digitales.
Hay incluso máquinas especiales de búsqueda de personas. Y quien revele
públicamente su ubicación actual y real en Twitter, Foursquare,
Facebook Places u otros lugares de la Red, se pone sin saberlo en grave
peligro. “Encuentros supuestamente casuales se vuelven posibles”,
advierte Romberg. Además, los lugares frecuentados por una persona puede
dar claves muy precisas sobre sus hábitos de vida.
Datos personales
Que en la Web no se deben poner datos como el número de cuenta bancaria o de tarjeta de crédito es algo que ya sabemos todos.
Pero igual cuidado debemos tener al confiar públicamente la fecha de
nacimiento, números de teléfono o direcciones de correo, aunque estos
datos los pidan muchos servicios en Internet para identificar a un
usuario. También es mejor ocultar el domicilio privado, siempre que no
figure en la guía de teléfonos o en el impreso al pie de una página web.
“Es muy frecuente la compra de objetos con cargo a otra persona”,
escenario de abuso que describe la experta Körber. Una forma de
dificultar la tarea a los ladrones consiste en usar para cada oferta un
nombre de usuario y contraseña distintos. También se puede inventar cada
vez una respuesta diferente a preguntas de seguridad: los detalles de
la vida privada suelen estar demasiado expuestos en la Web.
Riesgos de las fotos
Es claro que no se puede publicar fotos comprometedoras. Pero incluso
imágenes digitales aparentemente inocentes suelen revelar más de lo que
se quisiera. Desde la popularización del GPS en los smartphones, entre
los datos que se publica suele estar también el lugar exacto en que se
hizo la foto.
“Eso es bueno para mí, pero a otros no les importa”, señala Körber.
Antes de poner una imagen en la red, lo mejor es borrar los datos de
ubicación geográfica o desconectar la función de Geoetiquetado
(Geotagging) en el teléfono móvil. Es decir, borrar los llamados
metadatos de otros archivos y documentos.
También hay que ejercer cautela en la entrega de datos personales a
proveedores de servicios y comerciantes, que a veces suelen recolectar
datos sólo con propósito de evaluación o, en el peor de los casos,
entregarlos o venderlos a terceras personas. No conviene emplear todos
los servicios de un solo proveedor –Google, por ejemplo-, porque
relaciona unos datos personales con otros.
“El hecho de que alguien sepa demasiado sobre mí, me hace manipulable
en muchos sentidos”, advierte Dennis Romberg. Esto es válido tanto para
la publicidad o como para ofertas a la medida. “En general, hay que dar
datos a veces imaginarios, siempre que no sea estrictamente necesario
dar datos reales”, añade.
Tomado de http://www.cronica.com.py
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