La prensa hegemónica mundial y
latinoamericana insiste en un (imposible) fraude electoral y un clima de
guerra civil en Venezuela tras el ajustadísimo triunfo del candidato
chavista Nicolás Maduro, alentando una violenta etapa de
desestabilización lanzada por sectores opositores que parecen un revival
del golpe de 2002.
Pero el contexto regional ha
cambiado: los observadores internacionales hablan de transparencia y
limpieza electoral y todas las naciones de la región felicitan al
candidato triunfador. Los estallidos de violencia parecen ser mucho más
mediáticos (o mediatizados) que preocupantes, aunque los cacerolazos
suelen retumbar en los valles de las grandes ciudades venezolanas.
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Nicolás Maduro en cierre de campaña. Foto: AVN
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Las escasas dos semanas de campaña
electoral transcurrieron en un clima tenso, pleno de alertas ante
posibles sabotajes, intentos de desconocimiento del triunfo de Maduro
por parte de la oposición, y un plan desestabilizador donde participaban
mercenarios salvadoreños, paramilitares colombianos y funcionarios
estadounidenses.
Si en 2002 se denunció el golpe de
Estado venezolano como el primer “golpe mediático”, experiencia que se
intentaría repetir sin éxito en Bolivia y Ecuador, pero sí en Honduras y
Paraguay. Esta vez se puede hablar de un intento de golpe mediático y
cibernético, con hackeo de cuentas e instigación a la violencia y la
desestabilización a través de las llamadas redes sociales, metodología
que seguramente intentarán “exportar” a otros países latinoamericanos…
Ya durante las últimas semanas se
habían registrado una serie de la acciones violentas llevadas a cabo por
grupos de “estudiantes” opositores, las que según fuentes de
inteligencia, son pagadas directamente por funcionarios de la embajada
estadounidense al coordinador de esas actividades, Gabriel “Gaby”
Arellano, empleado de la estatal Universidad de Los Andes.
Las investigaciones apuntan a la
funcionaria estadounidense Sharon Vanderbeele, oficial de la estación de
la central norteamericana de Inteligencia CIA en Caracas -bajo la
fachada de la oficina de Asuntos Regionales (ORA), cargo que ejerce
desde 2011. Vanderbeele sustituyó a Michel Roberts en la tarea de
asesoramiento y financiamiento a la oposición venezolana por parte de la
CIA, que no es la única entidad estadounidense que apoya económica y
logísticamente al antichavismo.
Once años atrás, el analista Aram
Aharonian escribía: “Un periodista español decía la semana pasada, tras
el frustrado golpe de Estado contra el gobierno constitucional de Hugo
Chávez: “¡Qué olor a hamburguesa, jabugo (jamón serrano) y petróleo!”
Obviamente, el hombre sabía de qué hablaba: de la participación de
funcionarios estadounidenses, españoles y salvadoreños en la asonada
encabezada por el líder empresarial Pedro Carmona”.
Once años después, el libreto
quiere ser repetido, aunque el contexto latinoamericano-caribeño y
mundial es diferente. Pero, no es casual que los de los dos países que
reconocieron como presidente al golpista Carmona en abril de 2002, el
español de Aznar (hoy de su delfín, Mariano Rajoy) y el de Estados
Unidos de la doctrina Monroe (es lo mismo que el administrador de turno
sea George Bush o Barack Obama), hoy duden de los resultados
electorales en Venezuela.
El canciller español dijo que no
reconocería los resultados, en un tono por demás injerencista. El
portavoz de la Casa Blanca, Jay Carney agregó que su país considera un
paso "necesario" una auditoría de la elección presidencial del domingo
en Venezuela, y estimó que debía hacerse antes de que fuera proclamado
el candidato oficialista Nicolás Maduro. (Éste es presidente proclamado
oficialmente desde el lunes 15 y asume ante la Asamblea Nacional el
viernes 19).
A este coro se sumó –sorpresiva
aunque no sorprendentemente- el secretario general de la OEA, el chileno
Insulza. Sorpresivamente, porque la misión de la OEA encabezada por el
gobernador del estado estadounidense Bill Richardson, avaló la
transparencia de los comicios. Otra perla para Insulza, quien no
consultó a los representantes de los países, que ya habían reconocido el
triunfo de Nicolás Maduro.
Hace once años, los embajadores de
Estados Unidos y España, Charles Shapiro (quien antes manejó el
escritorio Cuba en el Departamento de Estado), y Manuel Viturro, se
reunieron con el presidente de facto Pedro Carmona, después de que éste
disolviera la Asamblea y las principales instituciones. Esta vez
funcionarios de la embajada estadounidense (recordar que los embajadores
fueron retirados) y de la “cooperación” española estuvieron detrás del
asesoramiento y financiamiento del candidato opositor y de la
desestabilización del país.
Una de las consecuencias del golpe
de 2002 era la desnacionalización del petróleo: privatización de
Petróleos de Venezuela S.A (PDVSA) y la venta CITGO, de la filial de
ésta en EEUU, en la cual están interesados tanto las trasnacionales
estadounidenses como la Repsol española, para poner fin de la reserva
del Estado venezolano sobre el subsuelo y la decisión soberana del
Estado sobre los recursos naturales del país.
En el 2002 se contó con la activa
participación en el golpe y en el financiamiento del mismo, del
empresario Isaac Pérez Recao, del cual Carmona era empleado en la
petrolera Venoco.
Una alta fuente militar amplió a la
agencia France Press que Pérez Recao ordenaba a un pequeño grupo
“extremista de derecha, que estaba fuertemente armado, incluso con
fusiles lanzagranadas, [...] bajo la conducción operacional del
contralmirante Carlos Molina Tamayo”, uno de los oficiales que ya se
había rebelado públicamente contra Chávez en febrero pasado, y que ya
estaba a cargo de la Casa Militar de Carmona, que “pertenecía a una
empresa de seguridad, propiedad de ex agentes del Mossad”.
En 2013, el gobierno venezolano
expulsó a dos agregados aeronáuticos de la embajada de EEUU (David del
Mónaco y Debling Costal), acusados de presionar a oficiales en actividad
para satisfacer las pretensiones de la estrategia opositora. De todas
formas, el candidato opositor Henrique Capriles Radonski admitió
públicamente que algunos militares en actividad que lo respaldaban
estaban presos, acusados de delitos electorales.
Similar a lo ocurrido en 2002, la
estrategia de la oposición en 2013, apunta a ir creando un imaginario de
que las filas chavistas se iban desintegrando, con la deserción –por
goteo- de algunos oficiales en actividad (cada uno cargaría una mochila
de denuncias que los medios difundirían nacional y mundialmente) y, por
qué no, de algunos funcionarios chavistas.
Para recordar: en 2002 James
Rodger, adscrito a la agregaduría militar de la embajada en Caracas,
secundó con su presencia la sublevación, instalado en el quinto piso de
la Comandancia del Ejército, desde donde asesoró a los generales
sublevados.
En abril de 2002 llamó la atención
el caso de dos salvadoreños detenidos, que formarían parte de un
escuadrón de la muerte entrenado para realizar atentados en diversos
países latinoamericanos (antes en Cuba y Panamá, luego en Venezuela).
Nuevamente en 2013 el ministro del
Interior, Néstor Reverol, denunció el ingreso al país de dos grupos de
mercenarios salvadoreños, que intentarían asesinar dirigentes chavistas.
El primero, liderado por un
excoronel de la Fuerza Armada de El Salvador, David Koch Arana, quien
actúa como jefe operativo bajo la dirección del diputado ultraderechista
Roberto D’Aubuisson, y el segundo dirigido por Guillermo Cader Acuña
-quien ya había enviado en 2010 a Venezuela al terrorista Francisco
Chávez Abarca, detenido en 2010-, y el excontralmirante Marco Antonio
Palacios Luna. Posteriormente se dictó orden de captura contra otro
supuesto mercenario salvadoreño, Julio Alberto Cornejo Quintanilla.
Reverol también dio a conocer dos
audios sobre conversaciones entre Koch Arana y D'aubuisson suministrados
a los órganos de inteligencia del Estado, grabados el 23 y 25 de marzo,
en los que hablan sobre las operaciones diseñadas para desestabilizar
el país.
En aquellos días de abril de 2002,
11 años atrás, el pueblo recató a su presidente constitucional y lo
repuso en el poder, terminando con las 47 horas de dictadura de Carmona
“el breve”.Hoy Venezuela ha avanzando con su revolución bolivariana,
cuenta con soberanía comunicacional y con la solidaridad de los pueblos
(y gobiernos) de la región.
Álvaro Verzi Rangel
Sociólogo venezolano, investigador del Observatorio en Comunicación y Democracia
http://www.alainet.org/active/63336&lang=es
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