Netanyahu está intensificando la guerra principalmente en el
este de Jerusalén, con orgías de castigo colectivo. Prefiere mostrar el
éxito de Israel en desconectar físicamente a Jerusalén de la mayor parte
de la población palestina, lo que acentúa la ausencia de dirigentes
palestinos en Jerusalén Este y la debilidad del gobierno en Ramallah,
que está tratando de detener su hundimiento en el resto de Cisjordania.
La guerra no se inició el pasado jueves, no comienza con las víctimas
judías y no termina cuando no hay judíos asesinados. Los palestinos
están luchando por su vida, en el sentido pleno de la palabra. Nosotros,
los judíos israelíes estamos luchando por prevalecer como una nación de
patrones, en la peor crueldad del término.
De que nos demos cuenta de que hay una guerra sólo cuando son
asesinados judíos no anula el hecho de que los palestinos están siendo
asesinados todo el tiempo y que todo el tiempo estamos haciendo todo lo
posible para hacer su vida insoportable. La mayoría de las veces se
trata de una guerra unilateral, librada por nosotros, para conseguir que
digan "sí" al patrón, muchas gracias por mantenernos vivos en nuestras
reservas. Cuando algo en la unilateralidad de la guerra se altera y son
asesinados judíos, a continuación prestamos atención.
Incluso el lenguaje es malicioso. Los judíos son asesinados, a los
palestinos se les mata y mueren. ¿Es eso así? El problema no comienza
con nuestra negación de permitir escribir que un oficial o un policía
militar asesinaron a palestinos, a corta distancia, cuando su vida no
estaba en peligro o por control remoto o desde un avión o con un dron.
Pero es parte del problema. Nuestra comprensión está cautiva de un
lenguaje retroactivamente censurado que distorsiona la realidad. En
nuestro idioma, los judíos son asesinados porque son judíos y los
palestinos hallan su angustia y su muerte, porque, supuestamente, eso es
lo que están buscando.
Nuestra visión del mundo está determinada por el engaño constante de
los medios de comunicación israelíes, que eluden su deber de informar
sobre eventos, o por su carencia técnica y capacidad emocional para
contar todos los detalles de la guerra mundial que estamos llevando a
cabo con el fin de preservar nuestra superioridad en la tierra, entre el
río y el mar.
Ni siquiera este diario cuenta con los recursos económicos para
contratar a 10 periodistas y llenar 20 páginas con informes sobre todos
los ataques en tiempos de escalada y todos los ataques de la ocupación
en tiempos de calma, desde los disparos a través de la construcción de
una carretera que destruye un pueblo para la legalización de un puesto
de avanzada de asentamientos y un millón de asaltos más. Cada día. Los
ejemplos al azar que nos las arreglamos para reportar no son sino una
gota en el océano y no tienen ningún impacto en la comprensión de la
situación de la gran mayoría de los israelíes.
El objetivo de esta guerra unilateral es forzar a los palestinos a
renunciar a todas sus demandas nacionales en su tierra natal. Netanyahu
quiere la escalada porque la experiencia hasta ahora ha demostrado que
los períodos de calma después de la hemorragia nosotros no volvemos a la
línea de salida, sino más bien a un nuevo nivel mínimo en el sistema
político palestino, y añade privilegios para los judíos en el Gran
Israel.
Los privilegios son el principal factor que distorsiona nuestra
comprensión de nuestra realidad, nos ciega. Gracias a ellos, no somos
capaces de comprender que incluso con un débil liderazgo
"presente-ausente" el pueblo palestino -disperso en sus reservas
indígenas- no se dará por vencido y seguirán encontrando la fuerza
necesaria para resistir nuestra maliciosa ocupación.
Fuente: Amira, Hass Haaretz / Rebelión (Traducido del inglés para Rebelión por J. M.)
http://www.tercerainformacion.es/spip.php?article93051
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