lunes, 28 de enero de 2013

En la Isla de Pinos dos grandes de la historia

El Abra donde estuvo José Martí
Foto Joge Gutiérrez

Quienes visitan la pequeña ínsula conocerán de primera mano otras anécdotas que los pineros atesoran. Se sienten orgullosos de saber que en ese territorio coincidieron dos grandes de la historia universal. Dos grandes pensadores fortalecieron sus idearios en la misma porción de tierra, pero en distintas épocas: 1870 y 1953: José Martí  y Fidel Castro.
La estancia de José Martí en Isla de Pinos fue una valiosa experiencia que enriqueció su ideario y le ayudó a madurar y consolidar su personalidad.
Fidel llegó al presidio Modelo con la conformación de un pensamiento que maduró con su reclusión forzosa en Isla de Pinos, donde las ideas se hicieron más coherentes…, fue una prisión fecunda.
Martí fue un guía, un organizador de las fuerzas revolucionarias, un hombre que también encontró en la poesía una forma honrada de hacer llegar sus visiones: «Pero la poesía tiene su honradez, y yo he querido siempre ser honrado».
Martí es un hombre de su tiempo y de todos los tiempos. Su pensamiento político tiene plena vigencia en la actualidad: «Es la hora del recuento, y de la marcha unida, y hemos de andar en cuadro apretado, como la plata en las raíces de los Andes».
No se equivocó el Maestro cuando dijo: «Hagamos por sobre la mar, a sangre y a cariño, lo que por el fondo de la mar hace la cordillera de fuego andino». Después de estar confinado en Isla de Pinos, Martí es desterrado a España, pero su pensamiento y su corazón estaban en la Mayor de las Antillas: «Escasos como los montes, son los hombres que saben mirar desde ellos, y sienten con entrañas de nación, o de humanidad. Y queda, después de cambiar manos con uno de ellos, la interior limpieza que debe quedar después de ganar, en causa justa, una buena batalla…»
Cuba entera estaba en pie de guerra: «El hombre que no es soldado cuando lo quiere la Patria, nunca será soldado, pero tampoco será hombre».  Y como la Patria requería de un soldado, Martí se fue a la guerra. «Hasta hoy –dijo– no me he sentido hombre. He vivido avergonzado, y arrastrando la cadena de mí patria, toda mi vida. La divina claridad del alma aligera mi cuerpo. Este reposo y bienestar explican la constancia y el júbilo con que los hombres se ofrecen al sacrificio… »
El día 15 del mes de mayo se abría la puerta de la libertad para poder recordar al Maestro con honor en todos los tiempos.
Armando Hart Dávalos, en una ocasión afirmó que si en 1895 no se logró salvar a Martí, varias décadas más tarde y a lo largo de 50 años se ha logrado que Fidel se mantenga vivo y  actuante en nuestra historia.
En Isla de Pinos Martí enriqueció su ideario y maduró y consolidó su pensamiento. En Isla de Pinos, Fidel erigió en programa político y social del proceso insurreccionar y escribió la base para el desarrollo de la Revolución: La historia me absolverá. En el buque El pinero, en su viaje en busca de la libertad, se creo oficialmente el movimiento 26 de Julio.
En el centenario del natalicio de Martí los revolucionarios se alzaron en armas y atacaron el Moncada encabezados por Fidel y cuatro días antes de cumplirse el aniversario 60 de la caída en combate del Héroe Nacional de Cuba, los jóvenes de la generación del centenario eran liberados y se preparaban para nuevas acciones, porque como expresara el Apóstol: «Se pierde una batalla por cada día que se pasa en la inacción».
José Martí el 12 de diciembre, en respuesta a una nueva petición de Leonor Pérez al Capitán General, se le concede permiso para regresar a La Habana con el objetivo de marchar deportado a España. El 18 del último mes del año 1870, sale de Gerona hacia La Habana y el 21 le es expedido su pasaporte para el viaje el 15 de enero de 1871.
En carta a Rafael María de Mendive expresa[1]: «De aquí a 2 horas embarco desterrado para España. Mucho he sufrido, pero tengo la convicción de que he sabido sufrir. Y si he tenido fuerzas para tanto y si me siento con fuerzas para ser verdaderamente hombre, solo a Vd. lo debo y de Vd. y solo de Vd. es cuanto de bueno y cariñoso tengo».[2]

[1] Rafael María de Mendive, poeta y maestro, director de escuelas, ejemplo de educador patriota y revolucionario, inculca este espíritu a sus alumnos.
[2] Carta a  Rafael María de Mendive. La Habana enero 15 de 1871.


Autor: Lázaro David Najarro Pujol
 
   

Archivado en: La isla y el mar

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