Por Vincenzo Basile (Capítulo Cubano)
Testo in italiano: Elezioni in Venezuela e riflessioni sulla "dissidenza cubana"
Testo in italiano: Elezioni in Venezuela e riflessioni sulla "dissidenza cubana"
Las recientes elecciones venezolanas, que
concluyeron con la victoria del socialista Nicolás Maduro sobre el candidato
opositor pronorteamericano Enrique Capriles, más allá del acontecer venezolano,
pueden asumirse también como espejo para reflejar una vez más y de manera tan contundente
el carácter antidemocrático de la que mediáticamente se identifica como
“disidencia cubana”.
Estas personas -un estrecho grupo de
individuos inexplicablemente ricos y que paradójicamente viven como privilegiados
en un país que supuestamente “los reprime”- si por un lado pretenden presentarse al
mundo -gracias a un irresponsable respaldo mediático- como luchadores pacíficos
y defensores de libertad, democracia y derechos humanos, por el otro no pueden
detener su índole ultraderechista, antiprogresista y, sobre todo, antidemocrática
y sus lazos con los intereses imperiales del poderoso y omnipresente vecino del
Norte que sigue actuando una política exterior hacia América Latina bajo las
enseñanzas de la antigua Doctrina Monroe.
En el caso de las elecciones venezolanas
-pero eso podría extenderse a todo proyecto político progresista de América
Latina y del mundo- la llamada “disidencia” no sólo ha dado en su totalidad
abierto e irrefutable respaldo al candidato opositor Capriles, sino también
-una vez conocido el resultado- ha actuado de manera profundamente
antidemocrática, demostrando finalmente que para ellos lo que importa son sus
intereses particulares, a pesar de la voluntad de un pueblo votante. Eso dice mucho sobre esas personas.
LA “DISIDENCIA”
CUBANA CON CAPRILES
Veamos entonces las distintas reacciones que
manifestaron los más mediáticos de esos “disidentes” a través de sus cuentas twitter.
La bloguera Yoani
Sánchez, antes del cierre de los colegios, escribía en su blog “conociendo la jaula desde adentro, me
aventuro a recomendarles a los venezolanos que no terminen ellos mismos por
cerrar la única puerta de salida con la que cuenta”; y luego quizás refiriéndose
a los menores votos que Maduro obtuvo respeto a las últimas elecciones en las
que Chávez salió ganador con un amplio margen, escribía: “Puede ser que el chavismo parezca haber ganado esta batalla, pero en
realidad acaba de perder toda la guerra”.
El inculto Director General de la llamada
Agencia de Prensa Independiente Hablemos
Press, Roberto Guerra -quién en pasado ha regalado
al mundo sus perlas en apoyo al candidato norteamericano Mitt Romney-
deliraba completamente al afirmar: “Ansiosos
la mayoría de los cubanos por que gane Capriles, tenemos videos tomados hoy en
las calles de la capital”
El también impresentable Juan
Ángel Moya, esposo de la Dama
de Blanco Berta
Soler, escribía: “Ya no tengo dudas,
Capriles es el ganador, pero esto se decide en el conteo de los votos, ojo con
el fraude Chavista”.
El fanático y exaltado médico antiabortista Oscar Elías Biscet
-quien en 2010 y 2011 fue nombrado para el Premio Nobel por la Paz y en
2012 pidió públicamente al Congreso norteamericano una intervención
armada contra Cuba- escribía: “Capriles y
Venezuela libre pongan fin al fraude de Maduro y el Castro-comunismo. Es hora de la desobediencia civil masiva no
violenta”.
El ex prisionero José Daniel Ferrer,
líder de la llamada UNPACU, afirmaba que los “resultados
de elecciones en Venezuela marcaran destino de millones en Latinoamérica.
Enrique Capriles significa libertad. Nicolás Maduro significa dictadura”.
El “huelguista
de hambre” Guillermo
Fariñas decía: “Conociendo a los
totalitarios cubanos, vemos el cínico y colosal fraude cometido por los
aprendices totalitarios venezolanos”.
El más cauto Eliécer
Ávila, perteneciente a una “disidencia menos radical” que evita posiciones
incómodas, escribía: “Venezuela: que
triste es vivir en un contexto en el que no puedes definir la verdad de la
ficción, lo serio de lo manipulado”.
Antonio Rodiles, otro “emergente” disidente,
así interpretaba la reducción de los votos para el candidato socialista respeto
a los que obtuvo Chávez el pasado octubre: “Venezolanos
deben estar felices, cubanos también. El camino se comienza a plantear,
esperemos que todos podamos entenderlo”
CONCLUSIONES
Por lo que se refiere al apoyo incondicional
a Henrique
Capriles, eso refleja dos elementos fundamentales que merecen ser subrayados.
En primer lugar, Capriles fue participante
activo del golpe de estado contra el entonces presidente Hugo Chávez el 11
de abril de 2002. En esa ocasión, cuando el movimiento golpista -respaldado
por el gobierno español de Aznar y el norteamericano de Bush- difundía la falsa
noticia de que Chávez había renunciado y que el vicepresidente Diosdado Cabello se había asilado en la embajada
de Cuba, los simpatizantes -entre ellos el mismo Capriles, alcalde de la
localidad de Baruta- asaltaron la embajada exigiendo -en violación de todo
principio de derecho internacional y de derecho constitucional- la entrega de
Cabello, es decir, un acto persecución de miembros de un gobierno legítimo que
creían derrocado, al peor estilo de escuadrones fascistas.
En segundo lugar, como si eso no fuera
suficiente para dar el debido juicio político sobre esa llamada “disidencia
cubana”, hay que considerar también un aspecto más indecente de ese respaldo,
algo que permite calificar a dichas personas no sólo políticamente sino también
humanamente. En ese sentido, el vehemente respaldo al candidato opositor se
debe fundamentalmente al hecho de que éste
haya claramente afirmado que en caso de victoria no hubiera enviado “ni una sola gota de petróleo” para
financiar al gobierno de Cuba.
Esto, según los opositores extranjeros al
gobierno de Cuba y según esa llamada “disidencia”, provocaría el aislamiento
económico de la Isla,
otro periodo
especial -algo parecido a la crisis económica que afectó a la economía
cubana tras el derrumbe del campo socialista- y finalmente la muy añorada caída
del castrismo.
El discurso, fascista y anticubano, es
siempre el mismo, igual al que -hace décadas- justificó el comienzo del bloqueo
norteamericano contra Cuba: “La
mayoría de los cubanos apoyan a Castro (... ) No existe una oposición política
efectiva (... ) El único modo efectivo para hacerle perder el apoyo interno al
gobierno es provocar el desengaño y el desaliento mediante la insatisfacción
económica y la penuria (... ) negándole a Cuba dinero y suministros (...) con
el objetivo de provocar hambre, desesperación y el derrocamiento del gobierno”.
Por otro lado, la “disidencia cubana” se ha
caracterizado también por no aceptar el resultado electoral acosando ciegamente
al gobierno venezolano y a Maduro de fraudes y de ser ilegítimos. Ese aspecto es
útil para una evaluación del carácter democrático de ese grupo.
Dichas personas que aparentemente piden
libertades y democracia, algo que identifican automáticamente con un sistema
económico capitalista y una forma de gobierno presidencialista y pluripartidista
(como la de Venezuela), han dado una clara muestra de los límites de sus
discursos -que diariamente son reproducidos por la mayoría de los medios
internacionales- y han aclarado de una vez que para ellos democracia significa solo
y exclusivamente la victoria de la facción política que apoya sus intereses.
Todo el resto, cualquier otro proyecto político no afín a sus utilidades, se
convierte en autoritario, ilegítimo y dictatorial.
Todo eso, una vez más, sólo ha dado al mundo
una prueba evidente del conocido carácter de dicha “disidencia”. En ese
sentido, si por un lado los medios gastan recursos y energías para seguir
construyendo mediáticamente sus imágenes de pacíficos luchadores contra una tiranía, por el otro, ellos mismos destruyen
esas construcciones enseñando abiertamente al mundo su intolerancia, su
fanatismo y su odio y desprecio a Cuba, a los cubanos, a la democracia y a las
razones de los pobres y de los explotados de la tierra.
No hay comentarios:
Publicar un comentario