Diversas fuentes de
inteligencia han empezado a especular sobre la posible decisión del presidente
ruso, Vladimir Putin, de autorizar a las fuerzas aeroespaciales rusas para
atacar a grupos terroristas del Estado Islámico en Afganistán.
Tal decisión pudo
haberse adoptado después de un "llamamiento
urgente" del presidente afgano, Dr. Ashraf Ghani Ahmadzai, quien la
semana pasada advirtió que su país estaba al borde del colapso después de que
el gobierno de Obama sacó casi todas sus fuerzas y le cortó el dinero al
gobierno afgano.
El embajador ruso en Afganistán,
Alexander Mantytsky, se preguntó, al respecto: "¿Por qué tenemos que asumir la carga de problemas que no habían
sido resueltos por los países miembros de los estadounidenses y de la
OTAN?" No obstante, Rusia tiene bien claro el inminente peligro que
representa la concentración de terroristas cerca de su frontera. Cuestión
confirmada por el propio director del FSB, Alexander Bortnikov, quien advirtió
de que esta amenaza se acerca ahora a las fronteras de su país: "La escalada de la tensión en
Afganistán causa gran preocupación. Numerosas
bandas que forman parte del movimiento talibán se concentran actualmente en las
fronteras del norte de ese país. Algunos
de ellos se han unido a las filas del Estado Islámico, intensificando
considerablemente la amenaza de invasión a Asia Central de los terroristas. Por desgracia, ha habido incidentes
recientemente en las fronteras de nuestros socios regionales”.
El pasado 21 de
octubre se dio a conocer como un eco inquietante de su intervención Siria, que Rusia
estaba intensificando su participación militar y de seguridad en Afganistán
tras la retirada de la OTAN y posteriores, los avances dramáticos por los
talibanes y el Estado islámico. El fin principal sería desarticular la amenaza
del ISIS y los talibanes contra las naciones aliadas de Rusia en el Asia
Central y en la región del Cáucaso. La toma de Kunduz por los talibanes fue el
detonante de la amenaza potencial.
Ese propio día Putin
se dirigió a la Comunidad de Estados Independientes (CEI) durante una cumbre en
Kazajstán y señaló la situación afgana como crítica. Por otra parte, Zamir
Kabulov, enviado especial de Putin en Afganistán, dijo que había 3.500
militantes del ISIS en ese país y que el número ha ido en aumento notable, a la
par que denunció la presencia de asesores árabes, paquistaníes y
estadounidenses y los ciudadanos británicos en los campos de entrenamiento de
los terroristas.
También Anatoly Antonov, ministro de Defensa ruso, dijo en Beijing que el ISIS y otros grupos similares se dirigen a la región autónoma de mayoría musulmana de Xinjiang en el noroeste de China.
La citada cumbre de
la CEI acordó crear un grupo de trabajo frontera conjunta tras las advertencias
anteriores de presidente de Tayikistán, Emomali Rahmon, de que la lucha estaba
pasando a lo largo de más de 60% de la frontera entre Tayikistán y Afganistán.
Moscú ha comenzado a enviar refuerzos militares, incluyendo helicópteros de
ataque, a su gran base militar de Tayikistán, donde radica la 201ava división
motorizada de fusileros del ejército ruso.
Hoy, el propio
director del Servicio Federal de Seguridad (FSB) de Rusia, Alexander Bortnikov,
ha atribuido el auge de grupos como Estado Islámico al doble rasero de parte de
la comunidad internacional y ha advertido de un posible contagio del yihadismo
a países de Asia central como Afganistán. Eso es visto por Rusia como un grave
peligro, haciendo al mismo tiempo un llamamiento a reforzar las fronteras
externas de la CEI, en particular en el sector centroasiático, y a intensificar
el intercambio de información.
No caben dudas de que
Rusia está legítimamente obligada a cuidar sus fronteras de un enemigo
sostenidos por otras potencias y, ahora, totalmente fuera de control.
Agencias
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