Raúl y Piñeira |
Luego que hace más de medio siglo Washington comenzó a tejer una
imagen negativa de Cuba, para alejarla de sus naciones vecinas, estas
acaban de consolidar su vindicación ante ellas y el mundo.
Este lunes el presidente de la isla, Raúl Castro Ruz, recibió de manos de Sebastián Piñera, mandatario de Chile, la presidencia temporal de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), que integran 33 países de la región.
Este lunes el presidente de la isla, Raúl Castro Ruz, recibió de manos de Sebastián Piñera, mandatario de Chile, la presidencia temporal de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), que integran 33 países de la región.
Hasta un periódico tan enemigo de La Habana, como El Nuevo Herald,
desplegó un muy significativo titular que dice: “Raúl Castro asume
presidencia de CELAC y Cuba obtiene gran éxito diplomático”.
Luego su texto admitió resignadamente que el hecho constituyó “el
espaldarazo más importante de sus vecinos al régimen comunista de la
isla.”
Dirigentes de la zona que hablaron en la Cumbre saludaron la
presidencia cubana y el Herald recordó que acontece después que Obama
nombró al senador John Kerry como Secretario de Estado, quien se ha
manifestado escéptico sobre aspectos del “embargo”.
El presidente de Uruguay, José Mujica, celebró el clima que se está
viviendo de gente que piensa muy distinto y sin embargo descubre que
tiene que andar junta, “nunca antes visto en nuestra América”.
Otro mandatario, el colombiano Juan Manuel Santos, declaró al margen de la Cumbre que la presidencia cubana de la CELAC “es un hecho político de gran importancia”.
Sebastián Piñera rindió homenaje a tres presidentes que contribuyeron
a forjar la unidad latinoamericana y caribeña: el brasileño Luiz Inacio
Lula Da Silva, el mejicano Felipe Calderón y el venezolano Hugo Chávez
Frias.
Además, Piñera, un hombre de pensamiento muy conservador, se refirió a
la positiva evolución de la salud de este último y le deseó que pronto
se encuentre de nuevo al frente de su país.
Lo dicho hizo empequeñecer aún más la saeta venenosa que ahora
lanzó contra Chávez el frustrado candidato presidencial, Henrique
Capriles Radonski, cuando intentó cuestionar los partes médicos
referidos a su salud.
Para entender mejor lo sucedido ahora en Santiago de Chile resulta
indispensable hacer una apretada síntesis sobre el contexto en que han
tenido lugar las relaciones cubano-estadounidenses en más de 50 años.
Apenas 8 meses después del triunfo de la Revolución, en agosto de
1959, Washington montó la Quinta Reunión de Consulta de Cancilleres de
la OEA, donde sembraron el antecedente de un supuesto “peligro
comunista” en el Caribe, antes de lanzar sus próximos golpes contra
Cuba.
El más fuerte se produjo en enero de 1962 (Octava Reunión de
Consulta) en Punta del Este, Uruguay, uno de cuyos informes decía que
la transformación en Cuba de sus antiguas estructuras económicas,
políticas y sociales, para construir el socialismo y sus relaciones
con la Unión Soviética, eran incompatibles con los principios de la OEA.
Antes de la votación sobre la isla, el entonces secretario
norteamericano de Estado, Dean Rusk, afirmó que su gobierno distribuiría
mil millones de dólares entre los gobiernos allí representados.
El 30 de enero de aquel año, a siete días de iniciada la reunión, fue
aprobada por 14 votos a favor, uno en contra y seis abstenciones, una
resolución que separaba a Cuba de la OEA.
Uno de los mejores análisis al respecto corrió a cargo del periódico
canadiense Montreal Star cuando analizó, entre otras cosas, a las 14
delegaciones que votaron por separar a Cuba de la OEA:
Decían representar (sin incluir a Estados Unidos) a 31 millones de habitantes, “y la mitad de sus gobiernos no habían sido democráticamente electos, mientras los opuestos a esa medida agrupaban a 163 millones de latinoamericanos”.
Decían representar (sin incluir a Estados Unidos) a 31 millones de habitantes, “y la mitad de sus gobiernos no habían sido democráticamente electos, mientras los opuestos a esa medida agrupaban a 163 millones de latinoamericanos”.
El 21 de julio de 1964 la Casa Blanca reunió de nuevo en su capital a los Cancilleres de la OEA para que llevaran a cabo su Novena Conferencia de Consulta, enfilada a lograr una ruptura colectiva de relaciones con Cuba.
En aquel momento solo Méjico, Bolivia, Chile y Uruguay mantenían
lazos diplomáticos con La Habana, y el primero advirtió que no aceptaría
esa ordenanza.
Ahora Washington les exigía que suspendieran los intercambios
comerciales, las relaciones diplomáticas y consulares, así como la
suspensión de todo transporte aéreo y marítimo con la isla.
El discurso principal estuvo a cargo del secretario de Estado, Dean
Rusk, quien planteó que las decisiones que se adoptaran iban dirigidas
solo contra Cuba, que ya había emprendido un camino independiente al de
su poderoso vecino del Norte.
Como había advertido, México no se unió al espectáculo capitaneado
por el Tio Sam de la ruptura colectiva de lazos con La Habana.
Lo acontecido este 28 de enero de 2013, en Santiago de Chile,
simboliza un histórico giro de 720 grados respecto a las charcas
diplomáticas escenificadas décadas atrás.
Nicanor León Cotayo
Tomado de http://www.cubasi.cu
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